Encerrado en el circulo, se encuentra August Landmesser, uno de los
pocos valientes alemanes que no violaron sus principios y
rechazaron por acción dar su apoyo al régimen nazi
La integridad se define como: “Una persona que posee cualidades que la hacen correcta, educada, atenta e intachable”“La cualidad que nos hace equilibrados, honestos, justos y defensores de las personas que parecen injusticias”. La idea de esta nota me vino al ver una imagen histórica de la página de Facebook de History Channel Latinoamerica. En ella se presenta a la valiente acción de August Landmesser, un trabajador alemán, que con valor y arriesgo de su vida, se negó hacer el saludo nazi. El cayó prisionero por los cargos de “deshonra a la raza” al estar casado con una judía y su clara oposición a la política de los nazis. Esta imagen me impacto, y me recordó a otra escena parecida, contenida en la Biblia. Se trata de cuando los amigos de Daniel rehusaron, entre todos los presentes, arrodillarse ante la estatua que mando hacer el rey Nabucodonosor. Ellos fueron íntegros a sus creencias, educación y forma de ver la vida. Estaban tan afirmados en las mismas que las sugerencias de sus colegas, las amenazas del horno, y la mala voluntad del rey; no los llevo a desistir. Nuestro mundo necesita hombres y mujeres como estos. Íntegros que no les importe la presión social, ni económica; con tal de mantener sus principios. Hombres que se atrevan a decirle a nuestros gobernantes sus equivocaciones, pese a que pueden perder los privilegios. Landmesser no temió a los resultados. Imagino que sabía que su vida peligraría al ir contra la corriente una época loca y absurda donde todos buscaban la forma de mostrar su lealtad al Partido.
Se necesitan hombres y mujeres íntegros que mantengan sus principios e ideales por encima de todo. Personas con el suficiente conocimiento y honestidad para decir las cosas como son, y dejar a la historia los resultados. Eso es bueno que se piense y haga.