A continuación, el último artículo-rebote: Red de pardillos, por Javier Marías:
[...] «Lo más preocupante de este afán generalizado por estirar el cuello y estar presente, por gozar de cualquier grado de fama (así sea limitada y efímera), por exhibirse e informar al resto de los propios pasos, actividades, opiniones y gustos, es que quienes lo padecen, abren perfiles en Facebook o alimentan Twitter con sus notitas por fuerza triviales, parecen haber perdido enteramente cierto instinto de conservación que a lo largo de siglos ha hecho saber a la gente que no convenía dar demasiada información acerca de sí misma y que hacerlo entrañaba peligro, porque cuanto uno revela puede acabar utilizándose en su contra; puede deformarse y tergiversarse, ser objeto de burlas y chanzas (y no de admiración, como se pretende), ser aprovechado por sus superiores, sus empleadores, la policía, la a veces abusiva Hacienda, el Estado. Hace poco se descubrió que en Alemania había empresas que fisgaban en Facebook y en otras redes sociales para decidir la contratación o el despido de alguien. Los propios interesados, que deberían mantener en privado u ocultas algunas características de su personalidad, sus creencias, sus simpatías políticas, sus opiniones, aficiones o “vicios”, estaban aireándolas, tal vez con la idea ingenua de que sólo sus amistades tendrían acceso a su perfil internético, cuando ya nadie ignora que en la Red no hay discreción ni secretismo posibles, y que ni siguiera la CIA o el Pentágono se resisten a las intrusiones de un hábil hacker».
[+] El País
PD: Le recomiendo a Javier Marías que, por ejemplo, siga al «pardillo» Arturo Pérez-Reverte en Twitter (@perezreverte) y lea «sus notitas por fuerza triviales»... Aprenderá mucho mucho.