Cuando capacidades muy humanas como la memoria, la comprensión y el análisis se quedan cortas y la falta de tiempo tampoco ayuda, es cuando cada vez más se le ve la utilidad a la inteligencia artificial.
Para no complicarnos con explicaciones sofisticadas, la Inteligencia Artificial (IA) es la realizada por software que se alimenta de datos de un entorno y con esos insumos aprende y desarrolla tareas con mucha mayor eficiencia y efectividad que un humano.
Hoy en día se usa IA en el campo de seguridad para predecir dónde y a qué hora podrían ocurrir los próximos 20 atracos en la ciudad y así la Policía podría decidir cómo distribuir a sus agentes y así prevenir esos incidentes.
Pero para salirnos de ejemplos que parecen de ciencia ficción, en nuestra cotidianidad tenemos varios ejemplos de usos inteligencia artificial. Probablemente usted ha entrado a sitio web de bancos o de reservas de hoteles y ha interactuado con asesores en línea a través de una ventana de chat. Pues bien, es muy probable entonces que quien le haya ayudado no sea un humano sino un software, o como se le conoce en el medio, un chatbot.
Otro ejemplo: Con una inversión de 950 millones de pesos, el Ministerio de las TIC y Agrosavia adelantan una iniciativa que busca hacer más eficiente el proceso de análisis de suelos con un sistema de inteligencia artificial que ofrece informar a los agricultores sobre el estado del suelo antes de sembrar para facilitar decidir cómo fertilizar los cultivos.
IBM, Google, Microsoft, Apple y Amazon, entre otras, le apuestan duro a esta tecnología porque en lugar de quitarle empleos a humanos, como reza el miedo más común, van a crear nuevos trabajos para alimentar y programar estos sistemas. Según cifras de IDC, la inteligencia artificial es un negocio que contribuirá con 15,7 billones de dólares a la economía global en 2030. La velocidad es la nueva moneda en la economía.
En tiempos donde la inteligencia artificial es uno de los motores de la nueva economía, no debemos olvidar al sentido común, el que muchas veces parece ser el menos común de los sentidos.