Por Cristián Londoño Proaño
(Publicado originalmente en su página web, Cristián Londoño Proaño, Quito, el 30 de agosto de 2015)
La primera vez que disfruté de la película «Inteligencia Artificial» me sentí conmovido por la vida del androide David, interpretada por Haley Joel Osment, que no sabe que es un robot y cuando lo descubre, quiere que el hada azul le convierta en humano.
Desde mi punto de vista, el film es una vuelta a la turca del relato clásico de Pinocho. El largometraje fue coproducido por Warner Bros, DreamWorks SKG, Amblin Entertainment y Stanley Kubrick Productions. El director fue Steven Spielberg. El guión lo escribieron Kathleen Kennedy, Steven Spielberg y Bonnie Curtis. En el 2001 ganó dos Óscares por mejor banda sonora y mejores efectos especiales. En el 2002 ganó el Globo de oro a mejor director, mejor actor de reparto y mejor banda sonora. Tuvo un presupuesto de 100 millones de dólares y recaudó más de 200 millones. Como en todo película, hubo una gran historia que se tejió mucho antes.
Todo empezó en 1969 con la publicación del relato «los Súperjuguetes duran todo el verano» del escritor británico Brian Aldiss. Este escritor nació Norfolk en 1925, es uno de los principales representante de la «Nueva ola» de la ciencia ficción británica. Entre sus novelas destaca la trilogía «Heliconia».
El relato de Aldiss, en palabras de su propio autor: «es la historia del niño que, haga lo que haga, no consigue complacer a su madre. Esto le deja perplejo pues no se da cuenta de que es un androide, una ingeniosa máquina dotada de inteligencia artificial. Al igual que su único aliado, su osito de peluche». Esta historia impresionó a Stanley Kubrick. Pues en ese tiempo estaba con muchas ganas de hacer una nueva película. Kubrick le escribió una carta, diciéndole: «no obstante, lo que me queda grabado es la convicción permanente de que el relato corto es un estupendo principio de una larga historia, pero por desgracia no se me ocurre cómo podría desarrollarse. En cualquier caso, empiezo a pensar que el inconsciente no se pone a trabajar en algo que no posee». Pero Aldiss no consideraba adaptable su relato al cine, porque pensaba que le faltaban algunos elementos cinematográficos, le parecía que era un relato de un planteamiento interno del personaje y le propuso a Kubrick que adaptara «Tiempo de Marte», una novela de Philip K. Dick escrita en los años sesenta. Al cineasta no le interesó la idea. Finalmente, Stanley Kubrick propuso a los ejecutivos de la Warner Bros que le financiaran la compra del relato. En 1982, le compraron todos los derechos a perpetuidad a Brian Aldiss.
En 1982, Aldiss se puso a trabajar en el guión con el brillante cineasta. Primero, Kubrick le cambió el nombre a «Inteligencia Artificial». Y luego, cuando Kubrick y Aldiss empezaron a trabajar en el guión les constó mucho esfuerzo. Ambos no lograban encontrar el resto de la historia que, según Kubrick, había empezado como un cuento de hadas. Durante el proceso, Kubrick le regaló a Aldiss un libro de Pinocho. Pero, como lo confesó Aldiss unos años después: «yo no podía o no quería, mirar los paralelismos entre David mi androide de cinco años de edad, y el ser de madera que se transforma en humano. Pero Stanley deseaba que David se convirtiera en humano y también deseaba que el hada buena se materializara». La escritura del guión siguió sin encontrar un rumbo. A pesar de que el mismo Aldiss confesó que el trabajo con el cineasta fue muy instructivo, «mi problema consistía en que yo había disfrutado de mi independencia durante 30 años. No me gustaba trabajar con nadie, y menos bajo sus órdenes». Los años pasaron y el guión no llegó a concluirse. Luego, Kubrick encontró otro escollo. Consideró que los efectos especiales, que se hacían en esa época, no eran suficientes, y por lo tanto, la producción de la película era compleja.
Stanley Kubrick falleció en 1999 y nunca rodó «Inteligencia Artificial». Luego, uno de los abogados de Kubrick, impulsado por Aldiss, le mandó el proyecto a Steven Spielberg. A él le gustó el proyecto. Además Aldiss le había enviado tres relatos más que completaban el esbozo de la película. Steven Spielberg compró los derechos de los otros relatos. Así fue como se produjo la película, que había empezado en la imaginación de Brian Aldiss.
Referencias
Los Súperjuguetes duran todo el verano, Brian Aldiss.
Wikipedia: Brian Aldiss
Wikipedia: Stanley Kubrick
El sucidia ejemplar, Marcial Souto, Periódico Página 12
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