En ciencias de la computación se denomina inteligencia artificial (IA) a las inteligencias no naturales en agentes racionales no vivos. John McCarthy, acuñó el término en 1956, la definió: “Es la ciencia e ingeniería de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes.”
Desde la antigüedad el ser humano ha estado trazando el camino que le permitiese desarrollar “máquinas inteligentes” y “máquinas pensantes”. El primer ejemplo lo encontramos en la Antigua Grecia, con Aristóteles, que intentó describir el funcionamiento racional de la mente, o Ctesibio de Alejandría, con una máquina automática que regulaba el flujo de agua, podemos encontrar los primeros pasos de esa búsqueda de las máquinas pensantes. El siguiente hito lo encontramos en la oscura Edad Media, época en la que se desarrolló uno de los trabajos más curiosos (y adelantados para su época) gracias a Ramón Llull y su obra titulada Ars Magna.
Ramon Lull (1232 – 1315), o Ramón LLull, es un beato de la ICAR, de que nació en la Ciudad de Mallorca en el siglo XIII y estuvo vinculado a la orden franciscana donde ejerció de filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero.
En el año 1315, Ramon Llull expresó en el Ars Magna la idea de que el razonamiento podía implementarse de manera artificial en un artefacto mecánico con el que poder mostrar las verdades de la fe cristiana de una manera tan clara que no hubiese lugar a discusión, es decir, Llull pretendía construir una máquina que demostrase que los dogmas de la fe cristiana eran correctos y una tesis, en forma de libro, que sin lugar a dudas pusiera sobre la mesa los errores que cometían los infieles. Ramon Llull llamó a este artilugio Ars Generalis Ultima o Ars Magna (Gran Arte)