Revista Educación

Inteligencia Emocional en la Escuela.

Por Achristin

Siempre hemos asociado a la Calidad Educativa con la inteligencia racional ¿Es necesario que la escuela se ocupe también de la Inteligencia Emocional? ¿En qué consiste educar la inteligencia emocional? ¿Qué componentes se deben tener en cuenta?
Inteligencia Emocional en la Escuela. Cociente Intelectual y Cociente Emocional. Daniel Goleman -Doctor en filosofía y ex profesor de la Universidad de Harvard- en su interesantísima obra. La Inteligencia Emocional, nos ha demostrado, con abundancia de datos provenientes de investigaciones científicas recientes, el poder de la inteligencia emocional para el éxito en la vida personal y profesional.
Goleman sostiene que la familia y la escuela, a lo largo de la historia, han sobredimensionado la importancia de la inteligencia racional, el Cociente Intelectual. Sin embargo no es esta cualidad el elemento más importante para el éxito en la vida familiar, laboral o profesional de las personas. Según él, la inteligencia racional sólo aporta el 20% para el éxito personal. El 80% lo aportan elementos como la autoestima, la autovaloración, la seguridad y la confianza en sí mismo, la perseverancia, la automotivación, la actitud positiva, la esperanza y el optimismo, es decir, todos aquellos elementos que caen bajo dominio de la Inteligencia Emocional.
Una reciente obra de Goleman, La Inteligencia Emocional en la Empresa, nos revela que en un estudio hecho a lo largo de sesenta años, sobre más de mil hombres y mujeres de alto Cociente Intelectual, a los que se siguió desde la infancia hasta la jubilación, los más seguros de sí en los primeros años resultaron ser los más exitosos en el desarrollo de sus carreras.
Por su parte, Jeanne Segal, en su obra Su Inteligencia Emocional. Aprenda a incrementarla y usarla sostiene que esperar salir adelante en la vida sólo gracias al Cociente Intelectual es como esperar que te quiten la licencia de conducir después de la prueba escrita solamente. Según ella, de acuerdo con una creciente cantidad de datos que así lo demuestran, el sentimiento es el recurso más poderoso que poseemos, pues las emociones son como salvavidas para el conocimiento de uno mismo y para la autoconservación, que nos conectan profundamente cono nosotros mismos y con los demás, con la naturaleza y con el cosmos, las emociones nos informan de cosas que son de mayor importancia para nosotros: las personas valores, actividades y necesidades que nos aportan motivación, entusiasmo, autocontrol y persistencia. Segal concluye que el conocimiento emocional y el saber hacer nos permiten recuperar nuestra vida y nuestra salud, preservar nuestra familia, entablar relaciones amorosas y duraderas y tener éxito en nuestro trabajo.
Pasar por alto las emociones es limitar las habilidades necesarias para llevar una vida sana y satisfactoria, porque al fin y al cabo, el corazón y la cabeza no están separados, las partes racional y emocional del cerebro dependen una de otra.
Como recuerdan muchos autores hoy en día, el Cociente Intelectual puede hacer que uno obtenga un rendimiento sobresaliente en un examen, pero no le hará progresar en la vida. Las relaciones personales e impersonales están bajo el dominio del Cociente Emocional, que es responsable también de nuestra autoestima, la conciencia de uno mismo, la sensibilidad social, la automotivación y la perseverancia.
Componentes de la Inteligencia Emocional ·   Conocer las propias emociones: es el profundo conocimiento de sí mismo. Es conocer las emociones para tomar correctas decisiones en la vida. ·   Manejar las emociones: es ser capaz de manejar las emociones negativas y controlar los impulsos. ·   La propia motivación: es estar motivado y ordenar las emociones con esperanza y optimismo cuando se tienen retrocesos en la búsqueda del ideal. Es lograr el autodominio postergando la gratificación y conteniendo la impulsividad. ·   Reconocer emociones en los demás: en tener empatía, o sea, conocer lo que sienten, las otras personas. ·   Manejar las relaciones: es tener habilidades sociales, llevarse bien con la gente, manejar las emociones en las relaciones, ser capaz de persuadir o de liderar.
Para educar la Inteligencia Emocional los maestros deben crear un clima que facilite las expresiones emocionales, tanto de los alumnos como de los adultos. Estas emociones deben poder expresarse tanto verbalmente como físicamente y visualmente. En las clases los maestros deben considerar trabajar con las emociones. El humor, coraje, alegría, son emociones que deben ser resaltadas, para comprender a los alumnos en el aprendizaje.
Los maestros deben modelar las expresiones de emoción, identificando y expresando sus propios sentimientos, creando así un clima rico en experiencia humana. Se deben brindar espacios en el aula para conocer las emociones y manejarlas. La escuela preocupada por el desarrollo pleno de las personas crea espacios como los destinados a las artes visuales, al teatro, la música, a la expresión corporal, para el desarrollo de estás inteligencias.
Autoconocimiento y autoconfianza. La piedra angular de la Inteligencia Emocional es el conocimiento de uno mismo. Para alcanzar las metas que te propones, para dirigir a otros, para ayudar a otros, es imprescindible, primero, descubrirte a sí mismo: tus cualidades y potencialidades, tus defectos y debilidades. Las personas que no conocen sus sentimientos se encuentran en desventaja. En cierto sentido son analfabetos emocionales, desligados de elementos vitales para triunfar en la vida familiar, profesional o social.
La conciencia de nuestras emociones, el sentir de nuestras emociones, es el primer paso para conducirnos apropiadamente hacia el logro de nuestras metas. El autoconocimiento es una magnífica herramienta de cambio y superación.
El autoconocimiento viene a ser la base de la confianza en sí mismo, un elemento indispensable para la automotivación y el éxito. Las personas que confían en sí mismas se consideran eficaces, con capacidad de asumir un desafío y de dominar una tarea nueva. Esta es una cualidad que tenemos desde muy pequeños y que podemos reforzarla constantemente. Si no la tenemos, es posible cultivarla. Recuerdo mucho a una niña de 6 años que en una excursión realizaba acciones muy arriesgada, subía árboles que no parecía a simple vista poder hacerlo y bajaba por zonas muy empinadas con gran habilidad. Muy asustado, yo iba detrás de ella para protegerla y le preguntaba: "¿No temes resbalar?". Con mucha seguridad contestaba: "No, soy fuerte, puedo lograr lo que me propongo".
La gente segura de sí misma inspira confianza en quienes le rodean, su autoconfianza les da fuerzas para tomar decisiones difíciles o de actuar según sus propias convicciones, pese a la oposición, el desacuerdo y hasta la desaprobación de quienes ostentan la autoridad.
Goleman afirma que la confianza en uno mismo se relaciona con lo que los psicólogos llaman: "autoeficacia", es juzgar positivamente nuestra propia capacidad de desempeño. La autoeficacia consiste en aquello que nos creemos capaces de hacer con nuestras habilidades. La habilidad por sí sola, no basta para garantizar un gran desempeño, es preciso creer en ella para utilizarla a fondo.
Las personas dotadas de autoeficacia aceptan el desafío de buen grado, mientras que los que dudan de sí mismos ni siquiera lo intentan, por muy bien que puedan desempeñarse. La autoconfianza eleva las aspiraciones, mientras que la autoduda las sofoca. Una característica común de quienes carecen de confianza en sí mismos es el miedo paralizante a parecer ineptos o el abandono o cambio de sus opiniones y criterios (aún si son buenos) cuando enfrentan un desafío, se acobardan al menor riesgo y temen expresar sus ideas.
Extraído de: LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ESCUELA Merino Hidalgo, Richard Licenciado en Psicología Director de la IE “Escuela Concertada Solaris”- Alto Trujill

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