Revista Coaching

Inteligencia emocional ¡una vida más feliz!

Por Dlodestro @dlodestro

La mayoría de las personas dependen de factores externos para sentirse bien.

La capacidad de gestionar nuestras emociones nos da mucho más poder para resolver  problemas, relacionarnos e incluso alcanzar una vida mucho más feliz.

La Inteligencia Emocional es una forma de interactuar que tiene muy en cuenta los sentimientos y comprende un amplio abanico de habilidades a desarrollar: control de impulsos, autoconciencia, motivación, entusiasmo, empatía o capacidad de comprender a otras personas, autodisciplina, etc.

Aprendemos a desarrollar nuestra inteligencia emocional en nuestra casa, con nuestros padres, familiares y personas más cercanas y precisamente porque la podemos aprender, es considerada una inteligencia.

Un niño emocionalmente inteligente tendrá mucho mejor rendimiento académico, mejor adaptación escolar y por supuesto una mayor capacidad de manejar sus frustraciones. De todas maneras, es importante tener presente que nunca es tarde para desarrollar la inteligencia emocional.

Una persona que es emocionalmente inteligente es capaz de desarrollar más habilidades sociales y sus relaciones interpersonales son mucho más satisfactorias. Mejora la imagen que uno tiene de sí mismo, el autoestima, y disminuyen los pensamientos autodestructivos, la tristeza, la ansiedad y el estrés.

Emociones negativas como el enojo, la ira, la tristeza, la culpa o el miedo, no sólo bloquean nuestro potencial, sino que hacen que nuestro cuerpo segregue hormonas nocivas para nuestra salud y calidad de vida.

Aprender a gestionar nuestras emociones es aprender a gestionar nuestra vida, nuestro entorno, nuestras relaciones e incluso nuestra salud.

Las personas estamos sometidas a miles de estímulos externos al cabo del día.

Quizá no podemos intervenir en esos acontecimientos, pero lo que sí podemos hacer es elegir la historia que nos contamos a nosotros mismos para generar la emoción y de esta manera poder provocar acciones más coherentes con los resultados que me gustaría lograr.

Tenemos derecho a sentirnos como nos sintamos, pero eso no nos excluye de la responsabilidad de elegir las emociones que sean más sanas para nosotros y nos hagan ser más operativos, resolutivos… y felices!

Fuente: Mundo Coaching Magazine  


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