Inteligencia financiera es uno de los elementos que definen parte del éxito dentro de la gestión financiera personal y empresarial. En ella se tocan aspectos relativos a la toma de decisiones y a la forma en que estas pueden tener un impacto positivo en el logro de los objetivos planteados a través de la planificación.
En ese sentido, vamos a tratar el tema de la inteligencia financiera con el fin de que se pueda incorporar a toma de decisiones personales y empresariales, en temas de inversión, gestión de deudas, ahorro y planificación.
El punto de referencia para definirla es la inteligencia emocional, que es el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender las de los demás, y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.[1]
En ese sentido, hablar de ella es hacer alusión a:
Esta se nutre de realidades permeadas por factores externos (Macro y micro economía, mercado, etc) y factores internos (Planificación financiera, consumo inteligente, etc). En otras palabras, es saber qué hacer de manera que no altere el flujo de efectivo personal o empresarial.
Por lo que, el desarrollo e implementación de la misma es sinónimo de crear un estado de equilibro en la manera en que se expenden los recurso económicos.
Para desarrollarla hay que partir de que dos elementos básicos:
Esto porque, en la medida en que se logren identificar los momentos y las oportunidades apropiadas, entonces habrá una mejor ejecución de los recursos disponibles y esto se logra a través de los perfiles de consumo.
Cada persona y empresa tiene un perfil de consumo, el cual viene de la mano de los estándares que se hayan establecido previamente. Es decir, si dentro de un perfil personal está que en la casa haya servicio de televisión por cable, entonces eso forma parte de sus requerimientos de vida, por ende se incluye dentro de su perfil de consumo.
Ahora, lo importante es saber cómo ajustar este perfil de consumo a la realidad personal, y es ahí en donde entra la inteligencia financiera, la cual le permite discriminar, no solamente cuáles son los estándares, sino cuáles aquellos que puede solventar.
En ese sentido, la persona o empresa debe ubicarse dentro de las realidades que le competen, esto es saber cuáles son sus capacidades. Y para ello la herramienta por excelencia es el presupuesto. Ya que este permite visualizar y dar una panorámica de rango de tolerancia financiera. Para que entonces esto se pueda extrapolar hacia las áreas de inversión, gestión deudas ahorro y planificación.
Para ello se sugieren los siguientes pasos:
- Definir el perfil de consumo: Partiendo de cómo satisfacer las necesidades y aspiraciones personales y empresariales.
- Establecer prioridades: Tener claridad de qué es lo inminente y qué lo postergable.
-
Presupuesto: Elaborar un presupuesto que contemple cada una de las partidas relevantes a la gestión financiera. Tomando en cuenta los factores de:
- Inversión
- Gestión de deudas
- Ahorro
- Planificación
- Definir realidades: Esto es contextualizar los estándares de vida al nivel de ingresos, de manera que no se cree un desequilibro financiero en el flujo de efectivo.
El concepto de inteligencia en el manejo financiero debe ser parte integral de la gestión económica y con ella lograr discriminar la forma en que se expende el dinero. Por lo tanto, la invitación es a incorporarla dentro de la administración del dinero y que ello represente un impacto positivo en la forma en que se gestionan los recursos económicos.
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[1] Definición Inteligencia Emocional Consultado 26/06/15
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