Intención de voto. Derecha contra izquierda. Pasado contra futuro.

El último sondeo de intención de voto muestra un empate técnico entre cuatro fuerzas políticas en España, hecho que no se verá reflejado en las urnas debido a la Ley d’Hont que hace que el voto de unas personas valga más que el de otras.

Las diferencias entre la primera fuerza política (Podemos) y la cuarta (Ciudadanos) es pequeña (sólo 2.7 puntos porcentuales). Pero no hay que quedarse sólo con los datos actuales.

Si observamos la tendencia de cada formación política es notorio el espectacular crecimiento de Ciudadanos y la estabilización de Podemos. Mientras que PP y PSOE tratan de remontar tímidamente; unos apelando a su cansina pero efectiva campaña del miedo, y los otros tratando de rememorar antiguos éxitos en base a un líder de imagen híbrida entre Adolfo Suárez y Felipe González.

Parece claro que Ciudadanos ha llegado para cubrir el espacio de la derecha moderada que el PP sólo ocupó de boquilla, relegando el PP a la derecha más rancia. El PSOE continúa aburguesado en su centro izquierda, dejando amplio margen de crecimiento a la izquierda de Podemos que ya ha fagocitado de facto a IU.

Es interesante ver como la transversalidad que esconde las ideologías de Podemos y Ciudadanos ha sido una herramienta suficientemente potente como para arrinconar a UpyD que finalmente morirá a manos del ego de su fundadora.

Los datos muestran, además de la sempiterna lucha entre derecha e izquierda (decantada momentáneamente hacia la izquierda), la lucha entre lo viejo y lo nuevo. Entre la clásica y rancia concepción de la política encarnada por PSOE y PP y las nuevas voces jóvenes que llegan de la mano de Podemos y Ciudadanos.

Me resulta interesante ver como la gran mayoría de la gente que estaba huyendo de la política por estar totalmente alejada de la realidad de la calle, está volviendo con la esperanza de que las nuevas formaciones puedan hacer lo que otros no han querido hacer por ellos.

Habrá que estar atento a la evolución que hay entre lo nuevo y lo viejo, entre la nueva derecha y la nueva izquierda y cómo las formaciones antiguas encajan en este nuevo panorama político diseñado sólo para dos, pero con cuatro invitados a comer.

Para finalizar sólo un pequeño inciso al hilo de unas divertidas declaraciones del líder del PP -al que le deben de escribir los discursos gente que vive encerrada en los Jardines de Versalles en tiempos de Luís XVI- que apeló a la normalidad diciendo que su partido era para gente normal, para gobernar a gente normal y dando a entender, por ende, que lo normal era votar al PP. Aparte de la discriminación habitual de la que hace gala, tengo que decir que la normalidad viene marcada por la mayoría (equivocada o errónea) y viendo las encuestas alrededor del 80% no tiene intención de votar al PP, es decir, que lo normal es no votar al PP.