Estíbaliz
Estíbaliz tuvo un accidente de pequeña, cayó a horcajadas sobre una barra de acero, en un parque, y se quedó muy quieta, sobre la barra, a horcajadas, como si fuese una amazona. La sangre empezó a empaparle los pantalones y subió por la camiseta, permeando de rojo toda su ropa. La llevaron a urgencias, a su padre le preocupaba sobre todo que su pequeña no perdiese la virginidad, eso era lo más importante para el padre, y Estíbaliz me lo cuenta orgullosa. A Estíbaliz la enorgullece que su padre apreciara tanto su celibato, su pureza. Los médicos tranquilizaron al padre: el himen estaba intacto. Después, ahora, Estíbaliz me echa el humo de su cigarro a la cara y me pregunta si sé lo que significa. Si sé lo que significa ¿el qué? Que te echen así el humo a la cara. No, no lo sé. Significa que si quieres hacer el amor. Que si quieres folllar. Me pongo nervioso y la imagino sobre la barra de acero, violada por el mobiliario del parque a los doce años. Me pongo nervioso y fumo yo también y la echo el humo a la cara como si la escupiera con dulzura. Luego no hacemos nada o adaptamos el amor a nuestro modo delicado e inocente, que es una forma siniestra y pervertida de la sexualidad; nos besamos muy quietos y muy juntos, luego fumamos más cigarrillos, nos contamos episodios reales de nuestras vidas. Yo le cuento a Estíbaliz que de pequeño me aterrorizaba el camión de la basura, ella insiste con el accidente, la sangre, la violación ficticia. Estíbaliz tiene una figura de mujer perfectamente hecha, pero aún no ha cumplido los veinte, masca chicles de fresa, se pinta los labios de rojo y la raya de negro, fuma cigarrillos More: así la recuerdo. Yo tengo el pelo largo, unos vaqueros muy ajustados y muy usados, camisetas con nombres de grupos en inglés, cajetillas rojas de Marlboro: así me recuerdo.
Filed under: creacion literaria