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Por Por Joseph S. Nye *
El imparable rol de los nuevos medios trastoca el equilibrio del poder mundial.
Mientras los regímenes árabes lidian con manifestaciones alimentadas por Twitter y Al Jazeera , y los diplomáticos norteamericanos intentan entender el impacto de WikiLeaks , resulta evidente que esta era de la información requerirá una comprensión más sofisticada de cómo funciona el poder en la política mundial.
Dos tipos de cambios de poder se están produciendo en este siglo: la transición del poder y la difusión del poder. La transición del poder de un Estado dominante a otro es un patrón histórico familiar, pero la difusión del poder es un proceso más novedoso. El problema para todos los Estados hoy es que cada vez suceden más cosas fuera del control de hasta los Estados más poderosos.
A pesar de todas las predicciones de moda, de que China, India o Brasil superarán a Estados Unidos en las próximas décadas, las mayores amenazas pueden provenir de bárbaros modernos y actores que no son Estados. En un mundo de ciberinseguridad basado en la información, la difusión del poder puede ser una amenaza mayor que la transición del poder.
¿Qué significará ejercer el poder en la era de la información global del siglo XXI? ¿Qué recursos producirán poder? La opinión generalmente aceptada siempre sostuvo que prevalece el Estado con el ejército más grande. Hoy, no está claro sin embargo cómo medir un equilibrio de poder, mucho menos cómo desarrollar estrategias de supervivencia exitosas para este nuevo mundo.
La mayoría de las proyecciones actuales de un cambio en el equilibrio global del poder se basan principalmente en un factor: las proyecciones de crecimiento del PBI de los países . Ignoran las otras dimensiones del poder, entre ellas el poder militar duro y el poder blando de la narrativa, para no mencionar las dificultades en materia de políticas que implica combinarlas en estrategias exitosas.
Los estados seguirán siendo el actor dominante en el escenario mundial, pero encontrarán que el escenario está mucho más poblado y es más difícil de controlar. Una parte mucho mayor de sus poblaciones tiene acceso al poder que proviene de la información.
A los gobiernos siempre les preocupó el flujo y control de la información, y el período actual no es el primero en verse marcadamente afectado por cambios drásticos en la tecnología de la información.
Lo que es nuevo -y lo que vemos que se manifiesta hoy en Oriente Medio- es la velocidad de la comunicación y el acceso al poder tecnológico de una franja mayor de actores. La era de la información actual, a veces llamada la “tercera revolución industrial”, se basa en avances tecnológicos rápidos en computadoras, comunicaciones y software, lo que a su vez condujo a una caída dramática del costo de crear, procesar, transmitir y buscar información de todo tipo. Y esto implica que la política mundial ya no puede ser competencia única de los gobiernos.
A medida que se reduce el costo de las computadoras y la comunicación, los individuos y las organizaciones privadas, que van desde corporaciones y organizaciones no gubernamentales hasta terroristas, tienen el poder para desempeñar un papel directo en la política mundial.
La difusión de la información implica que el poder se distribuirá más ampliamente, y las redes informales minarán el monopolio de la burocracia tradicional. La velocidad del tiempo de Internet significa que todos los gobiernos tendrán menos control sobre sus agendas. Los líderes políticos gozarán de menores grados de libertad antes de que deban responder a los acontecimientos, y luego tendrán que competir con una cantidad y una variedad cada vez mayor de actores para ser oídos.
Somos testigos de esta realidad mientras los estrategas políticos norteamericanos luchan por lidiar con los disturbios de Oriente Medio de hoy. La caída del régimen de Túnez tenía profundas raíces domésticas, pero el momento en que se produjo tomó a los foráneos, entre ellos el gobierno de Estados Unidos, por sorpresa. Algunos observadores atribuyen la aceleración de la revolución a Twitter y WikiLeaks .
En una era de la información, la política inteligente combina el poder duro y el poder blando . Dado lo que representa Estados Unidos, la administración Obama no puede permitirse ignorar la narrativa de poder blando de democracia, libertad y apertura.
* Joseph S. Nye, Profesor De La Universidad De Harvard. Ex Subsecretario De Defensa De Los Estados Unidos.
Fuente: clarin.com