#88
Al sabio cuyas palabras son ambiguas lo llamas grandioso.
A los que abogan por disciplina, los rehuyes.
Con uno, tratas las palabras de la forma que tú quieres.
Con el otro, resientes el no tener cuartel.
Es desafortunado que necesitemos las palabras del sabio. Aunque son esenciales cuando comenzamos un camino espiritual, pueden causar problemas porque deben ser interpretadas para ser entendidas. Porque las palabras son imperfectas, cada generación se reescribe a si misma.
A la gente le encanta la ambigüedad, especialmente cuando se trata de religión. Pueden interpretar las cosas de la manera que quieran. Si no les gusta la forma que se le da a una enseñanza en particular, inventan maneras de rodearla, que es por lo que tenemos tantas autoridades, escuelas y sectas.
No es casualidad que los sabios más venerados estén muertos. No están por aquí para corregir nuestras nociones equivocadas, para cambiar sus enseñanzas, ni para cometer errores que pudiesen mitigar nuestra reverencia. Cristo, Mohammed, Buddha, Lao Tzu -¿cuántos de nosotros somos realmente devotos a la sabiduría que personificaban? ¿O los hemos convertido en meras pantallas sobre las que proyectamos nuestras propias ideas?
Es importante pasar tiempo con un maestro vivo, uno que pueda corregir errores y disciplinarte. Pero el objeto de dicho estudio no debería ser la creación de una nueva ortodoxia. Tu meta debería ser, en cambio, el llevarte a un estado de independencia. Todas las enseñanzas son meras referencias. La verdadera experiencia es vivir tu propia vida. Entonces, incluso las más sagradas de las palabras son sólo palabras.
La meditación de hoy para el hemisferio norte es la #270, Barriendo Vía: VivirTao