A mitad del camino de Un Día cualquiera de Dennis Lehane, que diría Dante, hago un pequeño alto para comentarles, para empezar, que no deberían perderse el interesantísimo artículo que, bajo el título de “Masters of America”, publica Mark Lawson en el Guardian de hoy. Surge dicho texto, por supuesto, de la recentísima muerte de Salinger y analiza, entre otras cosas, la importancia que la II Guerra Mundial tuvo en la formación de esa gran generación de autores norteamericanos fallecidos en los últimos años: Saul Bellow (2005), Norman Mailer y Kurt Vonnegut (2007), John Updike (2009) y el propio JD Salinger (2010); o aún con vida –por suerte para todos- Philip Roth y Gore Vidal.
Al ver juntos los nombres de estos titanes, una tiende a alinearse con el Lawson que cierra su primer párrafo diciendo aquello de
“It's clear that an era in American literature is coming to a close”,antes que con el que, ya cerca del final, nos invita al optimismo comparando las declaraciones de Gore Vidal y Philip Roth sobre el déficit cultural en EE.UU con el característico atavismo que lleva a los grandes deportistas de una generación a creer que los grandes logros son cosa de su época y no serán superados por la decepcionante generación que ha de tomar el relevo:
“The history of sport, though, warns us that the great players of the past are prone to believing that the finest achievements belonged to their own era and will not be bettered by the disappointing generation which follows.”
No digo que esto último no sea cierto pero yo hubiera elegido otros nombres antes que los de Jhumpa Lahiri, Junot Díaz y Chang-Rae Lee como baluartes de esa supuesta nueva era que comienza; en primer lugar, porque sólo he leído al tercero y, en segundo lugar, porque su Desde las alturas me pareció en su momento poco más que un muy muy lacrimógeno melodrama.
Cambiando de tercio, aunque no del todo, me he asomado también hoy por aquí para dejarles una pequeña muestra de la maestría con la que Anne Tyler arma sus diálogos. El botón procede de La brújula de Noé y aunque mi reacción ante esta novela no es tan entusiasta como la de Javier Aparicio Maydeu –hoy en el Babelia- no puedo dejar de quitarme el sombrero ante esta cronista de la rutina y lo banal con la que, quizá, hoy sólo pueda competir una más penetrante Lorrie Moore.
“- Además –prosiguió Liam-, esa factura corresponde a tres días. Diez, once y doce de junio. ¡Pero yo estaba inconsciente el día diez! ¿Cómo iba a encargar un teléfono si estaba inconsciente?
- Podría haberlo encargado alguien que fue a visitarlo –dijo la mujer tras otra pausa.
- No fue nadie a visitarme.
- ¿Cómo lo sabe si estaba inconsciente?
Este último comentario llegó a toda velocidad, sin pausa, triunfante.”
La brújula de Noé
Anne Tyler
El optimismo al que nos invita Lawson parece, al fin y al cabo, una actitud más que sensata.