Revista Libros
Lo sé, lo sé... tengo este rincón muy descuidado pero el tiempo no da más de sí. Quise pasar por aquí cuando leí la divertida Ventajas de viajar en tren de Orejudo. Quise también dejarles por aquí la crítica de la muy recomendable Todo lo que soy de Anna Funder, que todavía pueden leer en el Qué Leer del casi agotado ya mes de noviembre. No hubo manera. Llegó luego además la gripe estacional -o algo muy parecido- a poner las cosas más complicadas... Reparto ahora mismo mi tiempo entre The casual vacancy de J. K. Rowling, sobre la que podrán leer donde Vds. ya saben el próximo mes de enero y la magnífica El latín ha muerto ¡Viva el latín! de Wilfried Stroh, que contra toda probabilidad pero con todo merecimiento se ha convertido en best-seller en Alemania. He encontrado, no obstante, un hueco, por fin, para pasarme por aquí a dejarles la crítica que más arriba les mencionaba, así como para recomendarles la lectura de la muy singular La abadía de Crewe de Muriel Spark, un descacharrante Watergate ambientado intramuros de un convento de clausura y que, como todo lo de su autora, no deja títere con cabeza. Así que ya saben, lean, lean... “Todo lo que soy”Autora: Anna FunderTraductora: Gemma Rovira OrtegaEditorial: Lumen480 páginas. 23.90 euros[4 tinteros]
La memoria es caprichosa y no atiende a voluntades. Ruth Wesemann, una octogenaria arraigada en Sidney, agota sus últimos días rememorando los de la agonizante República de Weimar y el pujante monstruo nacionalsocialista. Es, sin embargo, incapaz de seguir conversaciones mundanas sobre el propio desayuno o la localización de los productos de limpieza. A su vez, Ernst Toller, ideólogo, poeta y dramaturgo alemán, se fuerza a recordar en una habitación de hotel lo que durante seis años ha preferido obviar mediante simple y llana omisión o aséptica mención. Pese a la apariencia de contemporaneidad de ambas voces, más de seis décadas las separan. No obstante, entre los dos componen en alternativo relato en primera persona el diédrico retrato de Dora, prima y amante, y también su Pasión. Con mayúsculas, sí. La acción bien puede transcurrir entre el Berlín de Hitler y el Londres de Chamberlain y Churchill y denunciar la pasividad y connivencia inglesas ante las acciones de la Gestapo y las SS en suelo británico, pero hay algo mesiánico en el sacrificio de Dora, apóstol antes que mártir, y hay también, por supuesto, un Judas Iscariote con sus treinta monedas de plata.Vstedes, no obstante, no se dejen engañar por tan piadosa analogía, pues Todo lo que soy es, ante todo, una novela seria y bien documentada, que a sus no pocos méritos añade su cualidad absorbente y lo trepidante de su ritmo e invita a seguir muy de cerca la trayectoria de su autora.[Publicado en Qué Leer, noviembre 2012]