No hay nada en lo que pueda pensar cuando me siento mal. Nada me sirve de consuelo. Como mucho lo que puedo hacer es distraer la mente con cosas como escribir, hacer fotos y ver películas, eso es todo. Supongo que no seré el único a quien le pase, lo que sucede es que no estoy acostumbrado a sentirme mal y menos tantas veces. Por lo general soy un tipo con la energía bastante alta y con mucha resistencia. Aunque creo que debería decir “era” en vez de “soy”. Esta enfermedad te va matando poco a poco y te va cambiando la personalidad porque dejas de poder hacer las cosas que hacías y ya no puedes pensar como solías hacerlo. Y duele mucho más si pienso en la gente que me quiere porque ellos son los verdaderos sufridores de este cuento.
Pero basta. No me quiero poner denso. Con una foto tan bonita como la que he puesto hoy no vale la pena ponerse a pensar en lo mal que estamos. Además hoy es domingo de resurrección, nada más y nada menos, el día que el tipo volvió de entre los muertos. ¿Lo habéis pensado alguna vez? Volvió de entre los muertos, así, como suena. Es increíble lo que nos hacen creer. Yo de verdad que alucino. Cada día soporto menos el cuentecito católico. Y eso que, en teoría, me debería servir de consuelo y de inspiración. Unos caraduras, eso es lo que son, unos jeta que han montado un imperio a base de engatusar a la pobre gente que necesita tener fe en algo elevado, algo supremo que les sirva de escape a las mierdas que se tienen que comer cada día. Menuda panda de golfos. Es indignante ver cómo llevan dos mil años aprovechándose del pueblo. Toda una lección de cómo dirigir una empresa, aunque juegan con ventaja porque, en este caso, el Presidente del Consejo de Administración es, ni más ni menos que Dios. Y así, claro, todo es más sencillo.
En definitiva, me parece que esto de escribir me ha vuelto a subir el ánimo. Así, como por arte de magia. Habrá gente que lo considere una intervención divina, pero entonces también tendríamos que considerar el cáncer como una intervención divina ¿no? Pues mire usted, con amigos así para qué quiero enemigos. ¡Cómo me gustaría poder charlar un rato cara a cara con el Presidente del Consejo de Administración! Tengo tantas cosas que decirle que no sabría por dónde empezar. Y, mira por donde, hoy sería un buen día para esa reunión. Lo digo porque imagino que estará feliz ¿no? Después de todo uno no resucita todos los días…