Él, Nacho, mira a través de un visor y habla con las manos. Nos conocimos hace dos años, mientras compartíamos tardes enteras de literatura y viajes entre aulas. Menudo, rubio, ojos azules y voz nerviosa, Nacho Giralt se confirmó tras aquel máster en Periodismo de Viajes en fotógrafo. Desde entonces ha pateado Tailandia, Camboya, Egipto, Marruecos, Indonesia, Polonia, Croacia, Japón… hace unos meses se fue solo a viajar por Madagascar.
Contenido
- 1 Has hecho una exposición con algunas de tus fotografías de este país pero ¿con qué imagen personal te quedas de Madagascar?
- 2 ¿Has llegado a conocer a alguien que te haya impactado?
- 3 ¿Alguna anécdota frustrante?
- 4 ¿Por qué fotografías?
- 5 ¿Imágenes para el recuerdo?
- 6 ¿Te gustaría poder vivir de la fotografía?
- 7 Nos conocimos estudiando un máster y casualmente ambos hemos trabajado en la Sagrada Familia, ¿qué recuerdas de esta etapa?
- 8 No se trata de ser turistas, sino de la actitud que llevas al viajar.
- 9 Licenciado en Comunicación Audiovisual con un máster en Periodismo de Viajes y otro en Publicidad. ¿Con qué te ganas la vida actualmente?
- 10 Hay gente que desea la estabilidad, y cuando la encuentra, de repente eso que tanto ansiaba ahora se llama rutina.
- 11 ¡África! Cuéntame.
- 12 ¿Comenzarías el viaje solo?
- 13 “Quizá”. ¿Qué es para ti ser feliz?
- 14 About the author
- 15 Relacionado
Has hecho una exposición con algunas de tus fotografías de este país pero ¿con qué imagen personal te quedas de Madagascar?
Pues una de las que más me impactaron fue precisamente lo que vi desde el avión, parece que llegas a otro planeta. La vista aérea diría que es comparable a Marte, todo rojizo. Pero más allá de los paisajes y la tremenda hospitalidad de su gente, algo que me sorprendió bastante fue que los de Madagascar no se sienten africanos. Ten en cuenta que los primeros que llegaron a la isla eran de la Polinesia y por eso tienen esos rasgos físicos tan característicos.
¿Has llegado a conocer a alguien que te haya impactado?
Allí hablan el malgache y como segundo idioma hablan francés, y yo no. Al final te puedes hacer entender y tener una comunicación básica pero no puedes ir mucho más allá sin conocer el idioma. Para mí eso es una barrera, me daba la sensación de que me estaba perdiendo la mitad del viaje. Pero evidentemente yo no era el único viajero y sí que iba cruzándome con gente que hablaba inglés. Conocí a un tipo que había recorrido África de punta a punta y que en aquel momento estaba haciendo lo mismo por Madagascar, en bici. Compartimos cena y yo me llevé una libreta que llené de consejos suyos.
¿Alguna anécdota frustrante?
Sí, pero no por ellos sino por mí mismo. Cuando puse la batería de la cámara a cargar yo no sabía que allí cada noche cortan la luz, no hay electricidad hasta la mañana siguiente. Al levantarme todavía tenía algo de batería pero el cargador se había roto. Había una tienda Canon en la capital, les escribí un email y me contestaron que no tenían una batería de mi modelo. “Si Canon no tiene, ¿quién va a tener?”, pensé. Estuve 3 días buscando el cargador y preguntando a unos y a otros y tras recorrerme varias tiendas encontré uno compatible. Fue una aventura que también disfruté a pesar de los nervios, las cosas pasan por algún motivo y me dije que debía saber disfrutarlo igual sin la cámara. “Haz fotos con la mirada, sabes hacerlo”. Todos mis viajes son fotográficos pero, durante la incertidumbre de aquellos días, se convirtió en un viaje diferente.
¿Por qué fotografías?
Mis padres me regalaron una réflex al cumplir los 18 años, fue mi deseo porque de siempre me gustó hacerle fotos a todos y a todo. Lo que me gusta de la fotografía es que, teniendo una buena base de conocimientos (luz, composición etc.) todo lo demás es libertad.
¿Imágenes para el recuerdo?
Para mí sí, aunque la mayoría de mis fotos no las ve nadie. Disfruto mucho cuando vuelvo del viaje, dejo unos días y luego me pongo a revisarlas todas. Incluso si la foto no es buena técnicamente hablando no la borro porque quiero guardar ese recuerdo. La mayoría de mis fotos no las ve nadie más que yo. Tampoco juego a enseñar más allá, simplemente capturo aquello que me impacta.
¿Te gustaría poder vivir de la fotografía?
Sí, pero no sé por dónde empezar. Lo veo muy utópico.
Nos conocimos estudiando un máster y casualmente ambos hemos trabajado en la Sagrada Familia, ¿qué recuerdas de esta etapa?
Allí estuve trabajando un año y medio. Al principio estaba contento de trabajar en un sitio privilegiado pero conforme pasaba el tiempo me molestaba cada vez más la conducta de la gente.
No se trata de ser turistas, sino de la actitud que llevas al viajar.
Exacto. No soportaba la mala educación, la falta de respeto, los aires de superioridad.
Licenciado en Comunicación Audiovisual con un máster en Periodismo de Viajes y otro en Publicidad. ¿Con qué te ganas la vida actualmente?
Pues estoy trabajando en el sector de la publicidad pero no estoy especialmente motivado. Quizá porque mi puesto es de gestión, para hacer lo que hago no hay que estudiar todo lo que yo lo he hecho.
Hay gente que desea la estabilidad, y cuando la encuentra, de repente eso que tanto ansiaba ahora se llama rutina.
Yo he tenido que empezar a trabajar en esto para descubrir que no puedo estar ocho horas en una oficina. Soy demasiado nervioso y necesito otros estímulos. Si llevo solo cuatro meses y sé que no es lo mío… no me imagino haciéndolo toda mi vida. Estoy en un momento en el que me planteo muchas cosas, como irme a vivir a África.
¡África! Cuéntame.
Saldría de mi casa, cogería un tren en la estación de Sants y cuatro meses más tarde llegaría a la costa de Kenia. No seguiría la ruta que me recomendó el hombre que conocí en Madagascar porque su planteamiento era mucho más aventurero, yo busco gente. Por eso iría por la costa.
¿Comenzarías el viaje solo?
En principio sí, es lo que quiero hacer porque quiero que sea mi experiencia, mi ruta. Pero por otro lado siento que las cosas no hay que planificarlas tanto, si alguien se me cruza en este tiempo y se quiere venir conmigo porque nos hayamos convertido en inseparables, si en ese momento le digo que sí, que sea así. Seguro que va ir bien. A la vida no hay que darle tantas vueltas, ya nos la complicamos demasiado. A día de hoy te digo que me iría solo. Y una vez en Kenia, me buscaría un empleo. Quizá mi sueño sea montar un hotelito con bungalows en la costa keniata.
“Quizá”. ¿Qué es para ti ser feliz?
No lo sé, la gracia de la vida es no saberlo. En cada momento puede hacerme feliz algo diferente, un día te enamoras y estás muy bien y en otro te das cuenta que ya no funciona. Que el trabajo que esperabas realizar ya no te llena… todo va cambiando y no debe molestarnos ese cambio. Por ejemplo, cuando empiezas a estudiar una carrera comienzas muy emocionado y piensas que es lo mejor del mundo. Y así debe ser porque si no, no lo harías. Pero uno va evolucionando y a los pocos años descubres que hay otra cosa que te llama más la atención. Esa es la gracia.
Rápidamente- ¿A qué huele Madagascar? A tierra.
- ¿Qué libro te ha marcado mucho? Te diré dos, uno que me queda lejos y tengo que volver a recoger y el último: Océano África. Las geniales impresiones de Xavier Aldekoa sobre sus vivencias en África.
- ¿Cuándo ha sido la última vez que has jugado, y a qué? ¡Qué mal, no lo recuerdo! Nota personal: ¡Jugar más!
- ¿Qué es lo contrario a viajar? ¿Será morir?
- ¿Qué consejo le darías a un niño? Sé tu mismo y haz lo que te salga de dentro siempre que no cruces la línea del respeto.
- ¿Por qué no existe comida para gatos con sabor a ratón? Porque entonces los gatos ya no perseguirían a los ratones, ¿no? Se limitarían a comer. ¿Qué haríamos sin Tom y Jerry?
Esta entrevista forma parte de la serie “Genios terrenales”. Una selección de la exposición “Into another world” estará durante este mes de noviembre en el café Milans. La entrada es libre pero si te quedas con ganas de más o no estas por Barcelona, no dejes de visitar su web.