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Intocable, ácida ternura a carcajadas

Publicado el 11 abril 2012 por Ruta42 @ruta42

Intocable, ácida ternura a carcajadasCuenta el dicho popular aquello de lo bueno que es que hablen de uno, aunque sea mal, pero que hablen. Y si hablan bien mucho mejor, no hay duda, e Intocable de los directores Olivier Nakache, Eric Toledano puede alardear de haber recibido bastantes más opiniones de esta segunda clase, no sólo aquellas procedentes de las firmas de los críticos, sino del a veces mucho más efectivo boca a boca del público. No hay que precipitarse, las expectativas pueden convertirse fácilmente en un arma de doble filo, tan pronto como el trabajo que las ha creado no cumpla con lo que promete. En el caso de aquellos que aún deseen ver Intocable, pueden respirar tranquilos: deliciosa, divertida y agradable, la película merece la entrada de cine.

Todo comienza cuando Driss acude a la entrevista de trabajo para un puesto como cuidador de Philippe, tetrapléjico; no con la intención de acceder en él, sino de conseguir la tercera de las firmas de rechazo de personal, que le dará derecho a paro.

Al día siguiente, y con la promesa del documento firmado, el protagonista aparece de nuevo, esta vez para quedarse: Philippe (François Cluzet) lejos de dar su firma, decide que Driss (Omar Sy) es el candidato indicado para llevar a cabo sus cuidados, y le ofrece un mes de prueba. Driss ha pasado seis meses en la cárcel y ya no tiene sitio en la vivienda familiar donde vivía hasta entonces; sin seguridad sobre si durará más de quince días, acepta el reto.

Los suburbios de París se instalan en el centro, el funk y otros sonidos callejeros irrumpen en una casa tan opulenta como pulcra,  donde suena el Ave María de Schubert. El choque  es sin embargo amable, Driss comienza previsiblemente, negándose a realizar ciertas tareas para más tarde y como no podía ser de otra forma, acabar cumpliéndolas diligentemente, no sin haber realizado primero torpes intentos.

El protagonista cambiará la forma, pero no el método, expeditivo y sin miramientos, directo y concupiscente. En él no cabe, porque nunca cupo, compasión; rasgo que en principio podría caracterizarse como defecto, resulta el punto determinante para que Philippe lo acepte como sus piernas y sus brazos. También aceptará sus consejos e incluso sus cigarros de liar, no siempre con tabaco exclusivamente.

Intocable, ácida ternura a carcajadas

Decía François Cluzet a su compañero Omar Sy que éste tendría que actuar por los dos. Por cumplir las pretensiones de su compañero o, sencillamente, por un buen hacer en realización, lo cierto es que ambas actuaciones se complementan: Sy dispara y Cluzet recibe al vuelo, encajan. Y encajan también el resto del reparto con esa pieza central, Sy (o Driss), que carga el peso del guión, atractivo indudable de la comedia.

Y es que el trabajo del tándem Nakache y Toledano, autores de otras piezas como Y tan amigos o Aquellos días felices, no baja de nivel en todo el largometraje, acaso sólo en los últimos minutos, cuando el tono del argumento se vuelve tanto más nostálgico, si bien consigue definir un buen final.

Resulta admirable la facilidad con la que consigue provocar la carcajada del espectador mediantes bromas y chascarrillos que mayoritariamente se dirigen al problema de Philippe, la tetraplejia, chistes que nunca pierden ni acidez ni espesor, a pesar de parecer revestidos de un halo de humor blanco que los convierte en aceptables por todas las sensibilidades que se sienten a ver Intocable.

La escafandra y la mariposa también narra la biografía real de un multimillonario con problemas de movilidad. La cena de los idiotas por su parte, es comedia desde la intro hasta su escena final. Vete y vive también habla de la marginación en determinados contextos sociales, mientras que Hoy empieza todo deja claras las consecuencias de una desestructuración familiar. Lo que tienen en común éstas películas y la de Intocable es su procedencia, el cine francés.

Cualquiera de ellas es un largometraje más que recomendable, y no cabe duda que el Intocable también lo es. Sin embargo esta última destaca por encima del resto en un punto que en el mercado actual del cine, más cuando éste se refiere a términos europeos, resulta más que destacable, y es su asequibilidad.  Intocable gustará  a quien le encante comer palomitas en el cine, pero también a quien se haya visto y conozca los autores de todos los títulos señalados anteriormente.

Intocable es fiel ejemplo de cómo calidad y rentabilidad no han de estar reñidos. El arte como mercado o como pretenciosa exclusividad erudita queda finamente implícito en la película, que puede hacer halago de hacer buen uso de ambas corrientes. Una reflexión al necesario alcance de todos, y que podría empezar con el diálogo que vienen a continuación, y que se incluye en el del largo. También por si alguien quiere ir tomando postura hasta la butaca.

“Philippe: ¿Por qué a la gente le gusta el arte?
Driss: No sé, ¿Por qué es un negocio?
Philippe : No. Porque es la única huella de nuestro paso por la tierra”.

Intocable, ácida ternura a carcajadas

 

Dafne Calvo

 


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