Revista Opinión

Introducción a un estudio semiótico del mito en la cultura Colombiana, Según Barthes.

Publicado el 16 abril 2018 por Carlosgu82

INTRODUCCIÓN

Esta investigación, así como su grupo de trabajo, se basa, principalmente, pero no únicamente, en los parámetros planteados en el texto El mito de hoy de Roland Barthes y diferentes textos y estudios semiológicos.  Esta investigación, así como su grupo de trabajo, se basa, principalmente, pero no únicamente, en los parámetros planteados en el texto El mito de hoy de Roland Barthes y diferentes textos y estudios semiológicos.  Mediante el pensamiento Semiótico, se puede hacer un estudio detallado sobre las diversas estrategias por las cuales el poder crea sujetos con determinada ideología. La semiología, en los últimos años, se ha presentado como una de las formas más eficaces para ver a través de los medios de interpelación del poder, como los mitos, por esta razón, nuestro grupo de estudios plantea hacer una estudio diacrónico del mito en la cultura colombiana, identificando sus mitos más relevantes. Para de esta manera entender el funcionamiento y el nacimiento de la ideología predominante en la cultura colombiana.
PROBLEMA
Si se entiende que existe un poder, que está detrás de varias estrategias de manipulación,  de interpelación, que tienen como fin crear un sujeto, hacer a un individuo partidario de determinada ideología; entendemos, también, que se puede ver a través de estas estrategias específicas. Pero ¿con qué fin?  Como expone Barthes (1957) en su apartado La burguesía como sociedad anónima, el éxito rotundo que tiene este poder burgués radica en su invisibilidad, dada y auspiciada por la omnipresencia de esta ideología. Esta omnipresencia es creada por lo que Barthes llama un mito. Pero si entendemos que su éxito se da porque las personas no son conscientes de ello, es decir, porque no pueden verlo y por eso lo adoptan inconscientemente, sin darse cuenta; podría entenderse, también, que si las personas pueden ver estas intenciones, podrán ver a través de la naturalidad con que estos métodos de interpelación se les presentan. Con esto en mente, esta investigación quiere dar un aporte a la solución de este problema, al menos en el contexto colombiano, haciendo un estudio detallado de los mitos y mecanismos de interpelación con que la ideología burguesa ha creado millones de sujetos en este país, para de este modo, delatar la naturalidad e invisibilidad con que éstos se muestran.

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL
Hacer un estudio diacrónico del mito en la cultura colombiana.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
⦁ Identificar los mitos o comportamientos de la cultura colombiana que se tomarán de base para iniciar su posterior estudio.⦁ Investigar las diferentes expresiones de los mitos identificados a través del tiempo, desde el presente hasta sus primeras apariciones en los medios o en la cultura.⦁ Analizar y estudiar los datos recolectados. Esta será una fase de estructuramiento y redacción.⦁ Publicar y divulgar los resultados obtenidos.

MARCO TEÓRICO
Mito
El mito, según Roland Barthes, es, primero que todo, un segundo sistema semiológico, es decir, un habla  sobre un habla. En otras palabras, un mensaje que se muestra y tiene como medio un mensaje ya establecido. El mito tiene como objetivo incrustarse dentro del individuo, en otras palabras, hace  pasar por  “inocente” un determinado mensaje,  que contiene una fuerte carga ideológica, la cual es tomada por el sujeto de manera inconsciente  como un modelo a seguir, por lo tanto, es naturalizada; (un signo que coloniza al individuo).
El primer sistema semiológico, el cual barthes llama un sentido, es el inofensivo, el que se vale por sí mismo y es el lugar donde donde se esconde la forma, que da vida al segundo sistema semiológico, el cual Barthes llama significación, por esto, dice Barthes (1957): Lo interesante del mito es este juego de escondidas entre el sentido y la forma (p.210). Pero ¿Qué es la forma? La forma es el significante de la significación la cual vive en el sentido, lo deforma, pero que no es el sentido en su totalidad, solo se encuentra en él. Tomando como referencia el cuadro que propone Barthes (1957. P.207) proponemos el siguiente cuadro para intentar explicar el mito:
Primer sistema semiológico
Segundo sistema semiológico

Así que el sentido es el universo creado, el producto que se nos muestra, donde, además, la forma se esconde, se vale del sentido para pasar desapercibido, pero que, por su condición de significante, nos remite a un significado, al concepto, donde encontramos al mito mismo, a la significación.
Estudio diacrónico del mito
Éste es un término que Barthes (1957) introduce y define de la siguiente manera: Se puede, en consecuencia, imaginar un estudio diacrónico del mito, ya sea que se le someta a una retrospección (y fundar entonces una mitología histórica), ya sea que se siga ciertos mitos de ayer hasta su forma de hoy (y hacer entonces historia retrospectiva) (p.232).por lo cual, un estudio diacrónico del mito es el estudio de las formas y los sentidos de un mismo mito, es decir, de una sola significación, a través del tiempo, ya sea en retrospección o en prospección.
Interpelación (Louis Althusser)
Una ideología, establecida como poder dominante, desea crear sujetos, es decir, individuos que piensen concorde a esta ideología, esta acción de creación de sujetos es denominada interpelación. La interpelación puede decirse que es ese proceso mediante el cual el poder hace adeptos, sujetos, introduce un pensamiento en la cabeza y manera de pensar de las personas. Para esto, según Althusser, el estado utiliza dos instancias, los Aparatos represivos de estado y los Aparatos ideológicos de estado.
Aparatos ideológicos de estado
Son entidades o aparatos que actúan de tal forma, que usan la ideología como mecanismo de interpelación. No usan como medida prioritaria la violencia física, como los aparatos represivos de estado, sino los métodos mentales, lo que les da una condición de aparato implícito. Sin embargo, no hay aparatos puramente ideológicos, ya lo dice Althusser (1969):
los aparatos ideológicos de Estado funcionan masivamente con la ideología como forma predominante pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica. (No existe aparato puramente ideológico.) Así la escuela y las iglesias “adiestran” con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo a sus oficiantes sino a su grey. También la familia… También el aparato ideológico de Estado cultural (la censura, por mencionar sólo una forma), etcétera (p.17).
Podemos pensar que un mito, desde la definición barthiana, es un aparato ideológico de estado, producto de diferentes AIE como los medios de comunicación, la publicidad, las empresas, la iglesia, etc. Todos bajo el dominio del poder establecido, así:
Si aceptamos que, en principio, “la clase dominante” tiene el poder del Estado (en forma total o, lo más común, por medio de alianzas de clases o de fracciones de clases) y dispone por lo tanto del aparato (represivo) de Estado, podremos admitir que la misma clase dominante sea parte activa de los aparatos ideológicos de Estado, en la medida en que, en definitiva, es la ideología dominante la que se realiza, a través de sus contradicciones, en los aparatos ideológicos de Estado (Althusser. 1969. p.18).
Capital social
Término usado principalmente en la sociología para referirse al tipo de ayuda o colaboración entre los diferentes grupos y clases (entiéndase grupo como un colectivo de personas dentro de la sociedad; y clase, como los niveles de diferenciación económica y cultural dentro de la sociedad) que conforman una sociedad humana, también se define como el uso individual que brindan tales oportunidades a partir de fuentes principales: el afecto, la confianza mutua, las normas afectivas y las redes sociales. Según Putnam, por capital social se entiende “las características de la organización social, tales como las normas y la confianza que facilitan la coordinación y la cooperación para un beneficio mutuo” (Putnam, 1995). De esta manera entendemos que el capital social se basa en el ‘bien común’ que espera cierto grupo de la sociedad, ya que los diversos grupos que la conforman tienen objetivos diferentes. El capital social, lo entendemos como aquel grupo de personas a las cuales tiene acceso un individuo de la sociedad. Como decía Aristóteles: el hombre es un animal social, y por ende, éste es y se identifica dentro de un grupo específico de la sociedad. Es así como la sociedad se divide en grupos y clases, ya que dentro de una sociedad subsisten diversas personas con paradigmas diversos que obligan a que deban identificarse con un grupo determinado. El individuo debe llegar a un grado de identificación, marcado por su modo de vida, costumbres y las diversas formas que lo han construido como ‘individuo’, para poder hacer parte de un grupo o clase dentro de la sociedad. Así el individuo reconoce a su igual y crea vínculos que lo convierten en un ser socialmente aceptable, pero, claro está, hay diversas clases en esta sociedad y muchas veces un individuo de cierta clase no puede acceder a un grupo determinado, debido a circunstancias culturales y/o económicas.
Capital financiero
Se refiere a toda suma de dinero que no ha sido usada por su propietario, si no que, al contrario, ha sido ahorrada o invertida en algún tipo de ‘negocio’ que genere aún más ganancias. Bourdieu define, desde el punto de vista sociológico, el capital financiero como el polo económico del campo del poder que se divide en: los dirigentes de empresas privadas y los “patrones públicos”, dirigentes de empresas estatales (Bourdieu, 2004). De esta manera, Bourdieu explica cómo las empresas con mayor capital financiero terminan por disminuir el crecimiento y el impacto de las empresas familiares, y le proporciona mayor importancia a los títulos escolares (capital cultural) para el acceso a posiciones elevadas en la empresa. De esta manera, vemos el capital financiero como la facilidad económica de cada individuo dentro de la sociedad. Que va directamente relacionado con la clase a la cual pertenecen dentro de dicha sociedad, así, se ve cómo se demarcan límites por dicho capital.
Capital cultural
Es aquel que, según Bourdieu, se implementa y se desarrolla desde la escuela, ya que da cuenta de los resultados de pruebas realizadas a niños de diversas clases sociales, y esto conlleva a saber qué tanto y qué tan bien está invirtiendo el capital financiero para crear capital humano (el capital humano versa de qué tan productivos y buenos son los sujetos en y para la sociedad). Así mismo, Bourdieu explica que el capital cultural  puede existir bajo tres formas: en el estado incorporado, que es ese del cual se encarga el sujeto cuando se cultiva  en diversas áreas, es aquello que implica su cuerpo, su mente y su tiempo; otro es el estado objetivado, que es aquel que se basa en los bienes materiales, tales como escritos, esculturas, cuadros, monumentos, entre otros, por los cuales se transmite el poder del capital financiero; y, por último, el estado institucionalizado, que sucede cuando se objetiva el capital cultural bajo la forma de títulos, así, se la un reconocimiento a un determinado sujeto para que, de esta manera, se establezca el valor relativo del capital cultural del portador de dicho título, en relación con otros portadores, y, aún más, el título define qué valor tendrá su trabajo (Bourdieu, 1979). Por lo tanto, el capital cultural, es aquel que se construye desde que se es niño, y en el cual se ven relacionados el capital social y el capital financiero. Por ello, lo concebimos como la forma de estructuración que tiene la sociedad para darnos a conocer, como lo son las escuelas o las universidades. Aún así, el capital cultural se puede crear individualmente, dejando de lado las instituciones, de ello se trata el cultivarse, el ser autónomo con el conocimiento y el indagar. Sin embargo, es sabido que el conocimiento y los saberes se han institucionalizado y objetivado de tal manera que para ‘ser’ en la sociedad se debe tener un título que lo demuestre, pero ello no indica que una persona no pueda tener un elevado capital cultural sino tiene títulos, ni lo contrario.

Esta investigación, así como su grupo de trabajo, se basa, principalmente, pero no únicamente, en los parámetros planteados en el texto El mito de hoy de Roland Barthes y diferentes textos y estudios semiológicos.  Esta investigación, así como su grupo de trabajo, se basa, principalmente, pero no únicamente, en los parámetros planteados en el texto El mito de hoy de Roland Barthes y diferentes textos y estudios semiológicos.  Mediante el pensamiento Semiótico, se puede hacer un estudio detallado sobre las diversas estrategias por las cuales el poder crea sujetos con determinada ideología. La semiología, en los últimos años, se ha presentado como una de las formas más eficaces para ver a través de los medios de interpelación del poder, como los mitos, por esta razón, nuestro grupo de estudios plantea hacer una estudio diacrónico del mito en la cultura colombiana, identificando sus mitos más relevantes. Para de esta manera entender el funcionamiento y el nacimiento de la ideología predominante en la cultura colombiana.
PROBLEMA
Si se entiende que existe un poder, que está detrás de varias estrategias de manipulación,  de interpelación, que tienen como fin crear un sujeto, hacer a un individuo partidario de determinada ideología; entendemos, también, que se puede ver a través de estas estrategias específicas. Pero ¿con qué fin?  Como expone Barthes (1957) en su apartado La burguesía como sociedad anónima, el éxito rotundo que tiene este poder burgués radica en su invisibilidad, dada y auspiciada por la omnipresencia de esta ideología. Esta omnipresencia es creada por lo que Barthes llama un mito. Pero si entendemos que su éxito se da porque las personas no son conscientes de ello, es decir, porque no pueden verlo y por eso lo adoptan inconscientemente, sin darse cuenta; podría entenderse, también, que si las personas pueden ver estas intenciones, podrán ver a través de la naturalidad con que estos métodos de interpelación se les presentan. Con esto en mente, esta investigación quiere dar un aporte a la solución de este problema, al menos en el contexto colombiano, haciendo un estudio detallado de los mitos y mecanismos de interpelación con que la ideología burguesa ha creado millones de sujetos en este país, para de este modo, delatar la naturalidad e invisibilidad con que éstos se muestran.

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL
Hacer un estudio diacrónico del mito en la cultura colombiana.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
⦁ Identificar los mitos o comportamientos de la cultura colombiana que se tomarán de base para iniciar su posterior estudio.⦁ Investigar las diferentes expresiones de los mitos identificados a través del tiempo, desde el presente hasta sus primeras apariciones en los medios o en la cultura.⦁ Analizar y estudiar los datos recolectados. Esta será una fase de estructuramiento y redacción.⦁ Publicar y divulgar los resultados obtenidos.

MARCO TEÓRICO
Mito
El mito, según Roland Barthes, es, primero que todo, un segundo sistema semiológico, es decir, un habla  sobre un habla. En otras palabras, un mensaje que se muestra y tiene como medio un mensaje ya establecido. El mito tiene como objetivo incrustarse dentro del individuo, en otras palabras, hace  pasar por  “inocente” un determinado mensaje,  que contiene una fuerte carga ideológica, la cual es tomada por el sujeto de manera inconsciente  como un modelo a seguir, por lo tanto, es naturalizada; (un signo que coloniza al individuo).
El primer sistema semiológico, el cual barthes llama un sentido, es el inofensivo, el que se vale por sí mismo y es el lugar donde donde se esconde la forma, que da vida al segundo sistema semiológico, el cual Barthes llama significación, por esto, dice Barthes (1957): Lo interesante del mito es este juego de escondidas entre el sentido y la forma (p.210). Pero ¿Qué es la forma? La forma es el significante de la significación la cual vive en el sentido, lo deforma, pero que no es el sentido en su totalidad, solo se encuentra en él. Tomando como referencia el cuadro que propone Barthes (1957. P.207) proponemos el siguiente cuadro para intentar explicar el mito:
Primer sistema semiológico
Segundo sistema semiológico

Así que el sentido es el universo creado, el producto que se nos muestra, donde, además, la forma se esconde, se vale del sentido para pasar desapercibido, pero que, por su condición de significante, nos remite a un significado, al concepto, donde encontramos al mito mismo, a la significación.
Estudio diacrónico del mito
Éste es un término que Barthes (1957) introduce y define de la siguiente manera: Se puede, en consecuencia, imaginar un estudio diacrónico del mito, ya sea que se le someta a una retrospección (y fundar entonces una mitología histórica), ya sea que se siga ciertos mitos de ayer hasta su forma de hoy (y hacer entonces historia retrospectiva) (p.232).por lo cual, un estudio diacrónico del mito es el estudio de las formas y los sentidos de un mismo mito, es decir, de una sola significación, a través del tiempo, ya sea en retrospección o en prospección.
Interpelación (Louis Althusser)
Una ideología, establecida como poder dominante, desea crear sujetos, es decir, individuos que piensen concorde a esta ideología, esta acción de creación de sujetos es denominada interpelación. La interpelación puede decirse que es ese proceso mediante el cual el poder hace adeptos, sujetos, introduce un pensamiento en la cabeza y manera de pensar de las personas. Para esto, según Althusser, el estado utiliza dos instancias, los Aparatos represivos de estado y los Aparatos ideológicos de estado.
Aparatos ideológicos de estado
Son entidades o aparatos que actúan de tal forma, que usan la ideología como mecanismo de interpelación. No usan como medida prioritaria la violencia física, como los aparatos represivos de estado, sino los métodos mentales, lo que les da una condición de aparato implícito. Sin embargo, no hay aparatos puramente ideológicos, ya lo dice Althusser (1969):
los aparatos ideológicos de Estado funcionan masivamente con la ideología como forma predominante pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica. (No existe aparato puramente ideológico.) Así la escuela y las iglesias “adiestran” con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo a sus oficiantes sino a su grey. También la familia… También el aparato ideológico de Estado cultural (la censura, por mencionar sólo una forma), etcétera (p.17).
Podemos pensar que un mito, desde la definición barthiana, es un aparato ideológico de estado, producto de diferentes AIE como los medios de comunicación, la publicidad, las empresas, la iglesia, etc. Todos bajo el dominio del poder establecido, así:
Si aceptamos que, en principio, “la clase dominante” tiene el poder del Estado (en forma total o, lo más común, por medio de alianzas de clases o de fracciones de clases) y dispone por lo tanto del aparato (represivo) de Estado, podremos admitir que la misma clase dominante sea parte activa de los aparatos ideológicos de Estado, en la medida en que, en definitiva, es la ideología dominante la que se realiza, a través de sus contradicciones, en los aparatos ideológicos de Estado (Althusser. 1969. p.18).
Capital social
Término usado principalmente en la sociología para referirse al tipo de ayuda o colaboración entre los diferentes grupos y clases (entiéndase grupo como un colectivo de personas dentro de la sociedad; y clase, como los niveles de diferenciación económica y cultural dentro de la sociedad) que conforman una sociedad humana, también se define como el uso individual que brindan tales oportunidades a partir de fuentes principales: el afecto, la confianza mutua, las normas afectivas y las redes sociales. Según Putnam, por capital social se entiende “las características de la organización social, tales como las normas y la confianza que facilitan la coordinación y la cooperación para un beneficio mutuo” (Putnam, 1995). De esta manera entendemos que el capital social se basa en el ‘bien común’ que espera cierto grupo de la sociedad, ya que los diversos grupos que la conforman tienen objetivos diferentes. El capital social, lo entendemos como aquel grupo de personas a las cuales tiene acceso un individuo de la sociedad. Como decía Aristóteles: el hombre es un animal social, y por ende, éste es y se identifica dentro de un grupo específico de la sociedad. Es así como la sociedad se divide en grupos y clases, ya que dentro de una sociedad subsisten diversas personas con paradigmas diversos que obligan a que deban identificarse con un grupo determinado. El individuo debe llegar a un grado de identificación, marcado por su modo de vida, costumbres y las diversas formas que lo han construido como ‘individuo’, para poder hacer parte de un grupo o clase dentro de la sociedad. Así el individuo reconoce a su igual y crea vínculos que lo convierten en un ser socialmente aceptable, pero, claro está, hay diversas clases en esta sociedad y muchas veces un individuo de cierta clase no puede acceder a un grupo determinado, debido a circunstancias culturales y/o económicas.
Capital financiero
Se refiere a toda suma de dinero que no ha sido usada por su propietario, si no que, al contrario, ha sido ahorrada o invertida en algún tipo de ‘negocio’ que genere aún más ganancias. Bourdieu define, desde el punto de vista sociológico, el capital financiero como el polo económico del campo del poder que se divide en: los dirigentes de empresas privadas y los “patrones públicos”, dirigentes de empresas estatales (Bourdieu, 2004). De esta manera, Bourdieu explica cómo las empresas con mayor capital financiero terminan por disminuir el crecimiento y el impacto de las empresas familiares, y le proporciona mayor importancia a los títulos escolares (capital cultural) para el acceso a posiciones elevadas en la empresa. De esta manera, vemos el capital financiero como la facilidad económica de cada individuo dentro de la sociedad. Que va directamente relacionado con la clase a la cual pertenecen dentro de dicha sociedad, así, se ve cómo se demarcan límites por dicho capital.
Capital cultural
Es aquel que, según Bourdieu, se implementa y se desarrolla desde la escuela, ya que da cuenta de los resultados de pruebas realizadas a niños de diversas clases sociales, y esto conlleva a saber qué tanto y qué tan bien está invirtiendo el capital financiero para crear capital humano (el capital humano versa de qué tan productivos y buenos son los sujetos en y para la sociedad). Así mismo, Bourdieu explica que el capital cultural  puede existir bajo tres formas: en el estado incorporado, que es ese del cual se encarga el sujeto cuando se cultiva  en diversas áreas, es aquello que implica su cuerpo, su mente y su tiempo; otro es el estado objetivado, que es aquel que se basa en los bienes materiales, tales como escritos, esculturas, cuadros, monumentos, entre otros, por los cuales se transmite el poder del capital financiero; y, por último, el estado institucionalizado, que sucede cuando se objetiva el capital cultural bajo la forma de títulos, así, se la un reconocimiento a un determinado sujeto para que, de esta manera, se establezca el valor relativo del capital cultural del portador de dicho título, en relación con otros portadores, y, aún más, el título define qué valor tendrá su trabajo (Bourdieu, 1979). Por lo tanto, el capital cultural, es aquel que se construye desde que se es niño, y en el cual se ven relacionados el capital social y el capital financiero. Por ello, lo concebimos como la forma de estructuración que tiene la sociedad para darnos a conocer, como lo son las escuelas o las universidades. Aún así, el capital cultural se puede crear individualmente, dejando de lado las instituciones, de ello se trata el cultivarse, el ser autónomo con el conocimiento y el indagar. Sin embargo, es sabido que el conocimiento y los saberes se han institucionalizado y objetivado de tal manera que para ‘ser’ en la sociedad se debe tener un título que lo demuestre, pero ello no indica que una persona no pueda tener un elevado capital cultural sino tiene títulos, ni lo contrario.


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