¿Qué pesa más sobre las decisiones que toma? ¿Un proceso racional o su instinto? Paradójicamente, en las decisiones que toman la mayoría de los directivos y profesionales existe, en mayor o menor medida, cierta dosis de intuición en el proceso.
El diccionario define la intuición como la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento. En este sentido sería interesante precisar cuándo podemos dejarnos llevar por nuestra intuición y cuando sería más prudente confiar en procesos más racionales a la hora de tomar nuestras decisiones.
Andrew Campbell y Jo Whitehead definen cuatro test a los que debemos someter nuestra intuición antes de dejarnos llevar por ella. Cuando hacerlo dispara el riesgo de las decisiones que tomamos, es preciso confiar en métodos más basados en la lógica que en el instinto.
La primera prueba es el test de familiaridad. Consiste en preguntarnos si la situación que estamos afrontando la hemos experimentado frecuentemente en el pasado. Si es así nuestra intuición puede ser un recurso excelente, pues contiene la síntesis de todo el conocimiento que hemos acumulado a través de nuestra experiencia. A partir de su observación, nuestro subconsciente detecta patrones que están sintetizados en nuestra inteligencia intuitiva.
La segunda prueba es el feedback y hace referencia a la percepción que recibimos de las demás personas cuando vivimos experiencias similares. Nuestra percepción puede estar llenas de puntos ciegos, pues se corresponden con el observador que somos. La de otros observadores nos permite tener un punto de vista más completo.
La emociones experimentadas en el pasado son también importantes a la hora de evaluar el valor de nuestra intuición. Las experiencias que dejan una elevada carga emocional pueden hacer que sobrerreaccionemos en nuestras decisiones actuales mediante respuestas muy precipitadas, o que se disparen miedos incapacitantes dirigidos a evitar que se repitan experiencias del pasado.
Finalmente, nuestra intuición debe ser sometida al test de la independencia. Nuestros intereses particulares y nuestros apegos pueden estar distorsionando nuestra capacidad de tomar la decisión más acertada. Cuando esto sucede, el riesgo de dejarnos llevar por nuestra intuición es elevado.
La intuición se construye a partir de nuestra experiencia. Es un recurso excelente para tomar decisiones, pero siempre que haya pasado las pruebas de la familiaridad, del feedback, de las emociones y de la independencia.
Si esto no es así, es importante que le dé un mayor peso a los modelos racionales a la hora de tomar su decisión. Reúnase más con su equipo para conocer sus opiniones, consiga más información y más datos, e inicie conversaciones con las partes implicadas en el proceso. Eso le ayudará a tomar mejores decisiones. Buena suerte.
NOTAS
Puede conseguir más información sobre las cuatro pruebas a las que someter la intución en el artículo “How to test your decision-making instincts“. Está publicado por Andrew Campbell y Jo Whitehead en McKinsey Quarterly.