¨Ojalá pudieran vernos ahora. Mónica transformada en un vegetal, Matt y Linda compartiendo tetera con una criatura marciana de aspecto grotesco, que consiguió separar al grupo para siempre, y yo convertido en un maldito alcohólico que combate el aburrimiento metiéndose por el culo rollos hechos con gasas sanitarias, empapadas en alcohol isopoprílico. ¨
Pequeñas antologías Pulp en formato de revista, el otro día comentaba que me gustaban mucho -no recuerdo si aquí o en otra parte- este tipo de iniciativas, antologías como Presencia Humana, Prosa Inmortal o la presente Invasores de Mundos, formatos que rezuman Pulp, llenos de relatos extraños, historias de ciencia ficción, de terror, misterio…
No recuerdo muy bien como descubrí Invasores de Mundos, creo que llegue a ella por un tuit perdido, pero en cuanto la mire con calma la compré, de hecho, la pillé en pre-venta. De los cuatro nombres protagonistas de la antología, Darío Vilas, Javier Martos, Álvaro de la Riba y Tony Jiménez, sólo había leído a Vilas en su genial El hombre que no sacrificaba a las gallinas viejas, que me gustó tanto que para mí la antología ya merecía una buena lectura.
La premisa de la antología es clara, relatos en torno a seres invasores, extraterrestres, vengan de donde vengan y sin importar sus intenciones. Aunque claro, lo más probable es que sean malas, si no esto no seria divertido…
La antología consta de cuatro relatos, uno por escritor, y es cortita, 128 páginas que leeréis de una sentada. Los cuatro relatos son muy diferentes entre sí, cada uno con su originalidad y su ritmo, cada uno con su sello de identidad. La verdad es que los he disfrutado muchísimo, cada uno a su nivel, cada uno con su descarga de adrenalina, porque eso sí, se suelta adrenalina, cada uno con su misterio, con su ambiente, con sus malos.
La antología se abre con un prólogo de Luis Rueda que nos pone un poco en situación de por dónde van a ir los tiros, un prólogo que nos habla de la cifi clásica, la más Pulp, que es un poco por donde tira esta antología.
El primer relato, La pena y la nada bajo un cielo color caramelo de Darío Vilas es de los más potentes, si no el más, un relato oscuro y asfixiante, con una ambientación excelente que hace que se te pongan los pelos de punta y te recorra un sudor frío por la espalda, un relato cien por cien de la factoría Vilas. La pena y la nada nos cuenta el hipotético destino que pueden sufrir los primeros pobladores de Marte, unos pobladores elegidos entre miles en un sorteo y lanzados al espacio como pioneros de algo más que la colonización del planeta rojo. Allí vivirán en unos módulos de los que no podrán salir más que para dar unos cortos paseos; dos hombres, dos mujeres y el resto de sus vidas. Me esperaba un buen relato -Darío tiene un estilo directo y duro, contundente de los que me gustan (y mucho)- y me he encontrado un relato excelente, con una fuerza aplastante, con una ambientación asfixiante, oscura, turbadora, una historia demoledora de soledad y aislamiento. Expectativas superadas.
Sigue la antología con ¿Nosotros o ellos? De Javier Martos, un relato de formato y ambientación más clásica, de desarrollo más lineal, o eso me ha parecido a mí, vaya. Una pareja y sus tres hijos se esconden en una cabaña en el bosque para huir de una invasión alienígena que está asolando su ciudad, allí intentaran aguantar todo lo posible o enfrentarse –si se diera el caso- a los invasores. Un relato más sencillo para mi gusto, bien escrito y bastante pulpero, pero no por ello flojo o malo, simplemente diferente, con su toque de misterio y de incertidumbre y de final épico…
Halley de Álvaro de la Riva me sorprendió, no me lo esperaba, después de dos relatos –uno oscuro y el otro más bien de acción-, Riva nos propone un relato intimista y reflexivo, con toques filosóficos, un relato tranquilo, pausado, con un poso eso sí, potente. Un tipo y su fiel compañero, un perro, esperan en una cabaña al borde de un lago, el paso del cometa Halley. Esperan grandes cosas del cometa, lo llevan esperando toda su vida. No puedo contar más sin desvelar la trama. Un relato como digo tranquilo, con un final potente que te deja pensativo, un muy buen relato que contrasta con el resto de sus compañeros de antología. Para bien.
Y por último nos enfrentamos a Lo que escupió el cielo de Toni Jiménez. Y digo nos enfrentamos porque este es otro relato potentísimo y lleno de acción y bastante oscuro. Y a quien nos enfrentamos es a uno de sus protagonistas, un mocoso que la quiere liar bien gorda. En un pequeño pueblo de Estados Unidos, apacible y tranquilo, cae sin previo aviso una extraña piedra en el patio del colegio. Una piedra que enseguida capta la atención de alguno de los alumnos y de una de sus profesoras, una piedra que destila misterio y que hipnotiza con su presencia. Lo que escupió el cielo me ha gustado muchísimo, en la línea del relato de Darío, a mí me gusta lo duro y sangriento y este relato lo tiene a raudales, es un relato deudor del cine de serie B, de los relatos más Pulp, un relato lleno de guiños a películas de terror de los ochenta, un relato lleno de mala leche y con un final de esos de no-puede-ser que me ha encantado. Sangre, vísceras y extraterrestres.
Como veis los cuatro relatos son bien diferentes, forman una antología con un punto en común pero visto desde puntos de vista muy diferentes -y lo veréis más claro si leéis los relatos-. Yo he disfrutado mucho de los cuatro -un poco más de los más bestias- pero es que yo soy un pelín bruto. Es curioso que los relatos que abren y cierran la antología sean los más duros, los que llevan las tintas más cargadas, mientras que los otros dos son más bien pausados, es un planteamiento que no le va nada mal a la antología.
Esperamos que la pequeña editorial Corazón literario se anime a sacar el segundo volumen de Crónicas del Cosmos y podamos pasárnoslo tan increíblemente bien como con este primer volumen. En sus manos queda, que si es por mí, que lo saquen ya.
Si queréis comprar este Invasores de Mundos podéis hacerlo aquí.
Invasores de Mundos Crónicas del cosmos vol. 1
Ed. Corazón literario 2014
128 páginas