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'Invencible', la extraordinaria historia de Louie Zamperini contada a medias

Publicado el 18 agosto 2015 por Toni_delgado @ToniDelgadoG

Angelina Jolie no aprovecha la complicidad que tuvo con el atleta olímpico, superviviente de la Segunda Guerra Mundial

"Fue asombroso ver a un hombre de 97 años al final de su vida, viéndose a sí mismo en la pantalla; mirando a su madre, a su hermano, a su mejor amigo, todos a los que se dice que uno ve cuando está a punto de morir. Fue maravilloso ver cómo su vida pasaba delante de sus ojos, cómo ganaba carreras, y era tan fuerte, cuando en ese momento su cuerpo cansado decía que no daba para más". Así recordaba Angelina Jolie, en una entrevista de Gabriel Lerman para La Vanguardia, la visita a un vecino al

que había conocido meses atrás y que llevaba días luchando en el hospital contra una neumonía. La enfermedad fue una de las pocas derrotas de Louie Zamperini (Olean, New York, 1947), que en el portátil de la actriz y directora disfrutó del regalo que siempre quiso. El relato de su vida hecho película, Unbroken ( Invencible), el segundo trabajo bajo las cámaras de Angelina Jolie tras En la tierra de sangre y miel. En noviembre se estrenará su tercer trabajo, By the sea, en la que aparece junto a su marido, Brad Pitt.

Zamperini no pudo ver la versión definitiva de Invencible, pero se fue feliz, satisfecho de que historia llegase al cine. Satisfecho también por haber contagiado de coraje a la directora para que se hiciese una doble mastectomía para reducir las altas probabilidades de desarrollar un cáncer.

Angelina Jolie y Louie Zamperini conectaron y se hicieron casi íntima. Ella le había descubierto leyendo los proyectos que llevaban años en un cajón. En 1957 Universal compró los derechos del relato de Zamperini y la primera idea fue que Tony Curtis fuese quien diese vida a un atleta olímpico en Múnich 1936 que durante la Segunda Guerra Mundial había sobrevivido 47 días a bordo de una balsa en el Pacífico, sin agua ni comida, y a la crudeza de los campos para prisioneros de guerra japoneses.

Angeline Jolie se enamoró de la historia y devoró el best seller de Laura Hillenbrand sobre Zamperini, Invencible: una historia de supervivencia, valor y resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. La actriz y directora aportó mil y una ideas para que le permitiesen de desarrollar una historia olvidada en un estudio cinematográfico y cada vez más conocida en las librerías de todo el mundo. Incluso convenció a los hermanos Coen para que reescribieran el guión de William Nicholson y Richard LaGravanese.

Lástima que Invencible Angelina Jolie no sepa transmitir del todo la complicidad que tuvo con Zamperini y que no aproveche lo suficiente las posibilidades de una historia repleta de momentos extremos y diferentes. El Zaperini de Jolie sufre, y mucho, pero su sufrimiento no siempre llega al espectador. Hay escenas que quieren ser duras, pero acaban siendo recurrentes.

Al Zamperini de Jolie le faltan más gestos (eso sí, Jack O'Connell siempre clava la mirada, de desconsuelo, de rabia, de resistencia, de ilusión...) y le sobran golpes, pues la escena en la que todo el campo le pega siguiendo la órdenes del sádico cabo Mutsuhiro Watanabe, El Pájaro, [bien interpretado por el icono pop japonés Miyavi]. Uno pierde la cuenta de cuántas veces le golpea éste durante la película. Hay muchos más caminos para mostrar el dolor de un personaje que la violencia continua.

Angelina Jolie habría conseguido el mismo efecto con menos golpes. Sí es más directa para mostrar la entereza del protagonista en la primera escena, cuando Zamperini tranquiliza a sus compañeros heridos en un bombardero B-24 de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos, durante una misión de bombardeo en abril de 1943 contra la isla japonesa de Nauru. no pierde la compostura. Está convencido de que sobrevivirán pese a ser alcanzados por un caza, tener destrozada la parte trasera del avión, que les falle el sistema hidráulico y no tengan frenos.

Ahí se produce el primer flashback y vemos a un Zamperini inquieto y perdido que es objeto de burlas por parte de sus compañeros por su origen italiano y que bebe y fuma, quizás para llamar la atención. Parece que no entienda a nadie y viva por inercia, pero siente devoción sobre todo por su madre. Será su hermano mayor quien le reconducirá a través del deporte y le entrenará.

-No soy como tú. No soy nada. Así que déjame así.

-Quien lucha sin descanso triunfa.

-Quien lucha sin descanso triunfa [...] Si sigues por este camino, acabarás siendo un vagabundo.

En unos segundos pasa de niño a adolescente centrado y ganador, como le describen los narradores deportivos: "¡Menudo corredor! ¡Va como una flecha! Le llaman El Tornado de Torrance". Con 17 años alcanzó el récord juvenil en la milla de su país (4m 21,3s) y, con 19, llegó a los Juegos Olímpicos de Múnich como preparación de los de Tokio de 1940, que se cancelaron por la Segunda Guerra Mundial. En Múnich fue octavo (y no tercero como se refleja en Invencible) en la final de los 5.000 metros, aunque completó los 400 metros de la última vuelta en 56 segundos, lo que le valió otro récord y la admiración de Adolf Hitler, que quiso conocerle. Una escena que se echa en falta en la película, en la que los Juegos son apenas un suspiro: la carrera, el estadio, una alusión a Jesse Owens y un saludo muy simbólico de un atleta japonés.

Otro nipón, el mencionado Watanabe, será su pesadilla después de que un petrolero les rescate en el Pacífico a él y a su compañero Phil (el tercero, Mac, murió, mientras que los otros ocho tripulantes del avión no sobrevivieron al accidente). Watanabe se esfuerza en humillar cuanto puede a Zamperini, al que las palizas le cambian la cara y le marcan su esquelético cuerpo, pero minan su espíritu. No desfallece ni se deja comprar para traicionar ni a su país y le dará una gran lector a su torturador en una de las escenas de una película muy lenta a veces (los 47 días a la deriva en el Pacífico parecen 47 días, por más que Domhnall Gleeson, Finn Wittrock y Jack O'Connell estén soberbios; también se hacen eternas, por reiteradas, las torturas) y en la que se echan en falta más situaciones del Zamperini deportista. En Invencible queda reflejada en parte su vida, que literalmente fue de película. Es una lástima que Angelina Jolie quisiera centrarse tanto en unos aspectos y descartara muchos matices, que habrían hecho de su segundo trabajo un producto más completo y equilibrado. Invencible es un canto a la fuerza y la entereza independientemente de las circunstancias. Eso queda claro desde el primer momento.


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