LAS LÁGRIMAS SON LA SANGRE DEL ALMA. S. Agustín
Leyendo en una bitácora amiga -Historias de la historia- un comentario sobre la silla eléctrica que le fabricaron al dictador Franco, me entró la curiosidad de conocer su historia. Lo hallado tiene su aquel y lo dejo a disposición del cotilleo del lector.
La invención de la silla eléctrica partió de una disputa en 1887, entre G. Westinghouse y T.A. Edison. Mientras el primero era partidario de un sistema eléctrico de corriente alterna a alta tensión para electrificar las ciudades de EEUU, el segundo era partidario de realizarlo con corriente a baja tensión. En uno de los trabajos, un empleado de Westinghouse sufrió una descarga eléctrica a consecuencia de la cual murió electrocutado. El susceso fue empleado por Edison para organizar un espectáculo, por lo demás macabro y de mal gusto, en el que a perros y gatos, después de afeitarles y adosarles unos electrodos, eran sometidos al tipo de corriente que pretendía usar su oponente. Los animales morían entre espasmos y olor a carne quemada mientras las chispas de las descargas adornaban el ambiente.
Entre los asistentes a las funciones se encontraron miembros de la justicia que vieron el modo de modernizar el tradicional ajusticiamiento mediante la horca. En el penal de Sing-Sing, los propios presos construyeron la primera silla eléctrica, que sería usada por uno de ellos. Lo cierto es que no funcionó como se esperaba porque el reo sufrió quemaduras de tercer grado y su pena tuvo que ser conmutada por la de trabajos forzosos a perpetuidad. Posteriormente, en la ciudad de Buffalo el gobernador decidió usarla de nuevo y allí se encuentró con la oposición de Westinghouse, quien llevó el caso a unos tribunales que le hicieron perder la demanda.
Conociendo la experiencia anterior, fue el propio penado quien manifiestó su deseo de ser ajusticiado mediante métodos modernos. Para su desgracia, tras soportar una primera descarga entre fuertes convulsiones y no habiendo fallecido, se procedió a intentarlo de nuevo con 1.700 voltios hasta que murió. Willian Kemmler, fallecido a las 6,30 h de la mañana del 6 de Agosto de 1890, pasará a la historia como el primer preso ejecutado en la silla eléctrica. Posteriormente el aparato fue mejorado y con ello aumentó el número de estados que en EEUU utilizaron un aparato macabro nacido de la rivalidad de dos científicos.