No sé si soy yo la que invento la noche o es la noche la que me inventa a mí en este abismo de palabras que llueven sobre mis pensamientos, cuando, sin casi advertirlo, me coloco sobre la página en blanco y dejo que sea la vida la que me susurre algunas cosas que contar. Reflexiono y me pregunto si estos aconteceres que suceden a mi alrededor, sucesos fugaces, a veces inconexos, como la paloma sobre el alféizar y la disputa de una pareja en otra vivienda cercana, serán eso que llaman vivir, y entonces me pregunto si no estaré en ese momento actuando de mero espectador, si en realidad la vida se disfruta más siendo testigo que perpetrándola. En mi caso creo que a veces es así. No me puede parecer tan ajeno el día si lo intento saborear desde las pequeñas cotidianidades que me rodean, incluso cuando me…
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