Revista Opinión

Inventario de una vida

Publicado el 19 febrero 2018 por Miguelangel

Querido Manuel:Acabo de terminar el inventario —me ha costado varias semanas, no te creas—, donde he recopilado los bienes comunes de nuestra vida. Me ha quedado una lista preciosa, creo yo, una opinión con la que estarás de acuerdo porque está hecha bajo el prisma de la sinceridad más absoluta. La idea se me ocurrió hace ya tiempo, ordenando la casa, pero los quehaceres diarios —el trabajo en la tienda que me agota, más las labores domésticas— fueron postergando el momento de comenzarlo. Yo quería, pero nunca hallaba la hora de arrancar. Ya sabes que soy un poco dubitativa. Sinceramente, me daba bastante apuro, pero por fin me decidí. Y cuando al fin me decido, lo cumplo, eso también lo sabes perfectamente, ¿verdad Manuel? Inventario de una vidaMe pareció que no había mejor ocasión ni motivo que la llegada del 40º aniversario, cuarenta años casados, se dice pronto, una celebración muy especial para ambos. Así que me puse manos a la obra, repasé cada rincón del alma, anoté su significado, fecha a fecha, palmo a palmo, y poco a poco fue creciendo esta carta. ¿Qué es lo que mejor une a dos personas? ¿Un beso? Por supuesto, o mejor aún, un puñado de besos. Eso es lo que veo en cada palabra, en cada frase, en cada expresión. Veo un montón de besos. Tantos que hasta llegué a temer quedarme sin espacio en el papel. Son besos que representan la entrega de uno al otro. Como estarás impaciente, aquí está el recuento de lo que compartimos y lo que me cautivó de ti para construir un romance imperecedero:   La mirada perturbadora que me lanzaste en el momento de conocernos.   El olor a jabón que desprendían tus manos y que traspasaste a las mías.   La soltura de tus movimientos, como si hubieras estudiado en una escuela de teatro la manera de comportarte cuando estábamos juntos.   El leve roce de tus labios antes del primer beso, que invitaban a adentrarnos en un mundo de fantasía.   Los detalles sorpresa con que llenaste cada uno de los días de nuestro noviazgo.   La cena en la que me pediste matrimonio, justo a los postres, seguida de un brindis con cava.   Las lágrimas derramadas aquella misma noche, incontenibles por la emoción que me procuraba una solicitud tan especial.    Las gotas de lluvia que empapaban nuestros corazones para anunciarnos la llegada inminente de la primavera.   Los bombones que aparecían por San Valentín en el lugar de trabajo.   Los ramos de rosas rojas anónimas con las que me enamorabas de nuevo en cada cumpleaños.   Las promesas viajeras que siempre se cumplieron, gracias a las cuales recorrimos Europa entera.   El sabor a chocolate con churros de las mañanas de domingo.   Las dedicatorias románticas a pie de página de las docenas de libros que me regalaste.   La alegría desbordada por el nacimiento del primer y único hijo.   El orgullo de unos padres que han visto crecer a la persona que más nos quiere en el mundo.   Las arrugas que asomaron a nuestros rostros a fuerza de consumir años de felicidad.   Los recuerdos imposibles que te alejaron sin remedio.   Los silencios cada vez más prolongados que surgieron con tu enfermedad.Mejor lo dejo aquí, Manuel. Me supera la emoción y no quiero emborronar las páginas con mis lágrimas. Lástima que aunque leas esta carta, no llegues a comprenderla por culpa de la maldita memoria que te abandonó.Te sigue amando.Tu esposa, Isabel.* 2º Premio del II Concurso Nacional de Cartas de Amor de Mengíbar

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