Como la mayoría de mis lectores saben, y así lo he dejado escrito en mi último libro Guía para invertir tu patrimonio (Libros de Cabecera), soy partidario de invertir una parte de los ahorros en activos privados o activos alternativos; es decir, no en activos cotizados. Y hacerlo o directamente o a través de un fondo, según la capacidad de cada uno.
El último fondo en el que he invertido tiene como objetivo el desarrollo de plantas de biometano (desde el diseño a la comercialización del gas) a partir de residuos agrícolas o ganaderos.
El gas que producen se conecta a la red de gas natural general y es una aportación autóctona al gas que consumimos en hogares y empresas, sin tener que importarlo de fuera.
En la Unión Europea, países como Alemania o Francia ya disponen de miles de esas plantas. Y España tiene un compromiso con la UE de hacer lo mismo. ¡Ahora mismo solo tenemos 10 plantas! Si, aunque parezca mentira sólo tenemos 10.
Las plantas de biometano no sólo producen el gas que consumimos sino que lo hacen a partir de residuos cuya gestión es actualmente un problema medioambiental. Estoy hablando de los purines de los cerdos o de la gallinacea, o de los residuos de la producción de aceite de oliva, por dar dos ejemplos. El proceso convierte esos residuos en gas o en fertilizantes.
Las plantas son rentables sin recibir ninguna ayuda pública.
En definitiva, me siento feliz de invertir en estas plantas. Animo a mis lectores a que, si pueden, traten de hacerlo.
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