Revista Cultura y Ocio
La ópera es un tipo espectáculo antiguo, tiene ya cuatrocientos años, en un principio se originó entre la nobleza italiana (por un error al intentar recuperar el teatro griego) pero rápidamente adquirió (aunque siempre estuvo financiada por los cortesanos y los príncipes) un carácter popular; en el siglo XIX se vinculó también con la alta burguesía que, junto con los príncipes y los nobles, la financiaba o al menos contribuía a incrementar sus recursos económicos alquilando sus palcos, pero no dejó nunca de ser un entretenimiento de masas como hoy puede serlo el cine.
En cuanto es un espectáculo complejo, siempre tuvo grandes necesidades financieras, había que dotar a cada teatro de su orquesta, su coro y su ballet y además debía tener su equipo de talleres dedicado a su escenografía, vestuario...; esta necesidad de financiación servía al mismo tiempo para que las clases pudientes pudieran hacer ostentación de su riqueza, de ahí que habitualmente se relacionara, aunque fuera por la vía del tópico, a la ópera como un espectáculo de élites o de clase. En pleno siglo XXI prácticamente la totalidad de las manifestaciones artísticas se han democratizado y pueden estar al alcance de todo tipo de público (al menos ha sido así hasta la llegada de la crisis actual). Sin embargo parece que al ciudadano medio le sigue imponiendo asistir a los teatros de ópera y cuando tiene que hacerlo, o quiere hacerlo, se siente inseguro; y es cierto que algunos espectadores, los menos, para asistir a una representación operística visten sus mejores galas y hacen ostentación de sus riquezas, como también lo es que utilizan el acontecimiento operístico como una forma de establecer relaciones sociales de clase, pero esto no lo debemos tomar más que como una manifestación más de provincianismo y papanatería de unos pocos.
Hoy en día la inmensa mayoría de los teatros de ópera, las orquestas, coros, escenografías y personal (maquilladores, peluqueros, utilleros...) están financiados con recursos públicos o mediante el patrocinio o contribución de grandes sociedades privadas por acciones (con la disminución de la asignación presupuestaria de entidades públicas recurrir al mecenazgo se está convirtiendo en la principal alternativa a la crisis financiera de los teatros de ópera actuales), con lo que todo adquiere una perspectiva diferente en relación a lo que ocurría en épocas anteriores, así la ópera se ha convertido, por lo menos en Europa, en un espectáculo público en un doble sentido: tanto por su tipo de financiación como por su destinatario final.
No hay que tener miedo a ir a la ópera. Aunque a algunos pueda parezca extraño todavía hay gente que se acerca al mundo de la ópera con muchos prejuicios, cautelas, miedos o inseguridades, más de una vez me he encontrado con gente que al tener conocimiento de mi pasión por este mundo me han acribillado a preguntas, de lo cual se deduce que para muchos la ópera es una actividad extraña y misteriosa. No debería ser así, por eso he decidido dar una serie de consejos por si alguien se acerca alguna vez al blog curioseando o haciéndose preguntas.
1) ¿Es caro ir a la ópera? Depende, si lo que quieres es estar situado en el patio de butacas o en un sitio privilegiado no cabe duda de que no es un espectáculo barato, porque los recursos necesarios para ponerlo en marcha tampoco lo son, pero todos los teatros disponen de zonas en las que adquirir una localidad es económico o políticas de reducción del precio si se adquieren las entradas poco antes de la función. Pensemos en lo que nos están ofreciendo, al asistir a una ópera no vemos, como en el cine, a un grupo de actores que representaron unas escenas durante unas semanas o meses cuyas imágenes quedaron registradas y organizadas en una película que hoy nos pasan por la sala, sino que ante nuestros ojos tenemos a un conjunto de músicos y cantantes dirigidos por un señor que en ese preciso momento están haciendo posible la representación y detrás de ellos una infraestructura encargada de la peluquería y el maquillaje, la iluminación, el movimientos escénico, la coreografía etc... Y todo eso tiene un coste que con la recaudación en taquillas no queda cubierto.
Los precios de las entradas. Veamos los precios de algunos teatros de ópera españoles para una ópera habitual en el repertorio en un día que no sea de estreno:
Gran Teatre del Liceu - Según la zona hay localidades por 194, 154, 119, 86, 56, 41, 30 y 10,5 € Teatro Real - Localidades según zona por 172, 152, 107, 76, 54, 29, 19 y 7 €. Palau de les Arts - Localidades por 135, 119, 95, 76, 38 y 15 €.
Teatro de la Maestranza - Localidades por 96, 92, 82, 74, 64, 60, 50 y 40 €. Ópera de Oviedo - 145, 140, 105, 95, 85, 55, 45, 40 y 15 €.
Por 7, 10 ó 15 euros, dependiendo del teatro, podemos ir a la ópera, no nos vale la excusa de que es un espectáculo caro, en el Maestranza quizás tendrían que rebajar un poco las localidades más baratas.
2) Las entradas salen a la venta con mucha antelación y cuando decido ir seguramente ya están agotadas. No temas por no poder organizar tu agenda con antelación, no siempre se agotan las localidades y si esto ocurre los teatros siempre reservan un porcentaje para el día de la representación, están obligados por ley.
3) ¿Cómo debe uno vestir cuando va a la ópera? Como lo hace habitualmente, lo verdaderamente importante es ir limpio, en los teatros de ópera dejan entrar a todo el mundo independientemente de cómo va vestido, no hay que cumplir ningún requisito que no haya que cumplir para asistir al cine, al teatro o a un restaurante, evidentemente no se trata de ir en chándal o en chanclas y bañador (aunque de todo he visto). Unos mocasines, unos vaqueros y una camisa pueden valer perfectamente,tanto como un traje y corbata. Si tú no te sientes disfrazado y te encuentras cómodo para mezclarte con todo tipo de gente seguramente es que vas bien vestido.
4) ¿Qué ópera elegir? Dar una respuesta a esta pregunta es difícil. No hay reglas, cada persona es un mundo y reacciona de distinta manera a iguales estímulos, para iniciarse puede valer perfectamente cualquier ópera se programe con frecuencia en los teatros, son las llamadas óperas de repertorio: La Traviata, Don Carlo, Fidelio, Norma, El Elisir de Amor, El Barbero de Sevilla, La Flauta Mágica, Las Bodas de Figaro, Lohengrin, Tristán e Isolda, Lucia di Lammermoor, Werther, La Bohème, Turandot, Salomé, El Caballero de la Rosa... Entre unas y otras hay diferencias que en algunos casos pueden ser abismales, así que sería conveniente ir tanteando antes de elegir recurriendo a la escucha de CDs o el visionado de vídeos y así dar con el estilo más afín a cada cual.Conozco afincionados a la música barroca que nunca asistirían a una ópera de Wagner, y viceversa, y es que la ópera es caleidoscópica, podemos hacer múltiples subdivisiones según su estilo, estructura, época o idioma (opera barroca inicial del "recitar cantando", veneciana, napolitana, tragedia lírica francesa, seria, bufa, reformada, cómica, singspiel, gran ópera, romántica italiana, drama wagneriano, rusa, verista, opereta, zarzuela, comedia musical...), seguro que en su diversidad encuentras la que mejor se adapta a tus gustos, para eso deberás probar. No te contentes si asistes un día y la función no te gusta.
5) ¿Y qué pasa si no entiendo nada? ¿Tengo que prepararme antes? Lo ideal sería conocer la obra antes de asistir, la música se aprecia mejor conforme van sucediéndose las escuchas, así podemos prestar más atención al detalle, pero no es imprescindible. Actualmente todos los teatros de ópera disponen de la tecnología necesaria para ofrecer sobretitulado con objeto de que los espectadores puedan seguir lo que sucede en escena en tiempo real, incluso, como ocurre en el Palau de les Arts, podemos elegir entre varios idiomas disponibles, entre ellos el original.
6) ¿Cuándo aplaudir? Esto es sencillísimo, como dice el refrán "allá donde fueres haz lo que vieres", dejarse llevar por los demás y no anticiparse en cualquier arrebato de pasión que se pueda sentir (la ópera puede provocar las sensaciones más insospechadas) es lo mejor y lo que todos hemos hecho al principio. Con el tiempo ya iremos aprendiendo cuándo se puede o no aplaudir.
Aplaudir al final de los actos o al final del espectaculo es habitual, pero antes de pegar el golpe de manos asegúrate de que la música a acabado totalmente, es algo que incluso aficionados de toda la vida suelen descuidar.
7) ¿Cómo comportarse en un teatro de ópera? Lo que no se puede nunca hacer durante la representación. Los aficionados a la ópera asistimos para ver la función pero también para escucharla, así que durante la representación nunca hay que hacer comentarios, lanzar exclamaciones cuando nos suena una melodía archifamosa, tararear, quitar el envoltorio a los caramelos, abrir un abanico cuando se tiene calor y ventilarse dándose golpes con él en el pecho, toser desmesuradamente y sin control (hay remedios para que las toses queden mitigadas y siempre podemos, ante un ataque de tos, ausentarnos de la sala), buscar cualquier tipo de objeto en una bolsa de plástico, dejar puesta una alarma en el reloj, el móvil sin silenciar... Se trata de molestar al prójimo lo menos posible para que tenga la sensación de que está solo en la sala.
Todo se resume en lo siguiente: COMPORTARSE CON NATURALIDAD, INTENTAR DISFRUTAR AL MÁXIMO Y DEJAR A LOS DEMÁS QUE TAMBIÉN PUEDAN HACERLO.