Revista Comunicación

Ir cazando

Por Jalonso

Por Juan Alonso

Ando cazando palabras a la medianoche cuando los ángeles deambulan en el desconocido fondo de los sueños.

Vas a pronunciar el nombre falso en el momento en que alguien estrelle tu botella vacía contra el suelo. Y del otro lado de la pared se escuchen los gritos reprimidos de una mujer envuelta en un amasijo, viva o muerta al fin del amanecer. Alegremente loca con la mirada fija en el celular para leer los emails. No piensa más allá de la ducha. Apenas si malgasta horas en sobrevivir. Y así van sonando los despertadores. Uno tras otro durante 25 años. Podría estar en la dimensión desconocida pero jamás lo sabrá. Es una inconsciente melancólica.

Vibra el corazón. Dedos de latón. Piel de elefante viejo sin molares. Gira rumbo a la oscuridad del rincón de la casa. Se imagina en una ruta yendo por la ruta 15 desde California. Aletea con el vuelo zumbo de un mosquito de sangre.

Ando cazando palabras porque dice un amigo que le gusta escucharlas. Suenan como el bajo de Malosetti. Voz de locutor de comerciales de arroz amarillo, que deglute terrinas a 25 pesos la porción y se queda satisfecho. Después pide siempre café y mira sin mirar nada.

Cazar para respirar y pagar las cuentas del mes. Llenar las heladeras de yogures y papas y los estantes de vinos. Antes por lo menos la carne se salaba y se colgaba de un gancho. Las vacas eran martilladas a mano y temblaban los cuchilleros.

Ahora se blanquean las paredes de blanco tenaz y se ahorra en moneda extranjera para poder viajar como un maldito hippie. Como el mugriento malnacido que fuiste siempre. Vas a ser rico en amor y en memoria. Y en el último suspiro sentirás el aroma del vino que pediste en Barcelona con esa chica de piel morena que tragaba todo lo que le dabas. Y vas a lanzar una carcajada en el medio de la noche.

Así lunático, cazando el tiempo con la mano sin carne.

 

leyendadeltiempo.wordpress.com

 


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