A la mayoría de la gente le gusta la idea de un safari por África. Con solo pensarlo, nos imaginamos “disfrazados” de cazadores, por la sabana, con nuestro rifle al hombro, esperando que aparezca un león para cazarlo. La realidad, sin embargo, es un poco más complicada y menos glamurosa.
El término safari era una referencia a los primeros “hombres blancos” que llegaron a África en busca de caza mayor. Estos cazadores, generalmente de origen europeo, se dirigían a África para disfrutar de todo su esplendor y participar en el reparto de los territorios. Durante este viaje los hombres se reunían en las partidas de caza y se llevaban de vuelta a casa los trofeos, como era costumbre.
En esa época se decidió el futuro de África. La idea de los europeos de que el “continente negro” era de su propiedad se extendía también a los animales que lo habitaban. El significado histórico de estos safaris lleva arraigadas las nociones de control y poder, esclavitud, violación y pillaje.
En nuestro días, la palabra safari se asocia más con la fotografía y en vez de disparar las armas, los turistas hacen lo propio con sus cámaras digitales. De vuelta a su país, muestran a sus amigos sus trofeos en forma de imágenes. Estos safaris fotográficos se están convirtiendo en una experiencia muy popular entre gentes de todas las edades y procedencias, que desean disfrutar la aventura del desierto y la grandeza del continente africano.
En Estados Unidos son comunes los parques que, salvando las distancias, permiten realizar un safari. Se trata en realidad de zoológicos, atracciones turísticas que crean un ambiente “salvaje” donde las personas pueden observar todo tipo de animales exóticos, priorizando siempre la seguridad. Estos recintos se suelen recorrer en un vehículo, conducido por un guía que describe los animales que se van encontrando por el camino y ofrece un contexto histórico, ofreciendo a los visitantes una experiencia muy completa.
Las reservas de África suelen ser mucho más grandes, motivo por el que la mayoría de la gente todavía prefiere viajar allí y disfrutar la magia de la naturaleza en un entorno real. Dentro de los límites de una reserva de caza la gente se compromete con la conservación de las especies que la habitan (leones, elefantes, hipopótamos, leopardos, rinocerontes, jirafas, cebras,…). Mientras estas áreas sean capaces de proteger a dichos animales, los seres humanos podremos seguir disfrutando de los safaris fotográficos. El amor a los animales, exóticos o domésticos, puede convertirse en el mejor aliado para la protección de las especies en peligro de extinción.
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