Fecha del viaje: Octubre 2008Extracto de mi diario de viajes:
Nos dirigimos bien temprano a la Estación Sur de autobuses para conocer Kashan, una pequeña ciudad situada a unos 935m de altura y a una corta distancia de Teherán. En el autobús nos reparten galletas,zumo de manzana y un vasito para beber agua fresca. En tres horas llegamos. Cogemos un taxi hasta el alojamiento deseado pero el taxita apenas conoce el lugar así que le indicamos el camino con ayuda de nuestra guía Lonely Planet.
Lo deslumbrante de Kashan son sus casas tradicionales del siglo XVIII-XIX que han sido restauradas minuciosamente y que por un precio ínfimo se pueden visitar.
La primera casa que visitamos es Kahn-e Ameriah, de 9000m2 es la más antigua y la más grande de todas, verla nos impresiona pero quizás es la más impersonal. Amerih era el gobernador de Kashan y se hizo rico suministrando al Sha de Persia material de guerra y asegurando la ruta de comercio entre Teherán y Kerman. La casa tiene entre muchas de sus salas, dos hammams, una de ellas construída para mujeres embarazadas, y un naghib, donde se encontraba un tunel secreto.
La segunda casa, llamada Khan-eTabatebei, de 4730m2 fue construída en 1880 por un acaudalado mercader Seyyed Ja'far Tabatabei, dispone de unas 40 habitaciones y más de 200 puertas, contiene bellos relieves y estucados con piedras y espejos de cristal trabajados. La casa consistía en tres secciones: la andaruni (area interna) donde vivian los miembros de la familia, el biruni (area externa) utilizada para entretener a los invitados y el khadameh (habitaciones de los sirvientes). Hay además cuatro jardines y una fuente que a la caída del sol hace que se refleje la casa en el agua.
La tercera que visitamos, Khan-e Borujedi, es mucho más pequeña pero no exenta de belleza. Cuenta la leyenda que el dueño de esta casa conocido como el mercante Borujedi, conoció a Ameriah (el dueño de la primera casa visitada) para pedir la mano de su hija pero Ameriah puso la condición de que ella pudiera vivir a su antojo en una casa tan bella como la suya (qué detalle). Borujedi tardó 18 años en construirla.
El iwan (la entrada) está incorporado un bello estuco a modo de estalactitas. Destacan las cúpulas conteniendo frescos que fueron pintados en aquella época por el famoso artista Kamal ol-Molk. A dia de hoy los frescos siguen restaurándose. En el jardín central hay la fuente (que no falta en todas las casas) y sus muros están decorados con filigranas. La casa se dividia originalmente en el andaruni y biruni, pero sólo este último está abierto al público.
Khan-e Abbasian, la cuarta casa, es un complejo de seis edificios a varios niveles. Los numerosos jardines fueron construidos para dar sensación de espacio, culminándose en un gran jardín en la parte superior. Los pórticos y la entrada están decorados de forma extravante con relieves, trabajos de espejos con cristales y piedras incrustadas y bellas ventanas de colores.
Mas tarde nos vamos a visitar el Hammam-e Sultan Mir Ahmad. El señor de la entrada nos pregunta si nos apetece tomar un te, (en todo Irán desde el régimen de Jomeini hasta la fecha los hammam públicos ya no se utilizan como tal, sino son piezas de museo donde se puede entrar para visitarlos y tomar un te). Así que completamente solos nos adentramos en la sala principal del hammam sentados sobre alfombras donde nos ofrecen ese te tan exquisito que saben tan bien preparan los iranís, oímos música de fondo, sólo hay un iraní que está rezando en una esquina.
Ya es por la tarde y empiezan a abrir las tiendas del Bazar, así que deambulamos perdiéndonos entre olores, coloridos y nuevas sensaciones... Dentro del mismo cenamos unos kebabs con arroz, deliciosos y por solo 4 euros los dos.
Donde nos alojamos es en una pequeña casa tradicional convertida recientemente en hotel y que acaba de ser reformada hace poco. No teníamos reserva pero nos facilitan una habitación sin baño que se ubica en el exterior así que cada vez que tenga que utilizarlo tendré que volver a vestirme con pañuelo aunque después de dos días en Irán ya me voy acostumbrando a llevarlo.
La habitación tiene tres estancias, una pequeña sala de entrada para sentarse en alfombras, una segunda que hace de habitación con colchonetas y mantas y una tercera que se traspasa un pequeño tunel anexo que nos lleva a otra habitación más amplia. En la puerta de entrada no hay cerrojos, así que utilizamos nuestras mochilas para bloquearla. El techo es de roca auténtica, nos sentimos como en la cueva de Alí Babá...
Doy las gracias a Eduard Balsebre por tener la gentileza de incluirme en su estupenda página web de La ruta de la Seda en el apartado sobre Iran:
http://www.larutadelaseda.cat/lloc/?tag=merche-gallart