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Irene Ester Leo: la fuerza de las palabras

Publicado el 12 noviembre 2014 por Hojasdealisio @HojasdeAlisio

Irene Ester Leo es una poeta que he descubierto recientemente. Y no solo me ha gustado, me ha seducido.
Irene Ester Leo: la fuerza de las palabras
Es maestra en artes aplicadas, crítica de arte, ilustradora y poetisa. En 2006 destacó con "Canción Blues". A partir de ese momento ha publicado de manera constante. Ha participado en muchas antologías. Colabora con el periódico "El Nuevo País" en la página cultural.
Irene Ester Leo: la fuerza de las palabras
Espero que os guste !!!
Besos ;-)
Un díaEl vals de un día,
la lluvia habrá lavado las sombras,
antiguas enaguas deslizadas a las palabras
desnudas bordarán las santidades.
Exactitud de carbón,
después el fuego y su ilustre canto de oro.
Cerca, la línea negra de los dedos,
articulación del acercarse,
producirá sonidos en el otro.
Nunca más la poesía de amor más bella, ingerida
desde la corteza alargada de los ojos,
mientras radican los ingenuos cazadores,
en la ranura tejida de las obsesiones.
Recomiendo la lentitud a tus años,
el brillante crecimiento de las pestañas
repara la luz desde la oscuridad.
En un sólo día, después,
bailando con los pies calientes de serenidad,
dejaremos en los túneles de las dudas
nuevas paredes, fundamentos, porcelanas
y las voces para reanudar con hambre premeditado,
la grandeza que le susurras al aire,
respirando las cosas y el olvido de la luna.
Luego iremos,
con la inteligencia de siempre.
En quietudLas alas de los ojos
tienen el añil en el verso,
la locura no contada
el negro de la noche,
la inquietud del insomnio, la que sube a la garganta.
Quien llama las palabras una por una,
granos de las estrellas y cuántica en las sienes,
eres tú, en vuelo.
El corazón bloquea la lentitud de las manos,
las recoge, hojas verdes de un milagro,
en la insistencia del hielo.
Dejamos de dibujar soledades
cuando el viento se robó una caricia, y luego otra,
y subió orgullosa la belleza de las flores de las naranjas pintadas
con los dedos en el aire, como por juego.
Se aprende rápido la contradicción de la piel,
distancias y profundidades son las escaleras,
calles, las ventanas abiertas,
la oscuridad que ciega la verdad.
Quien llama las palabras y las plantas en los pies, eres tú.
Luego, el agua las ama, lenta las agita,
le da los brotes, innata vida,
y se doblan en el cuello,
mientras de flor en fruto
aluden a la totalidad,
al himno de la misericordia,
a la grandeza del rendirse,
como las hojas y las manos y los hombros,
en este otoño.

SombrasCuando la sombra impulsa desde abajo el corazón hasta el feliz efecto de sueño
florecen silvestres las cosas que amamos.
Pasan cerca nuestros imperceptibles.
Antiguas, densas.
Tienen la plenitud del sueño
el olor de la naranja amarga, cuando el Aleluya de las manos
se abre con miedo,
en el contacto entre las cosas que se esperan.
Contienen hierbas encendidas,
arden de miedo y de languidez,
temidas estrellas sobre las puertas oxidadas
caen sobre los pliegues del agua
que habita en la mente.
Ondulación de la sinapsis
la alegoría del pasar.
Luego se van, queda la huella y la contusión de la separación
que soporta el vacío del faltado calor.
En el instante de la madrugada está la voz ronca de piedra,
eco cíclico, en la cúspide del lino
de cada estación que encanta,
y un signo del ala en la frente,
el íntimo paso hacia la altura.

TerrestreLa espera es la luz, sauce, pan viejo, cuchara olvidada
afectada por el viento, agita las muñecas, mueren de hambre los poros,
crea racimos en las tierras, sin nombre.
Ahora el sol está arriba, respiro.
Nos detuvimos un buen vestido, lo toman aquellos de las rosas pintadas,
bloqueadas en la solapa.
Pero se corren desnudos hacia sí mismos,
y luego dejaremos de escribir complots revolucionarios,
simplemente será la ley, subrayada tres veces por una raíz de regaliz,
con el olor de la menta en los pliegues de las sílabas.
Tal vez un día será engaño esta apretada humana de ojos,
pero dejar de amar es disolverse,
Me quedo aquí un rato, para verte mientras subes por las escaleras
y la felicidad corre orgullosa en tu frente.
Detrás de las cortinas sólo se puede imaginar,
la riqueza esté en la congestión de las posibilidades,
el presente es la caja para ser consumidos en el fuego.
Démonos las manos,
en las líneas de la vida
poseemos la bandera.

MilagroUn día apareció en la puerta,
con un crucifijo de trigo colgado en la mirada.
Las manos afirmadas al tejido del corazón,
levantadas sólo por el divertido aliento,
inhumana y brillante la cabeza de los anillos de color rojo,
pintadas sólo por los tallos de verano,
y una marcha en su voz.
Es que la belleza tiene el sueño de los niños,
aparece sólo en el despertar
y se abre pura sin remedio.
El cielo se divide en dos pasos perfectos,
sin embargo no sabrías recordar,
de dónde la palabra tiene el destino.
Lo que queda vivo tiene la forma de la pequeñez.
¿Lo ves?
Es el pensamiento líquido que se filtra entre los labios,
Esta maravilla que abre el papel,
o tal vez el pudor de la sangre,
A raíz de una raíz
que incuba la espera y la garra en el mundo
en el jardín.
Traducción de Marina Niro.


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