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NO ME PARECE que sea un argumento de mucho peso decir que Irene Montero está donde está porque es la novia de Pablo Iglesias. Cada uno es muy libre de opinar lo que le venga en gana, faltaría más, pero lanzar ese tipo de mensajes para desprestigiar a la portavoz de Unidos Podemos en el Congreso y, por extensión, al secretario general de la formación morada se me antoja, cuando menos, arcaico.Entendería esas críticas si su valía no estuviera a la altura del cargo que ostenta. Ahora bien, tras escuchar su intervención inicial en la moción de censura, no creo que ni de lejos que alguien pueda atacarla por ese flanco. Podrá gustar más o menos, estar o no de acuerdo con sus invectivas, esto es bastante obvio, pero desde el punto de vista formal su discurso estaba bien armado. Criticable políticamente si se quiere, para quien se dedique a eso, pero exento de tacha desde el punto de vista parlamentario.¿Sobreactuada, mitinera, impostada, teatral, populista? Pues que cada uno opine como mejor considere, pero no tengo la impresión de que quienes con tanta saña se suelen lanzar a hablar de su vida privada estén en condiciones de mejorar su intervención o aportar argumentos dignos de ser tenidos en cuenta.El discurso de Irene Montero fue durísimo. En el fondo y en la forma: "La corrupción tiene sede en Génova, 13". "Ustedes consideran normal y hasta deseable ese orden donde los que mandan roban y los de abajo trabajan para pagar su fiesta". "Usted, señor Rajoy, tiene los ojos cansados de mirar hacia otro lado a un partido que tiene más imputados que los miembros del Congreso y el Senado juntos". "España está harta de que ustedes les roben, y la democracia pide paso"…Así se las gastó esta joven política, de 29 años, que no llegó a las instituciones como una profesional al uso pero que ha demostrado ser una dirigente de primera fila. No estoy diciendo que lo que ella diga vaya a misa. No es eso, no. Simplemente que tiene todo el derecho del mundo a decirlo sin que continuamente le recuerden su relación sentimental con el líder de Podemos. A los diputados del PP no les debió resultar fácil escuchar este tipo de cosas sin, al menos, torcer el gesto y removerse en sus escaños. No es para menos. Están en su derecho de enseñar los colmillos, como así hizo Mariano Rajoy, de defenderse y revolverse contra Podemos. A partir de ahí escribir en Twitter, pongo por caso, que la “novia Irene Montero se ha puesto zapatos de tacón y novio Pablo Iglesias con chaqueta”, entre otras lindezas, no pasa de ser un comentario demasiado fácil. Innecesario, antiguo y machista.