Año: 2016
Editorial: Ediciones En Huida
Género: Relatos
Valoración: Está bien
Irene Reyes Noguerol es una escritora como la copa de un pino. En sus relatos encontramos mundos complejísimos encerrados en pocas líneas, repletos como están de alegorías, dobles sentidos e imágenes de lo más sugerentes. Son relatos para paladear, para leer una y otra vez hasta terminar de exprimir todo lo que se nos está contando, que nunca es poco y siempre es sabio. Irene Reyes Noguerol es una pedazo de escritora, con un control absoluto del ritmo y una prosa que coquetea con la poesía sin sobrecargarse de florituras. Irene Reyes Noguerol no es solo una escritora de una técnica impecable, también es una escritora socialmente comprometida, que demuestra una sensibilidad apabullante hacia el dolor de los oprimidos y obliga al lector a que se pare y observe lo que normalmente no ve.
Irene Reyes Noguerol es una gran escritora. ¿Por qué, entonces, darle un tibio está bien a este Caleidoscopios?
Esta obra tiene un problema fundamental que no es culpa de su autora, sino de la edición. Y es que Caleidoscopios es una recopilación de relatos de calidad demasiado poco homogénea. Esto sería causa del más profundo desconcierto si no fuera por el hecho de que los distintos cuentos vienen fechados. Hay algunos relatos que datan de 2012, cuando la autora tenía tan solo 15 años. En principio no veo problema alguno en la idea de hacer una colección de cuentos que muestren la trayectoria de un escritor, pero en este caso creo que se le está haciendo un flaco favor a la autora. Y es que, aunque sin duda a mí se me caería la baba hasta los pies si mi hija escribiera relatos así con 15 años; aunque hay algunos, como El viaje definitivo, que han conseguido conmoverme, por lo general no me parecen de una calidad suficiente para merecer su publicación pasado tanto tiempo. Tienen demasiados lugares comunes, demasiados clichés, y no hay aún un control total de lo que se cuenta y cómo se cuenta. Esto es perfectamente normal; ningún gran escritor nace sabiendo y, aunque todos los que lo son suelen apuntar maneras desde la adolescencia, no es hasta que alcanzan cierta madurez que su prosa florece del todo. A juzgar por los relatos de 2015 y 2016, Irene Reyes Noguerol ya ha florecido, y por ello se merecía, en mi humilde opinión, que este Caleidoscopios se centrara en sus escritos más actuales. Solo de esta manera se habría hecho verdadera justicia a la artista en que se ha convertido… y ya habría tiempo en el futuro para sacar antologías de «Escritos de juventud» para sus fans más acérrimos (que los tendrá, vaya si los tendrá).
Por este desacierto, es posible que más de un lector abandone el camino sin haber llegado al tesoro oculto en este Caleidoscopios: los impresionantes relatos Domingo, Elegía al oído, Juegos, Metrópolis, Último acto y mi favorito, La espera. Yo, por si las moscas, dejo aquí un cebo para que los lectores más impacientes no se rindan y a la autora le pido que, por lo que más quiera, no deje de escribir:
Fuera, silencio.
Silencio en Blancanieves que se fían de los enanos, en Medeas que asesinan a sus hijos, en pañuelos Semáforo SA a bajo cero —Europa es un continente solidario—; silencio en América con sobrepeso, en el Titanic cien veces naufragado en una lágrima; en África que devora sus costillas para vomitarse —manchándose los pies descalzos— en una regurgitación caníbal; silencio, silencio, silencio en, para, sobre sombras a las 8:15 en Hiroshima y niños con cinco brazos en Nagasaki —bondad americana—; innombrable silencio azul y rojo —españolito que vienes al mundo te guarde Dios—, opuesto al verbo, propio del oído que no quiere saber —negro—, que no puede saber —tan blanco—, que se refugia en inventados mundos insonorizados, realidades paralelas construidas sobre me gusta, comentar, compartir.
Fuera, siempre silencio.
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