Lugar: BarclayCard Center. Madrid
Fecha: 13 julio 2016
Asistencia: 15.000 personas
Artistas Invitados: The Raven Age
Músicos: Steve Harris (bajo), Bruce Dickinson (voz), Dave Murray (guitarra), Adrian Smith (guitarra), Janick Gers (guitarra) y Nicko McBrain (baterista)
Más que un sentimiento
La verdad es que refresca salir del Metro en O'donnell e introducirse en un agitado mar de camisetas negras en el que se sienten todo tipo de corrientes subacuáticas de esas que te atrapan y te llevan al fondo sin escapatoria posible. Un dulce ahogamiento en el nombre de Iron Maiden, a mayor gloria del heavy metal, en un ambiente de camaradería y pertenencia que resulta profundamente reconfortante.
Porque Iron Maiden es la excusa, el vehiculo necesario para que los que compartimos este código nos congregemos en festivo akelarre de vital celebración. Y vale, es cierto, muchos artistas llenan el Barclaycard Center, y lo hacen con diversos grados y diversos tipos de relación con los suyos. Pero indudablemente lo de esta banda británica fundada en Londres en 1975 es más que especial por su condición de pioneros y líderes de todo este movimiento conocido como heavy metal.
Por eso, mientras nos adentramos en el pabellón junto a otros 15.000 de los nuestros, se mastica la emoción de las grandes ocasiones. También se aprecian interminables filas de maromos esperando para ir al baño, mientras ellas se sorprenden y se mofan por tener, por una vez, vía libre para el desahogo sin perder el tiempo. Pero cuando empieza a sonar el celebérrimo 'Doctor Doctor' de UFO, sempiterna introducción para los recitales de Iron Maiden, todos estamos en posición, perfectamente uniformados y coreografiados con los cuernos en alto y la pose miliciana requerida para tan solemne momento.
Ya que estamos dentro de 'The book of souls Tour', arranca la velada con la pomposa y tradicional épica mística de 'If eternity should fall', tema que también abre el último disco del grupo y que a pesar de ello suena a clásico pues tiene todos los ingredientes que uno espera de Iron Maiden: un inicio inquietante, la voz de Bruce Dickinson desafiando, un trote creciente, cambios de ritmo, un estribillo épico para corear, un rico trabajo de guitarras y una base rítmica tan juguetona como pétrea.
La grandilocuencia se afianza con el frenesí de 'Speed of light' antes de tirar de pasado glorioso con 'Children of the damned'. Huelga remarcar que a pesar de que podrían encadenar clásico tras clásico, el grupo no va a lo fácil y se centra en presentar su más reciente disco, el decimosexto, 'The book of souls', con temas como 'Tears of a clown' (escrita en tributo al actor Robin Williams) y 'The red and the black'. Y esta defensa a ultranza de su presente es lo que mantiene a Iron Maiden como emperadores después de tantos años y tantos álbumes. Porque saben equilibrar el ahora con el ayer, para así encontrar un futuro.
Eso hace que inevitablemente se queden fuera muchas viejas glorias, aunque también atronan otros clásicos como 'The Trooper', por supuesto con Bruce Dickinson ondeando la Union Jack sin parar de corretear por el currado escenario con sus habituales dinámicas poses, lanzando zarpazos con las piernas abiertas, alzando y meneando el pie de micro, levantando sus garras para generar la energía que sale por su garganta y que, convenientemente amplificada, es como maná caído del cielo para sus fieles. Joder, da gusto escuchar eso de "Scream for me Madriiiid, scream for me Españññaaa!"
Después de otro pelotazo en forma de 'Powerslave', nuevo tramo dedicado al material más reciente con 'Death or glory' y la fascinante teatralidad de 'The book of souls', con Dickinson arrancando el corazón a un Eddie (la mascota del grupo, venga, ya sabéis) gigante que termina sucumbiendo ante el poderío de sus creadores que, vale, es verdad, ya van teniendo una edad, pero todavía mantienen el músculo y la contundencia con sobrada solvencia. Y, de hecho, no creo que muchos asistentes se preguntaran cuantos años suman entre todos ellos.
Pero ahí está Dickinson sobrado de carisma y de potencia a sus 57 años, sabiendo modular sus cuerdas vocales en cada momento. Ahí está Steve Harris (60 años), alma máter total, comandando la guerrilla con sus lineas de bajo junto a la pegada de Niko McBrain (64 años). Y desprendiendo vitalidad y talento están los tres guitarristas, cada uno con sus peculiaridades: Adrian Smith (59 años), Dave Murray (59 años) y el travieso Janick Gers (59 años) haciendo malabarismos con su guitarra, supongamos que en ocasiones sin volumen, porque qué sé yo, tanto porrazo tendría que sonar con estridencia, ¿no? Bueno, esa es la magia del rock, en cualquier caso.
Pasado el ecuador del recital y convenientemente presentadas las nuevas canciones, llega el momento de la sucesión de clásicos. 'Hallowed by the name' y 'Fear of the dark' llevan al pabellón a su punto de ebullición con rimbombantes coros y sofocantes galopes colectivos, antes del fin de fiesta con 'Iron Maiden', la canción que da nombre al grupo o viceversa, depende de si ves el vaso de cerveza medio lleno o medio vacío a estas alturas en las que prácticamente se evaporan según sueltas la (mucha) pasta en la barra.
Tiempo aún para un bis que explota con la legendaria pegada de 'The number of the beast', prosigue con la henchida emoción de 'Blood brothers' y remata con la fuerza desatada de 'Wasted years' ante un público abrumado por el despliegue y estrangulado por el sudor de una noche de verano atemporal en la que no tiene sentido pensar en el pasado ni hacerse preguntas sobre el futuro. Lo que toca es cantar con tus iguales eso de "So understand don't waste your time, always searching for those wasted years. Face up, make your stand and realize you're living in the golden years". Tal cual.