Revista Cine

Irrational Man

Publicado el 25 septiembre 2015 por Srinterrogante

Esto es ya una certeza: la cita anual con Woody Allen no se escapa de la agenda de ningún cinéfilo que se precie de serlo. Conformándose como uno de los directores de cine más productivos de la historia, desde mediados de los años sesenta no ha habido primavera que el bueno de Woody no se asomase a la cartelera para aportar su granito de arena al panorama cinematográfico. Sin embargo, no resulta arriesgado afirmar que, en los últimos años, Allen, antaño autor de obras verdaderamente gloriosas (sonará a tópico, pero Manhattan y Annie Hall son imprescindibles), ha ido poco a poco desinflando su “imaginario” a base de tropezar con la repetición, aspecto por otro lado más que comprensible teniendo en cuenta que su filmografía cuenta ya con cuarenta y siete películas en “tan solo” cuarenta y nueve años. Un récord absoluto.
Irrational Man
Pero la cuestión, el aspecto verdaderamente destacable, es el hecho de que, a pesar de todo, el cineasta norteamericano no haya realizado jamás una “película mala”: a pesar de los diversos altibajos que pueda haber sufrido su carrera, todos los films de Woody Allen son, cuanto menos, interesantes. En el caso de Irrational Man (2015), su cuadragésimo séptimo largometraje, el resultado no difiere de esta norma. El director regresa esta vez al híbrido “comedia romántica/drama criminal” que tan bien le funcionó en ocasiones anteriores, y, aunque sin lograr aquí la profundidad y el perfecto cálculo de su Match Point, Allen brinda con Irrational Man uno de sus films más completos y bien ejecutadosde los últimos años.
Si bien al comienzo del film algunos diálogos resultan ciertamente sobreinformados, lastrando el ritmo inicial de la película, y la introducción del detonante que hace arrancar la trama parece encajada con calzador, todo es solucionado con habilidad por el autor cuando el personaje protagonista comienza a caminar hacia su objetivo, tropezando con más de una piedra que dará lugar a situaciones bien planteadas y resueltas con efectividad. Al buen funcionamiento de la narración se une el buen hacer de Allen tras la cámara, quien opta, como de costumbre, por una planificación visual limitada, “manteniendo el plano” y dejando que sean los intérpretes (radiantes Phoenix y Stone) y no el montaje los que marquen el ritmo de la película.
En una frase: Woody Allen ha vuelto a llegar puntual a su cita y, en esta ocasión, se ha puesto incluso el traje.
Pelayo Sánchez.

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