El incombustible Woody Allen demuestra una gran capacidad como guionista y director, ya que todos los años saca una película adelante. Por esa razón, no todas presentan los mismos niveles de calidad. El año pasado nos hizo disfrutar a todos con Magia a la luz de la luna, la película más creyente de su trayectoria, si la comparamos con el resto de su filmografía, marcada por su óptica existencialista. De todas formas, vuelve a las andadas marcadamente pesimistas.
Abe Lucas es un profesor universitario desencantado y al que los líos de faldas le dejan vacío. Este hombre tiene varios encuentros amorosos coincidentes en el tiempo con una compañera de trabajo y una alumna con la que tendrá una conversación que le transformará.
Esta producción me ha sorprendido gratamente porque no esperaba absolutamente nada de ella, puesto que había leído críticas muy favorables o muy negativas. Sin embargo, quitando momentos puntuales, la película nos ha parecido lo suficientemente entretenida como para estar con la “antena” puesta la mayor parte del tiempo. A mitad de metraje nos encontramos con un par de situaciones en las que parece que va a perder interés, pero es en ese momento cuando se inicia la trama de intriga que te mantiene pegado a la butaca hasta el final de la proyección. La ironía y el cinismo salpican todo el largometraje, sacándote en varias ocasiones la sonrisa. Como dato curioso, los cinéfilos van a pillar el guiño cinematográfico a la película de Frank Capra, Arsénico por compasión protagonizada por Cary Grant y Priscilla Lane.
Los actores principales de esta cinta son Joaquin Phoenix, muy contenido haciendo de alter ego de Woody Allen y una Emma Stone sencillamente espléndida.
Esta producción hace un repaso al pensamiento filosófico de los últimos siglos como el de Kant, Nietzsche, Kierkegaard o los de la corriente existencialista encabezada por Jean Paul Sartre. Por otra parte, los temas que trata el realizador neoyorquino vuelven a ser los mismos de siempre, pues el protagonista se pregunta por el sentido la vida y, teniendo en cuenta su ateísmo militante, reconoce la natural tendencia del ser humano a escuchar la voz de su conciencia y la necesidad del hombre a regirse por lo que dictamina su moral. Finalmente, podemos decir que esta película es la respuesta a Match Point en el sentido de cómo el factor suerte influye en nuestras vidas (publicado en Diario Ya).