Durante una extraña y entrañable temporada impartí clases en una Universidad privada. Fue una auténtica locura. Lo pasé bien, no siempre, claro, pero el balance fue positivo. Recuerdo sobre todo la maravillosa sensación que se obtiene cuando el trabajo, los compañeros y el ambiente son nuevos: todo parece mucho mejor que lo que se dejó atrás. Luego viene la aplastante realidad. Una de las mejores cosas fueron los alumnos, of course. Recuerdo la conversación con un chaval sobre la prognosis en la Historia (la capacidad para pronosticar los acontecimientos históricos basándonos en una regla científica o filosófica). Y, como no podía ser de otra manera, el alumno me dijo sonriendo: “Es que he leído Fundación, de Asimov”. Yo lo había leído también. Lo tenía en la casa en la que vivía entonces, inmerso en una colección de vistosos colores que había sacado el periódico El Mundo. “Las cien mejores novelas del siglo XX”, creo que era
el título de la serie. Entre ellas varias de ciencia ficción, como Mundo perdido, de Crichton; Fahrenheit 451, del gran Bradbury; ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Dick; Matadero cinco, de Vonnegut; y Fundación.La obra está compuesta por cinco relatos, un fix-up destinado a dar cuerpo a un proyecto
El creador de la psicohistoria es Hari Seldon, un científico represaliado por el Imperio y, al tiempo, salvador futuro de la civilización. Para esa salvación, Seldon compila la Enciclopedia Galáctica, que reúne todo el saber humano, para conservarla en vista del periodo de decadencia que se avecina. El plan de Seldon se completa con la construcción de dos fundaciones en planetas distintos. Para la consecución de su plan, Seldon ha dejado una casta sacerdotal, los enciclopedistas, que se muestran inútiles para el gobierno y tan mezquinos como el Imperio. Al tiempo, Seldon, ya muerto, ha programado su presencia a través de apariciones que pronostican el futuro. El caos en 
