Isabel Coixet

Dª Isabel Coixet, insigne directora de “La vida secreta de las palabras” y “Escuchando al juez Garzón”, afirma en una entrevista reciente, que actualmente “en España no hay un Prestige, sino quinientos”; cita entre ellos la banca o los recortes en sanidad. No me cabe duda alguna de la valía que tiene esta señora haciendo cine, pero me temo que la calidad de sus obras se vea condicionada por el color político con el que las mira, tan tendencioso como la anterior afirmación, vertida en un periódico recientemente. El Prestige supuso una tragedia para las costas gallegas hace unos años, pero lo verdaderamente relevante no fue el deterioro ecológico, sino el haber sucedido bajo un gobierno popular. El buque se convirtió en un ariete con el que golpear a Cascos, entonces ministro, y a Rajoy, pasando otras situaciones similares, aunque menos graves, como la sucedida en la bahía de Cádiz, a un enésimo lugar por haber pedido el interés político al estar en el gobierno gente progresista, solidaria y comprometida, como no podía ser de otra manera. He tenido ocasión de ver el largometraje de Isabel, pero no el documental referido a D. Baltasar. La verdad es que tengo cierto interés en escuchar al juez, explicando, por ejemplo, como se pueden pedir subvenciones para actividades privadas en papel timbrado de la Audiencia Nacional, o como compatibilizar sus emolumentos como juez, con el abono de sus charlas y conferencias en el periplo estadounidense; qué duda cabe del interés que me despierta saber de qué habló en sus cacerías con Bermejo, el fiscal, cuando éste fue ministro de Justicia, o porqué dejó escapar a dos narcotraficantes convictos por agotamiento de plazo. Claro que es más interesante buscar los recortes en los presupuestos, absolutamente necesarios, para compararlos con la tragedia del buque hundido frente a las costas gallegas, a fin de movilizar las conciencias dormidas, actualmente bajo la opresión intolerable de una derecha carpetovetónica que trata desesperadamente de solucionar los problemas ocasionados por la nefasta administración de sus correligionarios.