En 1480 se celebran las Cortes de Toledo, las segundas y últimas de los Reyes. Las Cortes de Madrigal fueron las más importantes, ya que en las de Toledo solo se trataron algunas reformas. En este año termina la etapa preparativa del reinado de los Reyes Católicos iniciada en las Cortes de Madrigal en 1476. Esos cuatro años de intensa actividad incluyeron la guerra civil y cambios en el orden de la estructura social y territorial.
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Con las Cortes de Toledo se inicia la verdadera monarquía, que va a influir no solamente en la Península, sino en toda Europa y en el resto del mundo. Isabel, ya reina de Castilla y de Aragón, está apoyada por fin por todos los nobles que antes estaban divididos y que habían ejercido poderes propios e independientes creando la anarquía territorial. Esta revolución silenciosa se consigue sin sangre, con reconciliación, negociación y mucha paciencia. Mérito de Isabel, que supo llevar a cabo lo que ninguno de sus antecesores había conseguido.
Isabel de Castilla, los años hasta la conquista de Granada
Las Cortes de Toledo se iban a convocar antes de 1480, exactamente del 13 de noviembre de 1478 al 15 de enero de 1479, pero se retrasaron hasta el invierno de 1479 por causa de la guerra con Portugal. Solo después de la firma del Tratado de Alcaçovas y de las Tercerías de Moura fue posible convocarlas. Esta fecha marca el fin de las Cortes medievales. Solo se conservan unos cuadernos de las Cortes de Toledo y de las de Madrigal. Se crea el Ordenamiento General de las Cortes de Toledo como texto fundamental en términos de derecho político: un cuerpo legislativo trabajado con el acuerdo de procuradores, nobles y miembros del Consejo. El texto trata de la reducción de juros, de la reconstrucción del poder real a costa de la nobleza y del saneamiento de la Hacienda.
Llega Isabel con el príncipe Juan, que iba a ser jurado el 14 de octubre de 1479 en las Cortes. El rey Fernando llega el 23 del mismo mes. Los procuradores no llegan hasta primeros de enero de 1480. La reunión dura hasta el 28 de mayo de 1480. Participan dieciséis ciudades y villas con derecho a representación, sumando un total de treinta y cuatro procuradores. Los temas principales son la reconstrucción de las rentas (reducción de juros), la reforma de las instituciones de justicia, la afirmación de la autoridad real frente al pontífice y un conjunto de medidas transitorias sobre el régimen municipal y sobre las relaciones sociales. Se consolida la monarquía absoluta en detrimento del poder de la nobleza por la pérdida de los privilegios de esta. Pero la justicia impuesta por los Reyes ante la presión y el descontento de los nobles funciona de manera eficaz y poco a poco va encajando la nueva jerarquía por consenso de la mayoría de la sociedad, al observar que el caos, el desastre y la anarquía social que reinaban antes se van subsanando y mejorando.
Comienza la guerra de Granada en 1482 después de las treguas de 1475 y de 1478. El reino de Granada entonces abarcaba varias provincias andaluzas: la totalidad de las actuales Granada, Málaga y Almería, y parte de Cádiz, Córdoba, Jaén, Sevilla y Murcia. Es decir, ocupaba un territorio más amplio que la actual Andalucía oriental. Desde su fundación en 1238 Granada fue amiga de Castilla, pero pasó a ser un protectorado de esta obligado a pagar tributos desde la época del rey Fernando III. Mientras en la zona cristiana hubo conflictos internos y guerra civil, los granadinos aprovecharon para atacar el territorio cristiano y expandir el poder musulmán, incluso colaborando con los nobles cristianos que se enemistaban entre sí.
Los nobles se enfrentaron entre sí en muchas ocasiones dentro del territorio de Castilla y con tal de ganar la batalla pactaron con el reino de Granada y utilizaron la fuerza musulmana para derrotar a sus adversarios. Es decir, que no había unión de los cristianos frente al reino musulmán. Por esta razón, durante las treguas, los nazaríes tuvieron ventaja sobre los cristianos, ya que no colaboraban entre ellos. Los Reyes Católicos tenían problemas en su propio territorio, sobre todo por causa de la guerra con Portugal, razón por la que no podían atender los problemas del sur. El enraizado enfrentamiento entre el duque de Medinasidonia, Enrique de Guzmán, y el marqués de Cádiz, Ponce de León, era por todos conocido.
El duque de Medinasidonia se aliaba con Granada cuando necesitaba recurrir a su fuerza militar para combatir a su enemigo. Granada supo aprovechar la coyuntura para realizar incursiones en territorio cristiano, lo que hizo en Jaén, Cieza y Alcalá la Real (conquistada por Alfonso XI en 1341). Zahara de la Sierra, una fortaleza cristiana desde 1407 (conquistada por Fernando de Antequera) hasta 1481, fue reconquistada por los granadinos y el marqués de Cádiz volvió a tomarla en 1483, lo que provocó la chispa para la guerra de Granada. Como queda dicho, los Reyes, apremiados por dar solución a los problemas con Portugal, Francia, Nápoles y con algunas zonas del propio reino aún en conflicto, no podían concentrarse en la guerra contra Granada y se vieron obligados a aceptar la tregua propuesta por el rey de Granada.
Sin embargo, a la vista de que la tregua no se respetaba por parte de los nazaríes, que invadieron el territorio cristiano y tomaron la importante fortaleza de Zahara, los Reyes reaccionan de forma enérgica ante tal pérdida y deciden acelerar la reconquista movilizando guarnición para la zona. Mientras tanto, el marqués de Cádiz, como represalia, entra en el reino musulmán, ataca Alhama (una fortaleza contigua a Granada) y consigue tomarla sin grandes dificultades. La toma de Alhama fue una gran noticia para los Reyes, que aún se encontraban fuera de Andalucía, ya que dicha fortaleza está ubicada en el corazón de Granada y poderla usar como defensa cristiana era una flecha clavada en el corazón del reino musulmán. La toma se produjo el 28 de febrero de 1482, cuando Zahara seguía en poder musulmán, y se hizo como represalia por la toma de Zahara por los granadinos. En esta operación colaboraron prácticamente todos los nobles cristianos de la zona que estaban enemistados.
Los más destacados fueron Diego de Merlo, Alonso de Cárdenas (maestre de Santiago), Rodrigo Téllez Girón (maestre de Calatrava), el duque de Medina, el marqués de Cádiz, el conde de Cabra y Alonso de Aguilar. La toma de la plaza fue bastante más fácil de lo que se imaginaban. Precisamente por el hecho de que la fortaleza estaba dentro del reino y muy cerca de la ciudad de Granada, los moros no pudieron imaginar un ataque cristiano directo a un lugar que no estaba ubicado en la frontera con la zona cristiana. No había vigilancia severa ni suficiente número de ejércitos para la defensa y los cristianos pudieron ocupar con facilidad la fortaleza. El problema era cómo resistir el asedio que organizarían los granadinos. Efectivamente, cuatro días después se presentan 80 000 soldados con el rey de Granada. El asedio duró veinticinco días, hasta la llegada de socorro por parte de las fuerzas cristianas. El marqués de Cádiz Ponce de León tuvo que pedir ayuda a su enemigo de toda la vida el duque de Medinasidonia, Enrique de Guzmán, el único que podía salvarle del asedio del rey de Granada. El duque marchó en su auxilio reuniendo al ejército y el rey de Granada, al tener noticia de la llegada de las tropas, levanta el cerco. Ese encuentro de los dos eternos enemigos, el marqués cercado y el duque libertador, pondrá fin a su antigua enemistad.
Los Reyes Católicos se enteran de la noticia de la toma de Alhama cuando se encontraban en Medina del Campo, el 15 de marzo de 1482. El rey Fernando decide partir para Andalucía enseguida. Isabel, que estaba embarazada, también lo hará, pero hacia primeros de abril, y llegará allí a finales de mes. Da a luz a María en Córdoba el 29 de junio de 1482. Al existir graves riesgos de perder Alhama por estar situada tan dentro del territorio musulmán y muy cerca de la ciudad de Granada, Fernando el Católico se encargó de defender la fortaleza enviando refuerzos y víveres para asistir a los cristianos aislados dentro de la zona musulmana. El 14 de abril tiene lugar el segundo asedio del rey de Granada y el asalto general de Alhama por los granadinos. Los asediados resisten bien y el 29 de abril Fernando entra en Alhama junto con el cardenal Mendoza. Debían resistir a toda costa, ya que la fortaleza iba a ser una base importantísima para la guerra de Granada por su situación estratégica. Ante el tercer asedio de Alhama, Fernando en persona prepara la defensa en el verano de 1482.
Mientras tanto, ocurre algo que beneficia a los cristianos en ese momento de tanta tensión: entre el rey Muley Hacén y sus hijos Boabdil y Husuf se produce la guerra civil dentro del reino. Boabdil consigue derrocar a su padre y se proclama nuevo rey de Granada después de varias batallas que causaron una gran mortandad entre los nazaríes. La causa de las hostilidades fue que el rey abandonaba a su mujer, reina y madre de Boabdil, y se casaba con una cristiana llamada Zoraya. Para poder proteger la fortaleza de Alhama y establecer una línea de comunicación segura desde la frontera de la zona cristiana, se prepara la toma de Loja, situada entre la Andalucía oriental y la occidental, una fortificación de menor importancia que Alhama. Sin embargo, no consiguen ganar la batalla y terminan retirando sus tropas. Fue un fracaso terrible y murieron muchos soldados, entre ellos el maestre de Calatrava. Algo parecido sucederá en 1483, lo que se conoce como el desastre de la Axarquía, región de Andalucía situada entre Alhama y Vélez-Málaga. Alonso de Cárdenas, al mando de las tropas cristianas, invadió esa zona con el resultado de la pérdida de miles de soldados en marzo de 1483.
Los moros de Granada, mientras tanto, atacan Lucena (Córdoba), en territorio cristiano, dirigidos por el nuevo rey nazarí Boabdil, ataque que termina en fracaso y en el que el propio rey cae prisionero. En agosto de 1483 se firma un tratado en Córdoba para liberar a Boabdil mediante el encuentro de los Reyes Católicos con el rey nazarí en Córdoba, después de una solicitud de la madre de Boabdil, Fátima, en la que pedía la libertad de su hijo y una tregua de dos años. En el pacto, Granada reconocía su vasallaje ante los Reyes y ofrecía el pago del tributo anual en oro y la liberación de los presos cristianos que se hallaban en territorio nazarí. Como garantía del cumplimiento del tratado, Muley Hacén entregaba en calidad de rehenes a dos de sus hijos, incluyendo al primogénito, Boabdil. Antes de sellar el tratado, Fernando consulta con Isabel, que no se encontraba en Córdoba, sino en Vitoria, y con otros nobles que tenían distintas opiniones. El padre de Boabdil, el viejo Muley Hacén, vuelve a ser rey de Granada ante la ausencia de su hijo. Fernando, como buen político y militar, hace sus cálculos estratégicos: el hecho de tener a Boabdil como rehén y súbdito ocasionaría una guerra civil dentro del reino de Granada, ya que cuando volviera al territorio nazarí se enfrentaría con su padre, Muley Hacén, y provocaría la división del reino. Eso facilitaría la conquista final de Granada por las fuerzas cristianas.
Mientras tanto, comienza la tala de la Vega y la conquista de Tájara, fortaleza cercana a Alhama camino de la frontera cristiana. El 14 de junio se rinde Tájara y las huestes pasan a Alhama para reforzar la guarnición. Toda la comunidad cristiana, incluyendo al papa, se felicita por la toma de Alhama y su defensa. Los Reyes deciden nombrar al conde de Tendilla, Íñigo López de Mendoza, jefe supremo de Alhama y de sus tropas. Los granadinos atacan por sorpresa varias localidades castellanas y llegan hasta cerca de Sevilla y de Córdoba, pero estas operaciones fracasan y ocasionan un gran número de muertes en sus tropas. Estas expediciones malogradas debilitaron sus defensas de la zona de Zahara cercana a Málaga, situación propicia para que los cristianos, encabezados por el marqués de Cádiz, consigan reconquistar Zahara. El conde de Tendilla se instala en Zahara, quedando encargado de su defensa. En el mes de mayo de 1485 Isabel llega a Córdoba, mientras Fernando se dispone a organizar los preparativos para la toma de Álora (Málaga). El marqués de Cádiz inicia el asedio ordenado por Fernando el día 9 de junio de 1484, asedio que termina el 17 del mismo mes. La toma de esta plaza era necesaria para la conquista de Málaga debido a su ubicación. Álora, por ser una fortaleza importante (al igual que Ronda) en la zona occidental del reino de Granada, había sido intentada reconquistar varias veces: en 1184 por Alfonso VIII, en 1319 por Alfonso XI, en 1434 por Juan II, y en 1455 por Enrique IV, pero nunca lo habían logrado, precisamente por su situación estratégica.
En el mismo año de 1484 los cristianos consiguen conquistar Setenil de las Bodegas (Cádiz), cerca de Ronda (Málaga), y Zahara, facilitando el camino para la conquista de Ronda y de Málaga. El año siguiente se completa prácticamente el dominio de la zona occidental desde Málaga hasta la frontera cerca de Gibraltar, aunque fracasa de nuevo la toma de Loja, que no se conseguirá hasta 1486. En 1485 las plazas situadas en los alrededores de Álora caen en poder de los cristianos (Benamequiz, Coín, Cártama y Casarabonela), que llegan a las puertas de Málaga. Isabel desde Córdoba daba las órdenes oportunas con el fin de atender todo lo necesario para el buen desarrollo de las actuaciones de su marido en tierra musulmana. Suministrar la cantidad de alimentos y material de guerra necesarios a todos los lugares donde se encontraban las tropas cristianas era muy complicado y costoso, y dirigir esta tarea no era nada fácil desde la distancia. Tenía que coordinarlo todo, incluidos los pagos a la gente de armas y a los proveedores de materiales y alimentos, por lo que solicitó a todos su colaboración para contribuir a la causa de la guerra de Granada. Actuó como administradora general de la guerra, mientras que su marido Fernando fue el ejecutor en el frente. El cerco de Ronda comienza el 8 de mayo de 1485 y la plaza se rinde el 22 del mismo mes.
Con la caída de Ronda, otras treinta y tres poblaciones de la zona también se rinden, incluyendo Marbella el 15 de Junio. La zona occidental de Málaga pasa a ser territorio cristiano, aunque se quedan algunos castillos y fortalezas sueltas sin conquistar. La clave en la guerra de Granada consistió en cómo organizar el mantenimiento de los ejércitos cristianos en zona enemiga, ya que ganar una fortaleza no significaba poder permanecer en ella durante largo tiempo. Por tal motivo las anteriores conquistas llevadas a cabo por los reyes cristianos fueron abandonadas y volvieron al poder musulmán. La reina estaba haciendo esa labor en la retaguardia, enviando todo lo necesario para el mantenimiento de la guerra: alimentos, material bélico, medios de transporte, incluso recambio de ejércitos. También había que pagar el sueldo a las gentes que llegaban a la zona. Hizo falta reunir una ingente cantidad de dinero y pedir prestado, pues aunque los Reyes contaban con la ayuda de la alta nobleza y de la Iglesia, no era suficiente para cubrir todos los gastos que se producían en el frente. A pesar de todo, consiguió por su fuerza de voluntad y tenacidad todo cuanto fue necesario para el sostenimiento de la guerra.
La presencia de la reina en la zona de lucha fue muy positiva para levantar el ánimo y la moral de los cristianos, a la vez que surtió el efecto contrario en el enemigo. Mientras las cosas iban saliendo bien en la zona occidental, el intento de conquista de Moclín, cerca de Tájara, dirigido por el conde de Cabra, fracasa con una derrota seria. En la zona norte cercana a Jaén consiguen tomar la plaza de Cambil el 23 de septiembre de 1485. Dentro del reino de Granada, el hermano del viejo rey Muley Hacén, Zagal, le sucede en el trono después de que el rey, enfermo, se retire a Almuñécar. Zagal, que estaba en Málaga cuando el pueblo de Granada le reclamó para ser su rey, en el camino de Málaga a Granada se encuentra con las tropas cristianas de Alhama y las derrota por completo, lo cual fue muy positivo para los granadinos que consideraban a Zagal un rey fuerte y valiente. Una vez proclamado, intenta organizar la defensa del reino y ofrece a su sobrino Boabdil la dirección de ciertos castillos de la región de la Axarquía que servían de defensa frente a la zona occidental, ya controlada por los cristianos. Comienza la guerra civil granadina entre los partidarios de Zagal y los de su sobrino Boabdil, vasallo de los Reyes Católicos. En un principio Boabdil acepta colaborar con su tío Zagal para defender juntos el reino, sin tener en cuenta el juramento de vasallaje que había hecho con los Reyes Católicos, y entra en Loja para socorrer a Zagal, pero pierde la plaza y su libertad. En 1486, después del gran preparativo de guerra para el asedio de Loja, justificado por los dos intentos anteriores que habían terminado en fracaso, los Reyes, tras pasar por Salamanca, Alba de Tormes, Guadalupe y Guadarrama, llegan a Córdoba el 28 de abril y el rey entra en el reino de Granada el 20 de mayo. Utilizando lo aprendido en las pasadas experiencias frustradas, esta vez consiguen derrotar Loja el 29 de mayo.
Con la caída de Loja, plaza muy importante y vital para Granada, caen otras plazas cercanas, tales como Moclín e Íllora, en manos cristianas. Boabdil es hecho de nuevo prisionero y es nuevamente perdonado, pero se redacta un tratado más duro para conseguir así su apoyo con el inicio de la guerra civil en Granada. Álvaro de Luna, nieto del valido de Enrique IV y con su mismo nombre, se instala en Loja como alcaide. Isabel entra en la zona de guerra en el frente de Íllora y Moclín. Aunque Íllora y Moclín se rindieron enseguida ante el asedio, hubo grandes preparativos de guerra para su defensa ya que Moclín era una fortaleza cercana a la ciudad de Granada que corría un evidente riesgo de ataques procedentes de la capital granadina. La presencia de Isabel en el frente del campo de operaciones animaba a los cristianos y les subía la moral. Ella iba acompañada por un séquito de primer orden: el arzobispo Mendoza, Gutierre de Cárdenas y Gonzalo Chacón, además de su hija Isabel, de 15 años. Se produce el encuentro de Isabel y Fernando en el frente, con el recibimiento del duque del Infantado y otras personalidades. Las operaciones realizadas para la conquista de las plazas fueron muy costosas, tanto en medios materiales como humanos, por tener que realizar el abastecimiento desde fuera, sin contar con caminos adecuados para el traslado de víveres y careciendo de una buena comunicación, pero fue indispensable ese apoyo logístico para el mantenimiento de las plazas conquistadas. Isabel desempeñó ese papel fundamental, ya que otras personas no eran capaces: tenía que ser la reina para que la gente obedeciese y las operaciones se coordinasen sin desbarajustes.
En un mes consiguen tomar cuatro plazas: Íllora, Moclín, Montefrío y Colmenar; todo un éxito teniendo en cuenta que se trataba de una zona muy peligrosa y estratégica. Gonzalo Fernández de Córdoba entra en Íllora como alcaide. En la zona occidental de Granada quedaban aún dos localidades importantísimas por reconquistar: Vélez-Málaga y Málaga. En enero de 1487 comienza la campaña de Vélez-Málaga estando los Reyes en Salamanca y el 27 de abril se rinde la villa, a la vez que toda la Axarquía malagueña, sin luchar. Mientras tanto, se desarrolla la guerra civil dentro de Granada entre Muley Hacén y Zagal. En el mismo año, Málaga se rinde después de más de tres meses de cerco, desde mayo a agosto. Con esta conquista la parte occidental de Granada ya es territorio cristiano tras seis años de guerra, cuyo protagonista principal fue el marqués de Cádiz. Comienza a partir de ahora la reconquista de la parte oriental antes de llegar a la propia Granada. Los Reyes estaban en Zaragoza, resolviendo los asuntos de Aragón con Francia, cuando se produce la rendición de Vera, Mojácar, Vélez Blanco, Vélez Rubio, Huéscar, Orce y Galera y el marqués de Cádiz envía una carta a la reina informándole de las victorias en la zona oriental. Durante la campaña de 1488 ganaron cincuenta lugares más en Almería, dando cuenta de ello al papa.
La fortaleza más importante de la zona era Baza, que resistió más de medio año en 1489, aunque al final se rindió, con lo que el cerco se fue estrechando cada vez más. La batalla de Baza es quizá una de las más importantes en cuanto a la técnica de guerra utilizada, la llamada poliorcética (arte de atacar y defender las plazas fuertes), pionera en la Europa del siglo XV. La reina dirigió desde Jaén el suministro al campamento cristiano de Baza durante los seis meses que duró el asedio. Por fin el 4 de diciembre de 1489 se rinde la fortaleza. Zagal, rey de Granada y hermano del viejo Muley Hacén, deja Granada, pero su sobrino Boabdil se niega a la rendición y se resiste a la entrega de Granada, desafiando a los cristianos dos años más. Antes de finalizar el mes de diciembre, Almería y Guadix se rinden también y con esto termina la guerra de Granada en teoría, pero Boabdil resiste incumpliendo lo pactado con los Reyes y continúan las hostilidades entre moros y cristianos de 1490 a 1492. Aparece en escena la figura de Gonzalo Fernández de Córdoba como negociador, ya que él tenía buena relación con Boabdil desde la época de Lucena, cuando Boabdil estuvo preso bajo la tutela de Gonzalo en Porcuna. Los Reyes optan por negociar antes que por el ataque armado, deciden instalarse cerca de Granada y construyen una ciudad llamada Santa Fe para demostrar a los granadinos que no se irán de la zona sin terminar la reconquista de Granada. La ciudad sirvió como base permanente para que estacionaran allí los ejércitos y poder suministrar todo lo necesario para el asedio de la ciudad.
Mientras tanto, se cortó la comunicación con el norte de África, vigilando toda la zona costera con buques de guerra de los marinos de Castilla. Los alrededores de Granada fueron talados completamente para que no tuvieran posibilidad de cosechar cereales ni hortalizas ni frutas. Las doscientas mil personas que vivían a la sazón en Granada se encontraron sin alimentos y hubo una gran hambruna. Boabdil consultó con sus consejeros más próximos sobre la rendición final, a la vista de que el resto del reino (unas catorce ciudades y unas cien villas) habían sido tomadas por los cristianos y que no tenían ninguna posibilidad de recibir auxilio exterior. Además, fuera esperaban doce mil hombres a caballo y más de cien mil de a pie dispuestos a entrar en combate. Gonzalo Fernández de Córdoba entró a negociar con Boabdil las condiciones de la capitulación en tales circunstancias. Igual que en la guerra civil de Castilla se había concedido una especie de perdón general sin castigo a todos los rebeldes que se rendían y ofrecían su obediencia a los Reyes, los granadinos, encabezados por Boabdil, fueron tratados como si fuesen súbditos cristianos y se aceptaron las proposiciones que realizó el rey moro. Se ofrecieron toda clase de privilegios para que los moros que quisieran volver a África pudieran hacerlo sin gasto alguno y para que los que se quedaran pudieran seguir con su religión y sus costumbres habituales, sin tener que dejar sus propiedades ni sus negocios. Se respetarían sus leyes propias con el fin de que pudieran hacer una vida normal, como la de antes. Además, en caso de conflicto con los cristianos, el caso sería juzgado por un juez moro, no cristiano.
Estas cláusulas eran demasiado permisivas y tolerantes para una población que había perdido la guerra y que había causado grandes daños en la Península a lo largo de más de siete siglos. La generosidad de los Reyes Católicos fue muy grande con estas capitulaciones firmadas el día 25 de noviembre de 1491 en la vega de Granada. Las secuelas negativas de esta solución se verán más adelante. La revuelta de 1499 y el posterior incumplimiento de lo pactado obligará a tomar la medida de la conversión al cristianismo por el decreto de 1502. Los sucesores de los Reyes Católicos, su bisnieto Felipe II y su tataranieto Felipe III, tendrán que expulsarles definitivamente de la Península. Pero de momento gran parte de la población mora se queda en la zona como mudéjares (musulmanes a quienes se permitía seguir viviendo entre los vencedores cristianos sin mudar de religión, a cambio del pago de un tributo), aislándose de la población cristiana pero protegidos por la autoridad del reino de España.Toda Europa, amenazada por la expansión turca en el Mediterráneo, aplaude a los Reyes Católicos por finalizar la reconquista del reino de Granada. La noticia de la derrota musulmana en la Península fue una buena nueva en aquellas fechas de incertidumbre. España empieza a ser la monarquía más potente dentro de Europa y las figuras de Isabel y de Fernando se hacen cada vez más famosas.
Fueron diez años de guerra permanente, iniciada por los Reyes Católicos, que daban fin a 770 años de una reconquista que sus antepasados habían mantenido a lo largo de toda la historia de la península ibérica desde el final de la época visigoda. La reconquista de un territorio durante 770 años para expulsar al invasor es un hecho único en toda la historia de la humanidad, aunque desgraciadamente fuera de España pocos lo conozcan. En Asia la historia de España se conoce poco en general, ya que lo que se estudia en colegios y universidades referido a la historia de Europa occidental versa sobre Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda… pero casi nada sobre España. El nombre de Isabel la Católica tampoco se conoce, si bien últimamente, debido al turismo cultural, ha aumentado el número de visitas a la Alhambra de Granada, motivo por el que se va conociendo algo de los Reyes Católicos y de esa ciudad, aunque lógicamente no se alcance a saber la repercusión histórica de esos 770 años de invasión de la Península hasta la caída final del reino musulmán granadino.
Isabel, junto con Fernando, se va a constituir en la persona clave de la historia de España por ser la protagonista de la Reconquista y de los acontecimientos posteriores. Gracias a Isabel, España va a jugar un papel importantísimo en Europa y en el resto del mundo. El fin de la guerra de Granada fue el punto de partida para la España de Isabel y Fernando.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Yutaka Suzuki. Personajes del siglo xv, Orígenes del Imperio español. ISBN 9788460690399. 2015.
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