Era yo un crío, pero algo ya me chirriaba con aquella sesentona de los noventa que juntaba en el Telecupón a ovejitas, deje andaluz y su gracia para encantar a la pantalla y a millones de hogares cada noche. De «pivonazo» de época, de actriz, cantante y presentadora, a Carmen de España. En Hollywood, María del Carmen García llegó a ser, tras Rey de reyes, Carmen Sevilla, aglutinando a una ciudad entera bajo su figura, y haciendo un gran bien a las viejas del visillo, y a los feos y las feas, que pudieron verse proyectados, y en la capital del mundo audiovisual, a través de la niña del Heliópolis.
Pero Carmen Sevilla era mucho más para España, y no todo bueno. Carmen Sevilla llegó a ser Carmen de España, y recogía lo virtuoso, pero también lo rancio; recogía la gracia, y también la ignorancia de un pueblo entero, aunque fuese desde el flanco de los ricos, a quienes les comercializaba colonias, y galas televisivas, y productos de grandes multinacionales, como Philips o Coca-Cola, que ella ha olvidado, y ellos seguro que le han devuelto el favor.
Ahora, lo más cercano que nos queda de aquella época, de aquella Carmen con la que soñaban en la cama nuestros abuelos, y de aquella faraona que quería que le pagásemos sus deudas con Hacienda, es la Pantoja, recién salida de la cárcel y on tour, tras unos meses de descanso, para explicarnos cuán feliz vuelve a ser, qué enamorada está de España entera y cómo se prepara un falso directo de esos que le gustan a todo el que se chupa El Hormiguero del Motos.
De la cárcel no hablaron, porque eso España se lo ha perdonado. No hablaron, porque otro, o un servidor, se pudriría durante décadas, pero no Isabel de España; ella es un ejemplo de madre, de persona y de artista (de esto último puedo estar de acuerdo, pese a no ser fan). Pablo Motos le dijo, textualmente, y para que aquello no empalagase más de la cuenta: «¿Sabes que hay mucha gente que no quiere que estés aquí?» Pero la Pantoja se reía, porque sabía que no era verdad, porque nunca hubo un share igual en el programa, porque ella es Isabel de España, y España la tiene porque la merece, de principio a fin, en lo bueno, y, sobre todo, en lo malo, en todo lo que se le perdona, y se le exculpa, en todo lo que refleja la corrupción, el catetismo y el pan y el circo. Porque ayer se arregló un país; porque esto es lo que necesita España; porque España no va mal, solo que a la pobre de Carmen se nos la llevó el alzhéimer, y eso no hay youtubers, ni Internet, ni casi nadie que lo arregle.
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