Revista Cultura y Ocio

Isabel Díaz Ayuso

Publicado el 04 mayo 2020 por Plasnisk
Isabel Díaz AyusoIsabel Natividad Díaz Ayuso es una política del Partido Popular con una mirada de muñeca gótica que hiela la sangre y cara de ver cosas que nadie mas puede ver. Una milf dominatrix, de esas que te atan a la cama y te pone un traje de marinerito para que formes parte de su casa de muñecas viviente. Te mantiene prisionero y al final, en una especie de aquelarre, te sacrifica y ofrece tu muerte al maligno o te mantiene esclavo en su mazmorra y te alimenta con un cuenco de arroz que te tira a la cara.
Posee la habilidad especial de con tan solo un solo titular disparatado ser capaz de generar escándalos mayúsculos y cada vez que abre la boca sube el pan y parece un titular de Elmundotoday. Como pasó a ser de la mánager del perro de Esperanza Aguirre a presidenta de una comunidad autónoma, todo un expediente X. Eso es escalar y no lo que hacia Juanito Oiarzábal. Hay quien mantiene la teoría de que Ayuso no es sino una actriz de comedia barata que ha sido puesta en el cargo para intentar añadir al menos un poco de brillo y ternura al alcalde Madrid, José Luis Martínez Almeida.
Biografía
Nació en Madrid, en el mismo distrito que Jesús de Chamberí.
Fue miembra de la familia Díaz  Ayuso, incluso antes de ser concebida. Nació en un taxi durante un atasco a las 3 de la mañana, inhalando los gases tóxicos de los tubos de escape de los coches. Una época que siempre ha echado de menos.
Su madre, nada más nacer ella y con el cordón umbilical aun sin cortar emprendió como trabajadora.
De pequeña se crió en Madrid. Fue una niña retorcida que atrapaba moscas, les arrancaba las patas y las alas mientras sonreía con una inocencia entre cándida y sádica.
De joven  fue de empleo basura en empleo basura huyendo de la casa de sus padres, ya que cerca pasaban marijoses en carrozas. Tanta carne, tanto beso furtivo y tanto tanga desbocado la traumatizó.
Estudió para ser periodista y se lo pagó ella, ya que su padre se dedicaba a gritar a las nubes que le tapaban el sol. Fue becaria de Radio Marca y también se ganó algún dinero repartiendo ejemplares de Diario16 a la gente de bien.
Luego estuvo en Irlanda. Después, se marchó a Ecuador. Tiempo después volvió a España y se alquiló una habitación en un piso con dos personas que no conocía de nada y viviendo la vida madrileña evitando cabalgatas de marijoses y julandrones.
Tras coincidir en un par de actos, Pablo Casado la convenció para sacarse unos cuantos másters inscribirse en el partido en 2005, recomendación que le valdría un puesto de becaria en FAES, el laboratorio de ideas del PP.
Al poco de ingresar en la Fundación, se presentó voluntaria para ayudar en la campaña de María San Gil hacia el Parlamento Vasco. Las elecciones fueron de puta pena, pero su mirada siniestra y la apariencia de comer obreros crudos le valdría para ganarse la simpatía del aparato madrileño como experta en comunicación.
Su primer puesto de responsabilidad dentro del partido sería ni más ni menos que en el departamento de prensa de Alfredo Prada (imputado por el caso Campus de la Justicia), entonces vicepresidente y consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid bajo el mandato de Esperanza Aguirre. Fue en ese mismo equipo de comunicación cuando Ayuso se reencontró con Pablo Casado.
El equipo no tardaría en disolverse debido al cese del consejero, al que la misma Aguirre destituyó por teléfono acusándole de ser espía de Rajoy.
Espe la rescató para sus propias filas. Se casó con un hombre de cuyo nombre no puedo acordarme, ya que ella nunca lo ha desvelado. Cuatro años después desapareció ese hombre. Si se divorció o está enterrado en el jardín, no lo sabemos.
En 2011 entró como diputada en el parlamento regional por la renuncia de Engracia Hidalgo. Habrá que dar una vuelta por su jardín trasero para averiguar si hay dos bultos sospechosos.
Se hizo discípula de Esperanza Aguirre y se pasó al lado oscuro de la fuerza. Pasó a formar parte del gabinete de prensa de la presidenta, ejerciendo de Comunity manager de Pecas, el perro de Aguirre.
Allí pasaría los siguientes cuatro años, hasta la dimisión de Aguirre en favor de Ignacio González.  Así empezó la relación de Díaz Ayuso con Cifuentes, la presidenta que prometió levantar las alfombras de la corrupción y que acabaría imputada por robar cremas para la piel o algo así.
Antes de dimitir, Cifuentes la enchufó como vicesecretaria de Presidencia y Justicia a las órdenes del que más tarde sería el heredero de Cifuentes, Ángel Garrido, el cual la relegó a las tareas de comunicación. El castigo no duraría mucho, ya que ese mismo año Casado alcanzaría la presidencia nacional del PP y, sin olvidar a su vieja amiga, pensó en Ayuso para reemplazar al propio Garrido.
En 2019 llegó al estrellato. Los podemitas se obsesionaron con ella sexualmente desde su toma de posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid. Primero se burlaran de su flamante vestido diseñado por un enfermo de un psiquiátrico a partir de una cortina de ducha con agujero de velocidad, algo que si hubiesen hecho los de derechas con una de izquierdas hubiese sido considerado heteropatriarca y opresor.
Las malas lenguas dicen que en realidad ese traje se lo robó a Elsa de Frozen.
Desde entonces, sifón en mano, espera agazapada esperando al momento oportuno para apagar las iglesias que vayan quemando los podemitas. Un dia se fue de vacaciones y cuando volvió se le habia apalancado en su casa el de las rastas de Podemos de okupa. Lo echó enseñándole una pastilla de jabón. Actualmente vive en concubinato concupiscente y en pecado con un tal Jairo, un peluquero con pinta de youtuber. Luego pilló el coronavirus, ya que se ponía gomas del pelo made in China.

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