Los brujos y pelotas que rodean a Pedro Sánchez están asustados porque comprueban que la figura de Ayuso se agranda día a día y que los golpes y ataques de la izquierda en lugar de destruirla la fortalecen. Sienten terror cuando piensan que Ayuso podría trascender los límite de Madrid y convertirse en el gran símbolo de la resistencia al sanchismo en toda España, lo que equivaldría a tener enfrente a un adversario peligroso y difícil, con muchas más posibilidades de victoria que Pablo Casado.
La ventaja del PSOE es que no menos asustados están los pelotas del PP que rodean a Casado, cuyo liderazgo es débil y se ha demostrado incapaz de ser un desafío real para la izquierda. Bajo Casado, la imagen del PP sigue siendo casi idéntica a la que tenía en tiempos del fracasado Rajoy: un partido dubitativo, impregnado de corrupción, capaz de mentir y engañar casi con la misma miseria que el PSOE e incapaz de conectar con su electorado, al que sorprende y decepciona con demasiada frecuencia.
El PP de Casado no ha sabido o querido romper con el pasado contaminante de aquellos fracasados, mentirosos y flácidos Rajoy, Soraya y Montoro, un trio que hizo más por el socialismo que el mismísimo Zapatero.
La figura de Ayuso está hoy en hibernación para no provocar una guerra abierta con Casado, al que se lo comen los celos, pero ella tiene preparada y a punto su estrategia para regresar al primer plano de la actualidad resucitando su tesis de impuestos bajos, dureza contra los enemigos de España y que la única manera de derrotar a la izquierda es plantándole cara a Pedro Sánchez y descubriendo ante el pueblo todas las miserias y traiciones de ese personaje, verdadero maltratador de España. Isabel, que sabe conectar con el pueblo y lograr que sus mensajes lleguen al corazón de los electores, cree que si cae Sánchez se derrumba todo el edificio de miserias y traiciones que el socialismo ha construido para sojuzgar a España y transformarla en una dictadura comunistoide.
Ayuso logró en Madrid lo que parecía imposible: robarle la bandera del pueblo a la izquierda. En los bares de la capital de España y en las conversaciones de los hogares y calles la gente se une a Ayuso, a la que ve como una igual que también sufre la dureza de la crisis, la incompetencia y el acoso del sicario de la Moncloa.
Ayuso ha sabido también envolverse en la bandera de la regeneración y sus seguidores creen que ella podrá cambiar la dudosa, balbuceante y débil deriva del PP hasta convertirlo en un partido de combate, en una verdadera derecha, libre de la terrible contaminación socialdemócrata que hoy padece y que le resta fuerza y futuro, además de provocar una constante fuga hacia VOX, donde ve más autenticidad y capacidad de resistencia a los abusos y arbitrariedades de la izquierda.
El gran error de Casado y Mañueco en Castilla y León ha sido creer la mentira de que la enorme victoria electoral conseguida en Madrid se debió a la fuerza del PP, cuando en realidad fue obra de su candidata, Isabel Díaz Ayuso, que posee lo que más vale en política: capacidad de generar empatía y confianza en el pueblo.
Hoy, Casado y Mañueco tienen miedo de que el PSOE resucite con una victoria electoral en la vieja Castilla y León, lo que constituiría todo un tónico reconstituyente para el sanchismo, debilitado por sus mentiras, fracasos, torpezas y traiciones que acumula y por sus alianzas con la escoria de España, desde separatistas a comunistas, partidos mercenarios y seguidores del terrorismo etarra.
Por eso, sólo por eso, por el miedo que sienten, han pedido ayuda a Isabel, la heroína de Madrid.
Francisco Rubiales
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