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Isabel II y su alocada vida amorosa

Por Manu Perez @revistadehisto

Isabel II y su alocada vida amorosa

 Isabel II, carente durante su reinado de un mínimo interés por los asuntos políticos, estuvo rodeada siempre de una “camarilla” de personajes poco recomendables, corruptos y muy ajenos a lo que debe ser la moralidad pública del entorno de un monarca constitucional. Si bien fue educada como una princesa, rango al que accedió tras la promulgación por parte de su padre Fernando VII de la Pragmática Sanción, que permitía a la mujer ser reina titular, asunto que por otro lado provocó las sangrientas guerras entre liberales y carlistas, careció  del mínimo interés por el aprendizaje a pesar de contar con excelentes tutores.  El Conde de Romanones señala que:

a los diez años…[la reina] resultaba una retrasada. Apenas si sabía leer con rapidez”.

Todo  ello sin contar que tuvo un carácter caprichoso  y altanero aunque simpático y dicharachero, fomentado por los que la rodeaban para alejarla de los asuntos políticos.

Es cierto que no tuvo buenos ejemplos la pequeña Isabel II pues su madre, la reina regente María Cristina de Borbón, se había casado en secreto a los dos meses de enviudar con su amante Fernando Muñoz, un militar que pertenecía a la Guardia de Corps. El matrimonio morganático constituyó un enorme escándalo primero en la corte, lugar en el que crecía Isabel y después, con los reiterados embarazos de su madre, en los mentideros y en todo el  país.  Por tanto tuvo la joven reina hermanos ilegítimos, los “muñoces” y el mismo marido de su madre fue elevado al rango de Grande de España y duque de Riánsares.

Este y otros escándalos de corrupción de la regente y su marido provocarían el destierro de esta y la llegada a la regencia del general liberal Baldomero Espartero quedando la joven reina sin la figura materna, en un entorno cada vez más despiadado y hostil. Su educación se basó exclusivamente en los aspectos religiosos y domésticos no siendo instruida en humanidades ni política. Seguramente los diferentes gobiernos, liberales o moderados preferían una reina inculta y preocupada de asuntos mundanos que una persona formada políticamente.

Uno de los hechos que marcaría su vida fue su boda. Como asunto de estado que era, la reina Isabel II no sería libre de casarse con quien quisiera. Se barajaron varios  candidatos y finalmente el elegido fue su primo Francisco de Asís de Borbón. Se dice que cuando Isabel recibió la noticia gritó espantada:

con paquita no, con paquita no”,

sabedora de la homosexualidad de su primo y sus opuestos caracteres. Obligada a casarse con un hombre al que repudiaba y que no podía satisfacerla sexualmente la reina tuvo el camino expedito para gozar de una sexualidad muy acentuada con cualquiera que se cruzase en su camino.

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Isabel II con Francisco de Asís y el futuro rey Alfonso XII

Isabel II y su alocada vida amorosa

Se dice que fue el General Francisco Serrano el que la desvirgó, el conocido como

general bonito”,

joven y del agrado de la soberana Isabel II, del que se enamoró sinceramente y que le rompió el corazón, pudo haber sido el iniciador en las artes amatorias de la joven reina aunque también se dice que fue uno de sus preceptores, Salustiano de Olózaga, político progresista, el que pudo gozar del privilegio de desvirgar a la joven reina, proclamada en 1843 como mayor de edad con 13 años. En cualquier caso, lejos de la rumorología y el cuchicheo del pueblo que en alegres coplillas difamaba a la reina, conocida como la

“frescachona”,

está demostrada la alocada vida sexual de una mujer que reinó en España  durante 35 años. En su desordenada vida era habitual acostarse a altas horas de la madrugada tras haber visitado algún tablao flamenco o zapateado con amigotes de la corte en cualquier fiesta que se le presentara. Después, lejos de atender a los asuntos de estado, dormía toda la mañana hasta la tarde. Una vida impropia de una reina que debe ser ejemplar.

El mismísimo papa de Roma, Pio IX (nono) en carta dirigida al nuncio en España resaltaba que la reina Isabel II era muy piadosa

pero muy puta”.

Con esto queda todo dicho. Prohombres y políticos, sencillos guardias reales, actores y hombres de buena planta pasaron por el lecho de una reina que sin alejarnos mucho de la realidad ha sido considerada como la

“reina ninfómana”.

En realidad la reina Isabel II era utilizada tanto por su camarilla como por sus amantes que se “encamaban” con ella casi siempre con objeto de obtener algún favor o por algún oscuro objetivo. Es cierto que son conocidos algunos de sus amantes y que varios fueron los padres auténticos de sus hijos. Destacan entre otros el capitán José María Arana, al cual otorgó la Cruz Laureada de San Fernando y que se dice que  es el padre de la infanta Isabel, hija primogénita de la reina, era Arana de ahí que, popularmente, fuese apodada como la “Araneja.

Pero quizás el más conocido de sus amantes fue Enrique PuigMoltó, capitán de ingenieros y al que la población bautizó como

“el pollo real”.

PuigMoltó es el verdadero padre del que sería Príncipe de Asturias y futuro rey Alfonso XII. De ahí que el pueblo lo motejara como el

“puigmolteño”.

Además de estos, mantuvo también Isabel otras relaciones sexuales con personajes de dentro y de fuera de la corte. Los cantantes  José Mirall y Tirso Obregón, el compositor Emilio Arrieta, el general O’Donell o el político Carlos Marfiori, alcalde de Madrid y ministro de marina.  Sin embargo no deberíamos de considerar a Isabel II como una ninfómana sino que, disfrutando del privilegio de ser reina y mal casada, no era de extrañar que tuviese numerosos amantes algo, por cierto, bastante habitual en sus antepasados.   Pero su imagen se debilitó y acabó marchando al exilio tras la Revolución Gloriosa de 1868, no regresando jamás a su patria y siendo vilipendiada en sátiras y caricaturas que nos han dejado una pésima imagen de la que fuera hija de Fernando VII.

Autor: Luis Pueyo para revistadehistoria.es

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