Revista Cultura y Ocio

Isabel la Católica, la primera Gramática castellana, el Tratado de Tordesillas y la expulsión de los judíos

Por Manu Perez @revistadehisto

En el año 1492, durante el reinado de Isabel la Católica, tan importante para España, también se produce un hecho trascendental: Antonio de Nebrija publica la primera gramática de un idioma europeo y desde entonces el español se extiende por el mundo entero antes que el inglés. Hoy el español es el segundo idioma más hablado a nivel mundial después del inglés (el chino es superior en número, pero no es un idioma internacional, ya que solo se habla en China).

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De los cinco idiomas derivados del latín, el español es el único que se habla en varios países como lengua oficial, y esto obedece a que la expansión territorial por el descubrimiento del nuevo continente en 1492 estuvo acompañada por el idioma de Castilla, junto con su religión católica, sus tradiciones y su cultura.

Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda también hubieran podido ser colonias españolas como el resto del nuevo mundo descubierto en los siglos xv y xvi . No fue así por la falta de recursos humanos y de los medios logísticos necesarios. No fue posible porque no alcanzaron a tanto y tuvieron que posponer la conquista de esos territorios, coyuntura que otros países (Inglaterra, Holanda y Francia) menos adelantados aprovecharon para quedarse con el resto del continente.

El interés de España se centró más en la zona cálida, empezando por las tierras del actual México y llegando hasta el norte de California, ocupando toda la zona hasta Florida, pero no avanzaron hacia el norte, donde el clima no era muy apto para la conquista. En el sur sí llegaron hasta el final del continente, alcanzando casi la Antártida. Después invadieron casi todas las islas del océano Pacífico, pero era tal la inmensidad del espacio que no les fue posible su colonización completa.

Oceanía también fue descubierta por España, aunque con tantos nuevos territorios recién incorporados a la corona española no demostró demasiado interés por este continente. Quizá entonces el poder de España comenzaba su decadencia ya que la época de Felipe III o Felipe IV fue muy distinta a la de Felipe II o Carlos I. En todo caso, en Oceanía la plataforma continental de Australia se llama así por la casa de los Austrias, reinante en la España de entonces. Los navegantes ingleses, la mayoría piratas, siguieron los pasos de los poderosos españoles y se quedaron con las tierras abandonadas o desechadas por España.

Así pues, España se dedicó a conquistar la parte más importante del continente americano y abrió el camino al nuevo mundo a las demás potencias europeas. Llegan a las islas llamadas Filipinas e instalan allí la sede de Nueva España. El español como lengua de las Filipinas se perdió debido a que fueron muy pocos los españoles que se instalaron allí y a que la larga distancia con la Península hizo que la comunicación con España no fuera fluida. A pesar de todo, durante casi cuatro siglos fue colonia española, razón por la cual algunos monumentos históricos, su religión y su cultura son muestra hoy de la huella dejada por España en las islas, aunque del idioma español solo quedan algunos nombres propios y apellidos.

Estados Unidos se queda con las islas a raíz del tratado de rendición en la guerra de España y Estados Unidos de 1898. España tuvo que ceder no solamente las islas Filipinas, sino todas las islas del océano Pacífico y de Oceanía, además de las del Caribe. Los filipinos resistieron duramente contra los Estados Unidos, pero finalmente se impuso la prohibición del uso de la lengua española y poco a poco se perdió. Hoy el castellano se habla en muchos países cuya lengua oficial no es el español: en Estados Unidos son más de cuarenta millones los hispanohablantes y en Europa y Asia (Japón, China…) existen centenares de universidades con departamentos de español. Isabel la Católica no podía imaginar que con la publicación de la Gramática de la lengua castellana de Nebrija en 1492 el idioma de Castilla iba a convertirse en una lengua tan universal.

Tratado de Tordesillas

Isabel va más allá del descubrimiento y toma medidas para el futuro de España. Solicita al papa Alejandro VI que trace una línea de división en el océano Atlántico para evitar futuros conflictos con Portugal, que era una gran potencia marítima. A tal efecto convoca en Tordesillas una reunión para tratar de resolver y determinar la línea divisoria.

Isabel encabeza la delegación de España mientras que por Portugal lo hacen unos consejeros de Juan II. La propuesta española fue la de 100 leguas al oeste de Cabo Verde, pero sale vencedora la postura de Portugal que pedía que la línea se marcara a 370 leguas. Con esta ventaja conseguirá más tarde el derecho de conquistar el territorio que hoy es Brasil.

Isabel, quizá por ser hija de portuguesa, no planteó problemas para este acuerdo y España salió desfavorecida claramente. Este Tratado de Tordesillas de 1494 (dos años después del descubrimiento de América), que dividía el mundo entre dos potencias, España y Portugal, tuvo una trascendencia enorme en la política mundial, en la que Isabel desempeñaba un papel como gobernante de primer orden.

Este tipo de tratado entre naciones nunca se había firmado antes y tendrá una importancia vital para los firmantes del acuerdo, por lo que las demás naciones lo tendrán muy en cuenta cuando en el futuro sellen tratados de esta índole.

Expulsión de los judíos e Inquisición

Aunque la Santa Inquisición ha pasado a la leyenda negra de la historia de España, en realidad en otros países del entorno existió también la inquisición. La única diferencia es que la de España se hizo más famosa por la imposición ejercida por el Imperio español de los sucesores de Isabel, concretamente por parte de su bisnieto Felipe II, quien la utilizó contra los enemigos de la fe católica.

Al concluir la unificación territorial peninsular y tras la rendición de Granada y el posterior descubrimiento del nuevo continente, se hacía necesario unificar también la religión como misión católica porque desde hacía tiempo se observaban graves problemas de convivencia entre la comunidad cristiana y la judía. Sobre todo en Andalucía la situación se presentaba peligrosa, ya que los judíos dominaban la sociedad y habían impuesto sus costumbres por encima de la idiosincrasia cristiana.

Había que tomar medidas urgentes para proteger a la comunidad cristiana, pero la guerra de Granada no lo permitía. No obstante, se llevaron a cabo acciones esporádicas desde que se nombraron los inquisidores para tal fin en 1480 por la bula de Sixto IV, otorgada en 1478. Al principio Isabel y Fernando se mostraron bastante tolerantes con los judíos. Para la guerra de Granada contaron con la contribución económica de la comunidad judía e incluso algunos personajes de la nobleza eran judíos y conversos con mucho poder económico y social.

Antes de 1492, durante la guerra de Granada, unos 700 judíos fueron quemados por la Inquisición, otros 5000 se reconciliaron con la fe católica y muchos más huyeron de España con sus riquezas, lo que afectó gravemente a la economía de entonces. En 1482 el papa Alejandro VI nombra a fray Tomás de Torquemada como inquisidor general con poderes amplios para que a su vez nombrase los inquisidores de toda España, tanto de Castilla como de Aragón.

Se construye el convento de Santo Tomás de Ávila con los fondos de la Inquisición, extendiendo la red inquisitorial a todos los rincones de la Península. Ante la presión ejercida por los inquisidores, la comunidad judía reacciona de forma violenta provocando incidencias en muchas localidades. Las protestas y quejas de la comunidad cristiana llegan a oídos de los Reyes. La situación se hace insoportable y se toma la decisión de expulsar a los judíos de la Península ya que la convivencia que había existido hasta entonces ya no era posible. ¿Fue un error o un acierto? Desde el punto de vista de la economía y las finanzas, un error. Desde la perspectiva de la paz social y el orden público, un acierto.

Hoy existe la libertad religiosa en las sociedades democráticas, pero en aquella época era inviable ya que la religión formaba parte indisoluble del gobierno y el cristiano y el judío conformaban dos mundos radicalmente distintos, por lo que más de una religión en un mismo estado no debía existir o, de hacerlo, la segunda, en todo caso, no debía perjudicar a la sociedad anfitriona. En este sentido, la decisión de la expulsión fue correcta ya que lo esencial, la religión, no se comprometió a cambio de dinero, transacción que habitualmente sí se hacía por necesidad o por conveniencia de los gobernantes.

Los Reyes Católicos corrieron el riesgo de perder el potencial económico que estaba en manos de los judíos con tal de unificar la religión, restablecer el orden social y conseguir la paz ciudadana. El fin de la Reconquista y el descubrimiento del Nuevo Mundo fueron las causas que les impulsó a tomar una decisión tan históricamente importante: tal vez porque estaban eufóricos, o quizá porque los daños que causaban los judíos eran ya intolerables. El problema no era solo el de los judíos, sino también el de los conversos. Los dos, tanto judíos como conversos, eran en realidad nativos españoles. Judíos y conversos formaban una comunidad más o menos unida. Aunque los conversos vivían dentro de la comunidad cristiana, estaban en contacto con la comunidad judía, que a su vez se hallaba separada de la comunidad cristiana. A pesar de que sus costumbres no eran compatibles, el poder económico de los judíos obligaba a los cristianos a una convivencia de hecho.

Los monarcas anteriores, aunque católicos, habían protegido a los judíos para que pudieran ejercer su actividad religiosa y no existieron graves problemas de convivencia durante muchos siglos. Hoy aún existen muchas críticas y acusaciones contra la Inquisición española realizadas por judíos, pero se puede decir que no les asiste razón, puesto que en aquellos siglos en casi todos los países existía tal práctica para proteger su propia sociedad, además de que no existía la libertad religiosa.

En Japón, por ejemplo, el budismo y el sintoísmo pudieron convivir porque tenían dos funciones distintas: el primero, para «asuntos funerarios», y el segundo, para «celebraciones» (bodas, nacimientos), aunque el sintoísmo es la religión original de Japón, mientras que el budismo fue introducido desde China. Hacia la segunda mitad del siglo xvi el catolicismo llegará a Japón gracias a una misión de jesuitas encabezada por el español Francisco Javier y se extenderá a todo la zona sur del Archipiélago con el apoyo de varios gobernadores locales, incluido el todopoderoso Nobunaga, que en aquella época ejercía como el clan más poderoso, por encima del shogun. La situación de los cristianos japoneses pronto se vio amenazada durante el gobierno del sucesor de Nobunaga.

Si bien no se puede hablar de inquisición en el caso japonés, se persiguió a los cristianos y se prohibió la práctica del cristianismo, aunque no se les expulsó, sino que directamente se les crucificó. El control fue totalmente estricto ya que en todos los pasos había una especie de aduana donde se obligaba a todos los transeúntes a pisar la figura de Jesús, medida por la que se identificó rápidamente a los cristianos. El hecho es que nadie ha criticado esa política de eliminación de los cristianos ya que el gobernante de Japón tenía derecho a decidir la religión de su país y decidió aniquilar el catolicismo del Archipiélago. Lo que hizo Isabel contra los judíos fue una defensa para el bien de su propio pueblo y no un genocidio, ya que para restablecer el orden en su país no pudo admitir a los judíos en una sociedad cristiana donde por sus normas y costumbres la convivencia se hizo imposible.

Inglaterra, Francia y Alemania, entre otros, también actuaron de la misma manera, o peor si cabe, y, sin embargo, no existe una acusación tan dura para ellos como la que hay para España. Los enemigos del Imperio español fueron los propagadores de la leyenda negra y quienes exageraron los hechos de aquella época. Si observamos las cosas de forma imparcial, no hay por qué hablar mal de la Inquisición, institución que obedece a unas circunstancias concretas del siglo xv, lo mismo que no se criminaliza a las guerras ocurridas en el pasado.

Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Yutaka Suzuki. Personajes del siglo xv, Orígenes del Imperio español. ISBN 9788460690399. 2015

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