•Hoy, 15 de diciembre, cumpliría 96 años, la madre del arte naïf español.
NO SÉ sí culparte a ti o a la pausa breve de la vida, pero nadie perdona ya no encontrarte sentada y serena, instintiva en tus desvelos, y rodeada de tus cuadros llenos.
El 2 de octubre último, Isabel Martínez Ferrero, la madre del arte naïf español, abandonó la existencia con 95 fecundos años. Su obra ha recorrido casi toda España y muchos rincones del mundo. Una pintura suya fue donada a la Ciudad del Vaticano y muchas forman parte de muestras privadas; otras están expuestas en Italia, Estados Unidos, Argentina, Paraguay y Venezuela.
Cada cuadro suyo atesora una historia personal afincada en sus orígenes, en el complejo mundo en que convivió entre Zomora y Madrid.
Un día entré en el recinto del Centro Cultural Alfredo Kraus de Madrid, donde la conocí en la primavera de 2009. Y ella, confiada y amorosa se quedó para siempre en mi.
¿Quien es esta señora que cautiva todas las miradas del mundo que le rodea?
"Para mí, crear es existir. Con mi pintura me siento más joven.es vivir entre bosques encantados y montañas azules,dando vida a paisajes, siempre con flores y agua y personas llenas de paz". (I.M.F.)
Esta viejecita extraordinaria llevó siempre en su alma el mérito de madre, señora y amiga, pero sobre todas las cosas, artista.
Hasta el final de sus días con esa energía vivificadora que siempre le acompañó, Isabel compartió con su mirada y su sonrisa cada momento, entre los bosques encantados y las montañas azules que coloreó a lo largo de su vida y que hoy todavía le lloran.Todos nos llevamos una anécdota grata de Isabel, de su pasado o su presente. Todo lo que nos contaba eran historias profundas e inolvidables.
Guardaré para siempre sus exposiciones llenas de colorido con el paisaje florido de sus cuadros, que ahora perduran como un gran legado.
Su arte libre de convenciones queda como la expresión del primitivismo moderno que le brotó arrimada a la naturaleza; y que yo recordaré toda la vida por la paz de su mirada.
Desde sus cuadros, nos enseñó el amor, la melancolía y la añoranza. Nadie que haya conocido a Isabel y haya vivido su amor apasionado por la pintura, podrá acostumbrarse a su ausencia. Ni dos meses después, ni pasados los años.
La recordaré siempre, sumergida en su gran pasión y en sus desvelos de íntegra mujer.
Nadie que la haya visto enfrentada a un lienzo con el olfato primitivo que le dominaba, podrá resignarse a su ausencia.
En Madrid falleciste un día de octubre pasado, pero tus ojos no permanecen cerrados; están abiertos, en ese delirio permanente por amar lo propio, de crecer y ver crecer el tiempo; de desafiar el viento...
Por eso te digo, hoy a tus 96, que sigas allí en el descanso eterno, con esa fijación de lo bueno entre la Zamora que te engendró y el Madrid que te inmortalizó.
Quédate allí quieta, en el camposanto de tu otrora Villarrín de Campos. Tu recuerdo y tu obra serán imperecederas al paso del tiempo, imaginándote siempre pintando, ya no al Jesús crucificado que te iluminó sino al mismísimo Dios, aunque tu vacío perdure y sea siempre imposible de llenar. (Jesús Díaz Loyola)
RESEÑAIsabel Martínez Ferrero (Villarrín de Campos, Zamora, 1917 —Madrid, 2013) Con 17 años aterriza en Madrid donde comienza estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.Las primeras exposiciones las hizo en Bilbao y Pamplona. (1939). La guerra primero y el matrimonio después interrumpen su temprana vocación. Ha sido seleccionada en varias exposiciones y certámenes en España, Argentina, Portugal, Italia, Estados Unidos, Paraguay, Venezuela.En el IV Certamen Nacional de Pintura Naif (Centro Cultural Galileo, de Madrid), dedicado al Madrid Olímpico 2012, recibió el primer accésit por su obra "Futuros olímpicos". Enumerar la infinidad de salas de exposiciones, ciudades, lugares donde su obra ha sido conocida, recordar premios obtenidos, participación en certámenes, hace una lista interminable.
Una calle perpetua hoy en su natal Villarrín de Campos la obra fecunda que nos legó.
Ahora te imagino pintando, ya no al Jesús crucificado que te iluminó sino al mismísimo Dios.