Era una calurosa mañana del 29 de agosto de 1911 en Oroville, California. Un hombre desnutrido y desharrapado había sido encontrado en el corral de un matadero. Como no sabían que hacer con él, el sheriff le encerró en una celda.
El hombre en cuestión era último superviviente de la tribu Yahi, rama de la tribu Yana, la cual se asentó en el norte de California. El descubrimiento de éste causó un gran revuelo. Cientos de visitantes se arremolinaban alrededor de la celda para ver al “salvaje” el cual estaba aterrado y de cuclillas mirando fijamente a su “publico”.
Dos de aquellos visitantes fueron los antropólogos de la Universidad de Califo/rnia, Thomas Waterman y Alfred Kroeber quienes después de varios intentos de comunicarse con él en lengua Yana lo consiguieron. El hombre pertenecía a la tribu Yahi.
El hombre nunca reveló su nombre. En su cultura consideraban que decir el nombre propio era sólo para insultar y era una manera de entregar la intimidad. Así que le llamaron Ishi, que significa “hombre” en su lengua materna.
Waterman y Kroeber se llevaron a Ishi al Museo de Antropología de San Francisco y lo convirtieron en objeto de estudio: grabaron su voz, estudiaron sus dotes para la artesanía, y lo convirtieron en la gran atracción del museo. Más de 24.000 personas acudieron a a ver a Ishi como disparaba con arco a una diana a más de treinta metros.
Aunque intentaron que formara parte de la sociedad “civilizada”, Ishi nunca llegó a amoldarse. Tenía una habitación en el museo pero el prefería pasar las horas en una cueva, en un bosquecillo cercano al museo. No le gustaban las multitudes. Y tampoco su cuerpo pudo adecuarse a la vida civilizada del hombre blanco. Cinco años después de su “hallazgo” murió de tuberculosis en 1916. Una enfermedad para la que su cuerpo no estaba preparado.
Pero no fue hasta tiempo después que la vida de Ishi llamó la atención. Nacido alrededor de 1860 (nadie lo sabe con exactitud), Ishi formaba parte de una comunidad de 400 personas, los Yahi de California. Como todos los indígenas respetaba y cuidaba la naturaleza ya que era ella la que le proporcionaba el sustento.
No así el hombre blanco.
Cuando era muy pequeño, el poblado de su padre sufrió un ataque donde fueron asesinados 40 indios. Los Yahi no conocían los caballos ni las armas. Aterrorizados por aquellos monstruos de portaban cabezas y cabelleras, sólo un pequeño grupo logró sobrevivir ocultos en diferentes cañones de ríos. El aislamiento y la dura supervivencia hicieron que los últimos Yahi se fueran muriendo, hasta que quedaron sólo cuatro. En 1909, su lugar fue descubierto por unos técnicos de una empresa encargada de construir una presa hidroeléctrica. El único que salió con vida de allí fue Ishi, el cual estuvo vagando por los páramos californianos hasta que, desnutrido se lanzó a la civilización.
La historia de los Yahi es una tragedia sufrida por todas las tribus indígenas de California y tiene un componente económico y racista.
Y es que, en torno a 1848 ( doce años antes del nacimientos de Ishi) alguien descubrió en la zona grandes yacimientos auríferos. Este hallazgo desencadenó la famosa La Fiebre del Oro.
Los mineros invadieron los territorios indígenas arrasando allá por donde iban. Contaminaban ríos, quemaban bosques, ante la mirada “permisiva” de los verdaderos habitantes quienes veían como se destrozaban sus hogares. Cuando la paciencia de los indios se agotó y respondieron con la fuerza ante tales abusos, los mineros utilizaron ese pretexto para exterminarlos. Exigieron al gobierno que sufragara los gastos que suponía acabar con los salvajes. Ya que si no, no podrían trabajar de forma segura.Y así sucedió.
Entre 1851 y 1852 el estado de California, pagó dos millones de dólares para que los colonos limpiasen su territorio de indios. Las recompensas comenzaron con 5 dólares por cabeza. Cuando la violencia alcanzó su punto más alto, la recompensa se redujo a 25 centavos. Los nativos que quedaban con vida fueron aislados en reservas, alcoholizados y temerosos del amo blanco.
Tiempo después se demostró que Ishi no fue el último Yahi. Tiempo después se descubrió a otros Yahi que se habían mezclado con otras tribus.
Sea como fuere, Ishi se ha convertido en la imagen del genocidio racista perpetrado por el hombre blanco así como del último hombre libre del estado de California.
GONZALEZ, Jose Angel. “El último ‘indio salvaje’ murió con la corbata puesta”. RTVE. (en linea). 14/09/2012. (Fecha de consulta: 06/10/2015). Disponible en: http://blog.rtve.es/distritolatino/2012/09/ultimo-indio-salvaje.html
“La tragedia de Ishi, el último nativo libre de California”. (blog). (en linea).04/09/2014. (Fecha de consulta: 06/10/2015). Disponible en: http://flechasdebajacaliforniasur.blogspot.com.es/2014/09/la-tragedia-de-ishi-el-ultimo-nativo.html