La isla de Capri, situada en el Golfo di Napoli, no es solo cafés y restaurantes carísimos o tiendas de grandes diseñadores internacionales, sus aguas cristalinas de un azul esmeralda y sus acantilados han hecho que desde tiempos atrás, emperadores romanos y grandes personajes la eligieran para sus retiros. Hoy en día, la isla es frecuentada por ricos empresarios, actores y gente VIP que le han dado a Capri fama de lujo y elitismo.
Pero grandes cruceros que desembarcan para visitar la isla en muy poco tiempo, abarrotan sus calles y playas durante el día, perdiendo parte de su encanto.
Nosotros visitamos la isla desde el mar, rodeándola y parando en los parajes naturales más emblemáticos, el Salto di Tiberio, la Grotte Meravigliosa, la Grotta Verde, la Grotta Azzur (no entramos, se paga entrada y la espera era de unos cuarenta y cinco minutos) y, como no, Il Faraglioni, símbolo de la isla de Capri.
Paramos a hacer un baño en el mar cerca de la Marina Piccola, la parte más elitista de la isla, rodeados de grandes embarcaciones de recreo.
Para comer nos llevaron a Il Bagno di Tiberio, una pequeña playa privada, a comer un panini a la caprese con pomodoro, mozarella di bufala e basilico. Por la tarde nos dejaron tiempo libre en Marina Grande desde donde cogimos unas empinadas escaleras para subir hasta el centro de la vila de Capri. Muy bonito si no hubiese tantísima gente.
Volvimos a Il Bagni di Tiberio con una embarcación privada, y allí en aguas cristalinas nos dimos un baño.
Antes de volver a Sorrento y ya el la embarcación volvimos a zambullirnos en el mar. Toda una experiencia.
Y como colofón final, unos helados en la heladería Primavera Antonio Carfiero. Entre toda la variedad de sabores, se dice que nunca probarás unos helados iguales y la verdad es que no nos dejaron indiferentes ¡Estaban deliciosos!
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