Había oido hablar de las tres vistas de Japón antes de iniciar este viaje, así que intenté incluir una de ellas en la ruta que ya tenía más o menos creada en mi cabeza. La elegida fue la que se da en la isla de Miyajima y que seguro todos hayáis visto alguna vez. El nombre de esta isla significa Isla Santuario y es que en ella se han encontrado vestigios de santuarios que datan del siglo VI. Una curiosidad de esta isla es que antiguamente estaba prohibido nacer, parir y morir en ella por lo que las mujeres no eran muy bien vistas en la isla y a los ancianos se los sacaba de ella antes de que pudiesen pasar a mejor vida allí.
Para llegar hasta ella cogimos un tren de la línea JR Sanyo en la estación central de Hiroshima hasta la estación Miyajima-guchi. Una vez en ésta, tuvimos que caminar unos 5 minutos hasta el embarcadero donde nos esperaba el ferry que nos llevaría a la isla. Al tener la Japan Rail Pass no tuvimos que pagar nada ya que ambos trayectos están incluidos en este pase.
Para esta excursión, recomiendo levantarse pronto e ir para la isla para llegar con la marea alta. Una vez en la isla, visitarlo todo, comer y después volver al gran torii con la marea baja.
Cuando descendimos del ferry, nos sorprendió el pueblecito que había lleno de tiendas dedicadas exclusivamente a turistas y es que este pueblo de Japón es uno de los sitios mas visitados de todo el país. Una de las cosas que más se vendían eran unas galletitas con forma de arce y rellenas de muchas cosas distintas. Tenian unas máquinas especiales para hacerlas que en algunos casos sorprendían por su compolejidad.
Como nuestro viaje fue en Febrero, no estaba masificado y pudimos disfrutar paseando por Miyajima en un día tranquilo y soleado. Como en otros sitios de Japón, aquí también nos acompañarian los ciervos a lo largo de todo el camino hasta llegar a nuestra primera parada, el Santuario de Itsukushima.
Este santuario pertenece a la religión sintoista y su peculiaridad es que esta construido parcialmente sobre pilotes que se adentran en el agua con la idea de venerar a la deidad del mar. Cuando la marea esta alta es una visión espectacular que sobrecoge no por su magnitud sino por su belleza.
La entrada a este santuario cuesta ¥300 pero merece la pena pagarlos para recorrer los corredores exteriores llenos de farolillos, ver algunas salas de este gran edificio y asomarse a las plataformas que dan al mar.
El edificio principal esta compuesto por tres areas: Heiden (zona de los dioses), Haiden (zona de los sacerdotes) y Haraiden (zona para el público). Los edificios que hoy nos encontramos datan del siglo XIII aunque el santuario fue fundado a finales del siglo VI.
La plataforma que sale del edificio hacia el Torii tiene unas linternas de bronce enormes y es importante dentro del santuario por ser donde se desarrollan las danzas Bugaku. Nosotros no tuvimos suerte y no coincidimos con un día en el que se representasen pero pudimos ver como se echaban las fotos de boda una pareja japonesa. El espectaculo de ver como a la novia le colocaban hasta la última arruga del vestido fue increible. Creo que tuve que esperar como 10 minutos hasta que por fin se quitó la chica que les maquillaba y colocaba los trajes para poder echarles una foto a los dos solos.
Pero lo que realmente le da fama a este santuario es su espectacular Torii tambien conocido como el Torii flotante. Es el más grande de Japón midiendo aproximadamente 16 m y representa la entrada al santuario con la peculiaridad de que muchas veces este no se puede cruzar por estar cubierto por el agua. Otra característica de esta puerta que se diferencia en cuanto se ve es que en sus pilares principales se han añadido otros dos a cada lado para darle mayor estabilidad al conjunto.
El Santuario de Itsukushima pertenece a la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 1996.
Otro tesoro de esta isla es el Templo Daishoin. Éste es un templo budista situado en la falda del Monte Misen, punto más alto de la zona y por tanto lugar sagrado para los japoneses.
Este templo es un tesoro escondido del cual no se sabe tanto pero que no por ello deja de sorprender al visitante que se aventura a subir sus escaleras de acceso. En alguna de estas escaleras nos podemos encontrar los famosos rodillos de metal con los sutras inscritos en su superficie (escrituras budistas) que con solo girarlos es como si fueses recitándolos. ¿Una forma curiosa de rezar no creéis?
En este templo lo que a mi más me sorprendió es la cantidad de figuras de budas que te encuentras por todos los rincones. Las hay de todos los tipos y tamaños. Algunas dan miedo de la cara de enfado que tienen y otras desprenden ternura o gracia debido a sus caras infantiles o un tanto caricaturizadas.
Aparte de estos dos lugares sagrados, en la Isla de Miyajima también se puede hacer una excursión hasta la cumbre del Monte Misen, pero esto ya nosotros no lo hicimos porque el tiempo no nos daba más de sí.
Espero que si algun día pasáis por este rincón del planeta lo disfrutéis como yo lo hice y que os deje imagenes grabadas en la mente como a mi me las dejó.