Revista Viajes

Islas Feroe; en mitad de ninguna parte

Por Nacho22 @nuestromundovia
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Las Islas Feroe, unas porciones de tierra ancladas en mitad del Atlántico Norte a medio camino entre Escocia e Islandia, son un territorio dependiente de Dinamarca pero que disfruta de una amplia autonomía en su gestión y organización. Sin duda fueron una de las sorpresas agradables de este viaje, porque nos dieron mucho más de lo que esperábamos de ellas. Si a ello añadimos que el tiempo atmosférico, que momentos antes de desembarcar descargaba una fina llovizna, nos respetó hasta el momento de zarpar de nuevo incluso con intervalos soleados durante la mayor parte de la jornada, el resultado final no pudo ser más satisfactorio. Sus altos y abruptos  acantilados más que hundirse en las frías aguas del Atlántico parecían flotar sobre ellas cubiertos del omnipresente e intenso color verde de las praderías junto al profundo y negruzco azul del mar, todo un deleite visual que no nos cansamos de contemplar. No diré que la visita comenzó con las primeras luces del amanecer, ya que por estas latitudes amanece bien temprano, pero si que cuando la mañana comenzó a desperezarse iniciamos la maniobra de atraque en el puerto de Tórshavn, la pequeña capital del archipiélago de las Feroe. Desde el balcón de nuestro camarote pude disfrutar de la navegación previa a la aproximación a puerto entre algunas de las islas del archipiélago, y también pude situar los puntos de interés y hacerme una idea de las dimensiones de Tórshavn, y ya puestos sacar algunas fotos panorámicas desde esa privilegiada atalaya de observación. 
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Islas Feroe; en mitad de ninguna parteUna vez en tierra fuimos a recoger el coche de alquiler que previamente habíamos  reservado desde España, cosa muy aconsejable por la poca disponibilidad del coches de alquiler en estas islas. Después de unas indagaciones con unas chicas muy amables de la oficina de turismo de la terminal de ferry, conseguimos encontrar la oficina de alquiler junto al campo de fútbol, y tras un rápido y mínimo trámite ya estábamos a bordo de nuestro Ford Mondeo dispuestos a explorar esta tierra de ovejas. Y nunca mejor dicho ya que en las islas hay más ovejas que humanos, y hasta el propio nombre de las islas en danés (Færøerne ) significa islas de corderos. Numerosos ejemplares pastan a sus anchas en las frondosas praderas que abundan en las islas principales. Teníamos en la cabeza unos planes hechos del recorrido que íbamos a hacer por las islas, pero tras una interesante conversación con la chica de la oficina de alquiler que nos aconsejó a que dedicar el tiempo de que disponíamos, decidimos seguir sus recomendaciones y no cruzar a la Isla de Vágar y concentrarnos en la isla principal.
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Al margen de la capital Tórshavn, en estas islas no existen grandes poblaciones. Diversas pequeñas localidades aparecen salpicadas a lo largo de sus costas o al resguardo de canales y ensenadas, y precisamente algunos de las más típicos pueblos fueron los que nos dedicamos a conocer durante toda la jornada, para mi uno de los grandes atractivos de las Islas Feroe, junto a su espectacular y agreste paisaje que se ve fuertemente sometido por las borrascas y los fuertes vientos del Atlántico norte. Pero ya sólo el hecho de conducir por las estrechas carreteras de las Feroe, con sus grandiosos paisajes y con multitud de pequeñas cascadas precipitándose por las laderas ya es premio suficiente. Y a una de las más visitadas nos acercamos en primer lugar, a Kirkjubour, en la parte sur de la Isla Streymoy que es en la que nos centramos principalmente.  Una pequeña población de menos de cien habitantes pero con una larga historia que viene de la época vikinga hace más de mil años
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En estos climas tan extremos donde los inviernos son duros y largos hasta los caballos deben proveerse de largas melenas para soportar los rigores del clima.  Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Esta es una de las imágenes más típicas de Kirkjubour, con sus tejados cubiertos de césped Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Una pequeña iglesia con apenas una decena de bancos y no más de cuatro o cinco metros de altura, pero grande en historia ya que data del siglo XII, es uno de los edificios más destacables del pequeño pueblo. En la Iglesia de San Olaf sus interiores no pueden ser más austeros con un vistoso y marinero óleo presidiendo el altar, y un par de tablas pintadas colgando de sus paredes.
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
No resulta fácil encontrar tumbas tan antiguas como las que había en el cementerio de Kirkjubour, en la parte trasera de la Iglesia de San Olaf. Tampoco me resultó nada fácil leer las inscripciones de las lápidas desgastadas por siglos de fuerte erosión, pero algunas databan del siglo XVIII. Un bello lugar frente al mar donde reposar para los restos.
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Una última mirada al paisaje de Kirkjubour Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Decidimos desandar nuestros pasos para desplazarnos hasta el extremo norte de la Isla Streymoy, y para ello tuvimos que circunvalar las afueras  Tórshavn, con lo que aprovechamos a hacer una parada en la Casa Nórdica, principal museo de las Islas Feroe cuya principal función es difundir la cultura feroesa con exposiciones de artistas y conciertos de música. Un edificio curioso por su arquitectura moderna en acero y cristal combinado con un tradicional tejado cubierto por césped.
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Muy cerca de nuestro objetivo final que no era otro que una de las localidades con más encanto de las Islas Feroe, el pueblo de Tjornuvik, nos cruzamos con otra pintoresca población, Haldarsvik o como abreviadamente la conocen los feroeses Vik, refugiada tras unas pequeñas lomas y con una curiosa iglesia con forma octogonal y su correspondiente cementerio anexo.
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Rodeada de praderas y con una cascada que dividía por la mitad al pequeño pueblo, éste emanaba tranquilidad y quietud, y parecía reflejar la vida pausada de los habitantes de estas islas.  Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Una de las curiosidades de las Islas Feroe una vez que abandonas las vías principales es que las carreteras de acceso a la mayoría de las pequeñas poblaciones sólo cabe un vehículo,  con lo que han tenido que inventar alguna solución para poder circular en ambos sentidos. Esa solución pasa por habilitar un aparcamiento cada cien o dos cientos metros donde poder parar para que pase el vehículo que circula en sentido contrario, y son lugares magníficos para poder tirar unas fotografías. Sin duda carreteras especiales en parajes espectaculares.
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Y por fin el destino final que estábamos buscando, al fondo de una profunda cala y rodeada completamente por montañas, la pequeña y encantadora localidad de Tjornuvik en la parte más septentrional de la Isla Streymoy y que se asienta sobre un paraje de una belleza sobrecogedora. Multitud de pequeños torrentes recorrían las laderas circundantes y unos iban a desembocar directamente al mar mientras otros atravesaban el pequeño pueblo en su camino hacia las frías aguas del Atlántico.
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Y a pesar de la gran protección que brindan las laderas de las montañas no es suficiente para proteger la pequeña población de los gélidos vientos. En esas mismas laderas eran bien visibles la erosión que provoca el agua de las torrenteras en su corto camino al mar. Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
En una de las granjas, con los aperos de siega en mano, se apresuraban a recolectar la hierba para tener provisiones de paja para el ganado estabulado en los duros inviernos en las Feroe. Una vida tranquila pero se vislumbra muy dura también. Islas Feroe; en mitad de ninguna parte Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Tjornuvik posee una recogida playa de fina arena negra con unas vistas espectaculares.... Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
....y unas enrevesadas calles con la pequeña y blanca iglesia en primer término de playa. Islas Feroe; en mitad de ninguna parte Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Las ráfagas de viento ocasionaban pequeñas tormentas de arena que penetraban en las olas Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
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Incluso en estas latitudes los feroeses no renuncian a pasar unos ratos de playa, pertrechados con sus cubos y palas para poder jugar y disfrutar en familia, eso si, con anoraks como parte del equipamiento playero. Pura adaptación al clima. Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
Estos ostreros comunes son el el ave nacional de lasIslas Feroe  Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
El tiempo fue pasando casi sin darnos cuenta y debíamos regresar a Tórshavn  para visitar la capital de las Islas Feroe. Lo primero fue entregar el coche de alquiler, y luego ya pudimos lanzarnos a explorar lo más significativo de Tórshavn. Debido al pequeño tamaño  de la capital y a que los puntos de interés se encuentran muy cercanos la visita resultó muy sencilla y relajada. Una de las paradas imprescindibles fue en uno de los improvisados miradores que ofrecen las colinas que rodean Tórshavn, y que nos permitió disfrutar de unas bonitas vistas panorámicas con el Infinty atracado al fondo en el puerto de la ciudad.
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Sobre una superficie rocosa que se adentra en aguas del puerto se levanta un antiguo conjunto arquitectónico de casas de madera que llegó a ser en su tiempo uno de los parlamentos más antiguos del mundo. Hoy es la sede del gobierno autónomo de las Islas Feroe, aunque sigue siendo un territorio dependiente de la corona danesa, y el centro de los flashes de las cámaras de fotografiar de los turistas. También es una de las primeras cosas de la ciudad que ven los pasajeros que desembarcan del ferry que conecta regularmente Tórshavn con Dinamarca y también con Islandia, y que para mi sorpresa transporta gran cantidad de turistas con sus coches y motos de todos los rincones de Europa. Pudimos ver matrículas de Holanda; Alemania; Italia; Polonia; Suecia; Francia, autocaravanas, coches y gran cantidad de grupos de moteros dispuestos a recorrer las estrechas carreteras de las islas.
Islas Feroe; en mitad de ninguna parte
El resto de la tarde lo dedicamos a callejear por las zonas céntricas, visitar la catedral de Tórshavn, curiosear por los escaparates de los comercios, la antigua lonja de pescados y sus almacenes de madera que aún se conservan, pasear por el puerto entre las coloridas fachadas de sus casas y los peculiares diseños de los barcos de recreo, y en suma disfrutar de una tarde y de un clima de relativa bonanza tratándose de las Islas Feroe. Cosa distinta fue cuando dejamos atrás el puerto de Tórshavn y ya nos encontrábamos navegando rumbo a Islandia, cuando el cambiante clima de esta parte del Atlántico hacía casi imposible permanecer en cubierta. 
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La bandera de las Islas Feroe ondeando al viento Islas Feroe; en mitad de ninguna parte


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