[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo
El lugar es idílico; una punta de tierra que se adentra en el caribe, con Santo Domingo a la derecha y el resto del país a la izquierda. Junto al faro de Punta Torrecilla de Sansoucí (Santo Domingo, RD) se realiza desde hace cinco años el Festival Isle Of Light, creado para darle cabida al indie y el pop más allá de las convenciones comerciales que los medios imponen en RD; por lo menos hasta esta edición 2018 eso era así.El cartel invitaba al optimismo, ya que además de los pesos pesados Bomba Estéreo, Washed Out, Pompeya o Salt Cathedral llegaban algunas propuestas novedosas como Delsonido y los dominicanos El Hombrecito. Los puntos oscuros (es inevitable que los hayan) estuvieron en la espantada de Solo Fernández, quienes tenían la responsabilidad de abrir el evento (fuera ante diez o diez mil personas) la intrascendencia de Los Masterplus y el eterno/espeso set de Whitest Taino Alive; mención aparte merece la tan extraña como absurda tendencia de la audiencia dominicana de dilatar su llegada a un evento con hora establecida.Ante la ausencia (aún no aclarada) de Solo Fernández fueron los locales El Hombrecito los encargados de abrir la serie de actuaciones con su inclasificable spoken word enmarcado en una potente base indie-latin-rock, con mención especial a la energética participación de Nathalie Ramírez en los coros. Más allá de la conexión que se pueda tener con el spoken word como forma expresiva la potencia melódica de los contados estribillos cantados compensan y potencian unas canciones con mucho músculo.
Delsonido es una banda con sede en New York pero con una diversidad de orígenes tan rica que explica por sí sola el nivel de sus postulados musicales, que va desde el reggae ortodoxa, pasando por guiños al Santana del primer primer disco y desembocando en su propia visión del vallenato eléctrico; de matrícula el compromiso y profesionalidad de esta banda, que pese al escaso público dieron un recital de altura. Ya con una audiencia mayor llegó el momento de Los Masterplus, una ‘banda’ muy válida para otro tipos de eventos, quizás programas de humor, pero para una cita donde se esperan propuestas creativas y originales hacer covers con escaso o nulo buen gusto los rebaja al nivel de simple karaoke de provincias.
Dando un salto nos queda la preciosista performance de Salt Cathedral, colombianos del mundo que con una alineación mínima suenan gigantes, especialmente por la magnífica interpretación vocal de Juliana Ronderos, nada menos que una Bjork latinoamericana. Oom Velt, Holy Soul y Move Along fueron los temas que más conectaron con la creciente audiencia.
El minimalismo interpretativo de Salt Cathedral es engañoso ya que tras la modesta presencia de las guitarras (sus apuntes son espaciados pero no por ello menos importantes) tenemos la constante interacción de Juliana con su laptop, desde donde controla con maestría las bases sintetizadas y beats que sirven de lienzo para sus fraseos a la voz.
Los rusos Pompeya eran esperados con muchas expectativas y con una show sencillo pero efectivo cumplieron con creces, siempre a lomos de un tracklist ganador y una puesta visual en escena colorista. Lo que se echaba de menos a lo largo de la jornada era la un mayor protagonismo de la fuerza eléctrica de las guitarras y con el set de Pompeya eso ese déficit se cubrió; sin estridencias ni virtuosismos Daniil Brod, frontman y guitarrista llevó la batuta, aunque se echó en falta algo de más comunicación con el público.
Ese mismo juego cromático que acompañó a Pompeya tuvo luminosa presencia durante la magnífica presentación electrónica de Washed Out, la mejor antesala para los cabezas de cartel.
Bomba Estéreo, los más esperados, los encargados de cerrar el Isle Of Light, los más internacionales hicieron valer su prestigio y no defraudaron. Simón Mejía y Li Saumet presentaron su álbum multinominado Ayo, además de una selección de sus temas más destacados, con la esperada fuerza, alegría y sobre todo profesionalidad; Química, Duele, Cumbia Psicodélica, Caribbean y Champeta fueron algunas de las canciones que destaparon la caja de los truenos y la euforia del público dominicano.
La presentación de Bomba Estéreo ya puede verse como uno de los momentos álgidos no solo de esta sino de cualquiera de las ediciones pasadas.
No podemos dejar pasar por alto nuestro mutismo sobre la segunda jornada de un festival de espíritu indie pop pero que, por las razones que fueran, cedió protagonismo a estilos musicales que ya tienen sus espacios (demasiados); el IOL siempre ha sido visto como un desahogo ante la corrosiva invasión de lo urbano y la ampliación a dos días del Festival solo para montar un lineup de reggaeton y dembow deja mucho a la imaginación y poco a la satisfacción.
Isle Of Light 2018 contó con una producción de calidad (como es habitual en ellos), una selección de artistas positiva con sus bemoles (para la jornada sabatina) y olvidable (para el domingo), que dejan la puerta abierta para una futura edición donde las circunstancias de hoy sean la soluciones de mañana. Quedándonos con lo bueno, a la sombra del faro se disfrutó de las bondades de un oasis artístico que sigue creciendo. |
Copyright © 2018 Ecos del Vinilo.Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin previa autorización del autor.