(...) Tendencias todas ellas que son especialmente patentes en su obra más conocida El desconsol. Es una pieza modernista por el trabajo del modelado principalmente, en el que prevalece el tratamiento fino y delicado del mármol hasta conseguir unas calidades de una extrema sensibilidad. Lejos por tanto del tratamiento rugoso de Rodin, aunque quede de su influencia el perfilado curvilíneo, la tímida difuminación de los contornos, así como la talla de formas suaves y alargadas, buscando el ritmo y la composición armoniosa.Pero la escultura está llena de sentimiento, aspecto en el que rastreamos la vena simbolista: especialmente porque trata de trasmitir emociones interiores, lo que se consigue a través de su composición cerrada, de contornos curvos que parecen encerrar la figura en su propio mutismo, ocultándose de esta manera a la mirada del espectador y acentuando así su hermetismo y su misterio. En todo caso es la imagen misma de la tristeza y el desconsuelo, que de ahí el título, consecuencia directa del propio estado de ánimo del escultor, que acaba de vivir la pérdida de su mujer, Mercé Bonet, sin que ni su profunda religiosidad, ni el apoyo de sus ocho hijos puedan consolarle de su tristeza. Una escultura por lo demás muy especial en su trayectoria artística pues marca un cambio en su estilo, un cambio hacia la idealización total respecto a la figuración femenina, que en cualquier caso destaca por su indudable belleza derivada principalmente de su perfecta armonía, y su indolente desnudez. (...)Texto extraído de la web de Arte CREHA
Ismael Dueñas_pianoCon narraciones de Natàlia Esquinas, comisaria de la Exposición "Un paseo por la obra de Josep Llimona – 150 años"Museu Europeu d'Art Modern, Barcelona, 17.01.15